A pesar de que la ansiedad climática es un fenómeno reconocido y cada vez más estudiado, los resultados de esta investigación específica no evidencian una relación estadísticamente significativa entre dicha ansiedad y otras variables de salud mental evaluadas en la muestra.
Actualmente, diversos estudios buscan establecer la relación entre el cambio climático y la salud mental, con el propósito de comprender cómo fenómenos como el aumento de desastres naturales, las olas de calor o la inseguridad ambiental inciden en el bienestar psicológico de las personas.
En este contexto, en Puerto Rico se adelantan investigaciones como la desarrollada por la Escuela de Medicina San Juan Bautista, enfocada en analizar los efectos del cambio climático sobre la salud mental de estudiantes de medicina.
"Tenemos que el cambio climático son cambios a largo plazo de las temperaturas y los cuadros climáticos; esos cambios pueden ser naturales, y también por actividades humanas", menciona Noreyma Gómez, investigadora principal del estudio.
Asimismo, Gómez resalta que trastornos como la ansiedad y la depresión pueden provocar sentimientos persistentes de tristeza e incapacidad para disfrutar actividades cotidianas.
En este marco, menciona también la ansiedad climática, una preocupación creciente frente a los efectos del cambio climático, que impacta tanto la salud física como la emocional. "Ansiedad climática, preocupación creciente ante los cambios climáticos que se ven reflejados en el día de hoy y que afecta la salud física y emocional", afirma la investigadora.
Aunque este tipo de ansiedad aún no ha sido reconocido de forma oficial por el Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales (DSM-5), la literatura científica comienza a identificarlo como una reacción emocional relacionada con la crisis medioambiental. Sus manifestaciones pueden ser similares a las de otros trastornos de ansiedad, como el estrés persistente, la irritabilidad o la dificultad para concentrarse.
Una revisión de literatura sobre salud mental en Puerto Rico reveló que el 18,7 % de la población entre los 18 y 24 años presenta algún tipo de trastorno psiquiátrico, y un 12,5 % sufre un trastorno de ansiedad. En paralelo, una encuesta realizada a niños y jóvenes en la isla indicó que el 93 % se encuentra muy preocupado por el cambio climático, el 84 % considera que tendrá un fuerte impacto sobre las generaciones futuras y el 92 % opina que debería ser una prioridad para el gobierno.
Más de la mitad de los encuestados afirmó sentirse triste, ansioso, enojado, culpable, impotente o indefenso ante la crisis ambiental, y un 45 % señaló que estas emociones afectan negativamente su vida diaria.
Datos similares se han registrado en otros países. En Alemania, por ejemplo, un estudio realizado en una escuela de medicina reportó que el 42 % de los estudiantes presentaba síntomas de depresión, el 50 % síntomas de ansiedad generalizada y el 23 % un nivel moderado o alto de estrés percibido, todo ello asociado a preocupaciones por el cambio climático.
Por ello, la investigadora planteó como pregunta de investigación: ¿cómo se asocia la ansiedad climática con la ansiedad general y la presión percibida en estudiantes de una institución educativa en el occidente de Puerto Rico? El objetivo del estudio fue determinar si variables sociodemográficas, como la edad y el género, presentan algún tipo de asociación con la ansiedad climática en este grupo.
Las variables sociodemográficas consideradas incluyeron edad (entre 18 y 25 años), género y otros factores relacionados. Los criterios de inclusión abarcaron estudiantes entre 18 y 25 años, de todos los programas académicos de la universidad, con especial énfasis en estudiantes de segundo año de salud pública, quienes participaron activamente en el proceso.
La metodología utilizada fue un diseño transversal. La población de estudio incluyó estudiantes de programas de pregrado, maestría en salud pública, primer año, asistente médico y doctorado. La recolección de datos se realizó mediante la plataforma FESCAP, con aprobación del IARDI. Los cuestionarios estuvieron disponibles en inglés y español, e incluyeron: la escala CAS para ansiedad climática, el PHQ-9 para depresión, y el GAD-7 para ansiedad generalizada.
Los análisis estadísticos se llevaron a cabo con el software R Studio, empleando correlaciones de Pearson, análisis de regresión lineal y análisis multivariados. Se calcularon promedios y desviaciones estándar para variables univariadas.
El tamaño de muestra estimado para la investigación fue de 152 participantes, considerando una frecuencia esperada del 25 %, un margen de error del 5 % y un nivel de confianza del 95 %. Sin embargo, se recolectaron datos de 109 estudiantes entre enero y febrero de 2025. De estos, 30 correspondían a estudiantes de segundo año de salud pública, y 64 a estudiantes del programa de doctorado en medicina, que fue el grupo con mayor participación.
Los resultados indicaron que, en cuanto a ansiedad generalizada, el 41,5 % de los participantes presentó niveles mínimos o nulos, con un promedio en la escala GAD-7 de 6,32, correspondiente a una ansiedad leve (valores entre 5 y 9). En cuanto a depresión, el 40 % mostró síntomas leves, con un promedio en el PHQ-9 de 7,28, también dentro del rango leve.
Por otra parte, Gómez señaló que en cuanto a la ansiedad climática, el mayor porcentaje de los participantes presentó niveles mínimos o nulos, con un 86 % y un promedio de 5,34, con una desviación estándar de 0,809. Estos valores se ubican dentro del rango de ansiedad mínima, definido como puntuaciones menores a 13 en la escala utilizada.
En cuanto a las correlaciones realizadas, se observó una relación fuerte entre la ansiedad generalizada y la depresión, con un coeficiente que indica una asociación significativa entre ambos trastornos en los encuestados. Sin embargo, la correlación entre la ansiedad generalizada y la ansiedad climática mostró resultados mucho más dispersos, con valores que sugieren ausencia de una relación estadísticamente significativa (coeficiente cercano a 0,02 y 0,27).
Asimismo, se analizó la relación entre la edad y la ansiedad climática, observándose una dispersión considerable en los datos, lo que indica poca o ninguna asociación entre estas variables. Un patrón similar se encontró en la correlación entre la edad y la ansiedad generalizada, con resultados altamente dispersos, un p-valor de 0,32 y un coeficiente negativo de -0,12, que no permiten establecer una relación significativa. La correlación entre edad y depresión también mostró dispersión y falta de asociación (p-valor 0,9 y coeficiente negativo de -0,20).
El análisis de regresión lineal multivariado confirmó la ausencia de asociaciones significativas entre la ansiedad generalizada y las variables estudiadas. La regresión lineal aplicada al PHQ-9 fue la única que sugirió una posible relación entre la edad y un aumento en los síntomas depresivos, con un p-valor de 0,12, aunque sin alcanzar significancia estadística. Por su parte, la regresión lineal para la ansiedad climática no mostró resultados que indiquen una asociación relevante con las variables consideradas.
Entre las fortalezas del estudio, Gómez destacó la relevancia social y actualidad del tema, así como el uso de instrumentos validados para la medición de variables. La recolección de datos combinó métodos presenciales y vía correo electrónico, lo que permitió un mejor acceso a los participantes.
No obstante, el estudio presentó algunas limitaciones, como el tiempo reducido para su ejecución, el tamaño pequeño de la muestra y la naturaleza voluntaria de la participación, lo que pudo influir en la cantidad y representatividad de las respuestas.
Como conclusión, los resultados indican que no se encontró una asociación significativa entre la ansiedad climática y la salud mental en los estudiantes participantes. Gómez recomienda continuar con investigaciones sobre salud mental y ansiedad relacionadas con el cambio climático, ampliando el tiempo de estudio, el tamaño muestral y la inclusión de más variables que puedan aportar mayor información.
En términos de salud pública, aunque no se observaron diferencias significativas entre grupos, la ansiedad relacionada con el cambio climático se está reconociendo como un fenómeno real. Por ello, se sugiere implementar campañas ambientales dirigidas a manejar el estrés en universitarios, y promover investigaciones adicionales que permitan obtener datos estadísticamente significativos y fundamentar intervenciones efectivas.