Consumo excesivo de sodio (más de 2,000 mg/día) y deficiencia de potasio provocan retención de líquidos y aumentan la presión arterial.
En el panorama actual de salud pública, la hipertensión arterial se ha convertido en una condición preocupantemente común, pero lo más alarmante es que casi la mitad de quienes la padecen lo ignoran.
La doctora Catalina Echeverry, experta en nutrición, lo explica: "un 46% de las personas que tienen hipertensión no saben que tienen la condición porque no se hacen controles de la presión arterial frecuentemente, pues, después de los 18 años uno debería empezarse a hacer pruebas de manera frecuente".
Esta falta de diagnóstico temprano se convierte en un riesgo latente para la población, particularmente entre los jóvenes que, influenciados por malos hábitos alimenticios, están presentando cuadros hipertensivos a edades cada vez más tempranas.
Al analizar las causas nutricionales de esta condición, la doctora Echeverry encuentra el sodio como principal culpable, pero también recalca la importancia del equilibrio con otros nutrientes:
"Los factores nutricionales que influyen principalmente es el consumo de sodio, hoy en día la Organización Mundial de la Salud recomienda consumir máximo 2.000 mg de sodio y lo saludable sería solo 1.500".
Sin embargo, el problema no se limita solo al exceso de sodio, sino también a la carencia de potasio, un mineral esencial que actúa como contrapeso natural.
La especialista profundiza en este delicado equilibrio: "el exceso de sodio lo que hace es que va a favorecer una retención de líquidos, entre uno más sal consuma en el día a día, ahí va a haber una mayor retención de líquido y eso va a ser que aumente digamos nuestro volumen sanguíneo". Este mecanismo explica por qué la reducción de sodio debe ir acompañada de un aumento en el consumo de alimentos ricos en potasio, que ayudan a contrarrestar estos efectos nocivos.
Al abordar los distintos tipos de hipertensión, la doctora establece una distinción en sus causas y abordaje: "en la hipertensión primaria que es la mayor parte de la población, no hay una causa definida pueden ser tanto factores genéticos como también por los hábitos de alimentación".
Este tipo, que en palabras de la experta "representa el 90% de los casos", necesita inicialmente modificaciones en el estilo de vida más que tratamientos médicos agresivos.
Por contraste, la nutricionista explica que "la hipertensión secundaria tiene una causa definida, por ejemplo una persona que tiene un problema renal y a consecuencia de esa falla renal le dio una hipertensión". Esta diferencia es importante, ya que mientras la primera puede manejarse con cambios nutricionales, la segunda requiere identificar y tratar la condición subyacente.
Ciertamente, a la hora de elegir los alimentos influye nuestro autocuidado, por lo que la doctora Echeverry recomienda la dieta DASH como estrategia efectiva, describiéndola como "una dieta que se inventaron principalmente para prevenir y controlar la hipertensión arterial".
"Es como todas las personas nos deberíamos alimentar en el día a día", menciona. "Debemos incluir más frutas, vegetales y verduras, consumir cereales integrales; también incluir lácteos. Esta dieta nos invita a disminuir ese consumo de carnes rojas procesadas como los embutidos, pero también nos invita a tener una alimentación donde la proteína sea lo menos grasoso posible, como el pollo y pescados, nos invita a incluir también leguminosas como los fríjoles y también a consumir semillas y frutos secos".
Finalmente, la experta recomienda llevar una nutrición balanceada, consumir ciertos alimentos y realizar actividad física:
"El ejercicio es súper importante porque hay evidencia que muestra qué hacer de 350 a 300 minutos semanales de intensidad media alta pueden ayudar a disminuir entre 5 a 8 milímetros de mercurio la presión arterial", afirma.
Al concluir, la doctora Echeverry enfatiza que "los frutos secos, como las almendras y las nueces tienen un aporte importante de magnesio", además menciona que "el potasio es súper indispensable en nuestra alimentación ya que nos va a ayudar a que haya una relajación de los vasos sanguíneos. Un alto contenido de potasio podría favorecer y evitar ese riesgo de hipertensión arterial".
Sin embargo, recordando que la solución no está en la restricción absoluta, sino en la sustitución inteligente por alternativas más saludables y nutritivas.