Con un enfoque basado en evidencia, adaptado a cada paciente y acompañado de control emocional, la alimentación se convierte en un cimiento sólido para mejorar la salud intestinal, y potenciar la eficacia de los tratamientos.
En un conversatorio exclusivo entre varios especialistas de las enfermedades inflamatorias intestinales, la Lcda. Ilsia Alicea Pou, nutricionista, compartió reflexiones fundamentales sobre cómo la dieta impacta directamente en la salud intestinal y general del ser humano.
Las enfermedades inflamatorias intestinales (EII), como la enfermedad de Crohn y la colitis ulcerativa, afectan a más de 6 millones de personas en el mundo y su incidencia ha ido en aumento en las últimas décadas.
Se caracterizan por brotes de inflamación crónica en el tracto gastrointestinal, que generan dolor abdominal, diarrea, pérdida de peso y disminución de la calidad de vida.
Aunque los tratamientos farmacológicos —incluyendo aminosalicilatos, corticoides y biológicos— han mejorado el manejo de las EII, cada vez se reconoce más el papel fundamental de la alimentación como coadyuvante terapéutico.
Durante el conversatorio, la Lcda. Alicea subrayó que las bases de la nutrición son tan esenciales como los cimientos de un edificio:
"Cuando yo hablo con mis pacientes, yo siempre comparo la parte del estilo de vida, específicamente la alimentación, como cuando uno construye una casa. ¿Qué es lo más importante? (...) los cimientos. Y muchas veces las personas no se dan cuenta de que su estilo de vida, lo que están comiendo y lo que están haciendo, puede contribuir a empeorar su salud"
Con esta analogía, la licenciada insistió en que, sin un "cimiento" nutricional adecuado, los tratamientos farmacológicos pueden no alcanzar todo su potencial y los pacientes continúan expuestos a brotes e incluso a complicaciones extraintestinales.
Vea programa completo aquí:
Dieta mediterránea: El modelo antiinflamatorio más estudiado
La dieta mediterránea (DM) ha sido ampliamente investigada por su capacidad para reducir la inflamación sistémica y modular favorablemente la microbiota intestinal. Caracterizada por el consumo elevado de frutas, verduras, legumbres, cereales integrales, pescado y aceite de oliva, así como bajo en carnes rojas y azúcares añadidos, se ha asociado con:
Disminución de marcadores inflamatorios: estudios muestran que la adhesión a la DM reduce proteínas C-reactiva y citocinas proinflamatorias.
Mejora de la composición de la microbiota: favorece poblaciones bacterianas productoras de ácidos grasos de cadena corta, esenciales para la salud de la mucosa intestinal.
Reducción del riesgo de aparición de EII: evaluaciones en familiares de pacientes con Crohn sugieren que una dieta mediterránea-like disminuye la probabilidad de desarrollar inflamación intestinal.
FODMAP y otras estrategias de restricción terapéutica
Además de la DM, existen otras aproximaciones dietéticas con beneficios específicos:
Dieta baja en FODMAP: Diseñada originalmente para el síndrome de intestino irritable, restringe oligosacáridos, disacáridos, monosacáridos y polioles fermentables. Aunque no ha demostrado reducir la inflamación en EII, puede aliviar síntomas tipo SII en pacientes en remisión.
Dieta de carbohidratos de restricción terapéutica: Algunos estudios muestran que limitar ciertos carbohidratos específicos mejora síntomas en pacientes seleccionados, especialmente al reducir la carga de FODMAPs.
Dietas de exclusión especializadas: Como la Specific Carbohydrate Diet™ o la Crohn´s Disease Exclusion Diet (CDED), que eliminan grupos de alimentos procesados para disminuir la exposición a moléculas promotoras de inflamación.
Individualización y registro alimentario: la clave del éxito
La nutricionista enfatizó que no existe una dieta universal para todos los pacientes. Cada persona presenta tolerancias y sensibilidades distintas, por lo que recomendó llevar un registro de alimentos, con el fin de identificar patrones de intolerancia y ajustar el plan de alimentación:
"Cada persona es bien diferente. (...) Por darle un ejemplo, el aguacate, que consideramos un alimento saludable, a algunas personas les puede causar problemas."
El seguimiento continuo permite detectar sensibilidades al gluten sin enfermedad celíaca o reacciones adversas a alimentos considerados "saludables", y facilita la adaptación de la dieta a eventos sociales y hábitos de cada individuo.
Microbiota, emociones y balance integral
Más allá de los nutrientes, Alicea Pou puntualizó el efecto de las emociones en la función digestiva:
"Cuando nosotros estamos ansiosos, cuando tenemos situaciones, eso se manifiesta a nivel digestivo. (...) Eso también es otro factor que tomamos en consideración."
El estrés y la ansiedad pueden exacerbar síntomas y alterar la motilidad y permeabilidad intestinal. Así, un abordaje holístico, que incluya educación nutricional, manejo del estrés y acompañamiento psicológico, es fundamental para un balance integral.