Experta destaca la importancia del cuidado integral de la salud mental femenina desde el embarazo hasta los cuidados paliativos.
En el marco del Evento Rosa: Mujeres entendiendo mujeres, organizado por el Hospital Universitario Mayor Méderi, la revista Medicina y Salud Pública tuvo una conversación exclusiva con la Dra. Ana Isaza es psiquiatra, psicoterapeuta, homeópata y experta en dolor y cuidado paliativo.
En un diálogo profundo y sensible, la especialista abordó los desafíos que enfrentan las mujeres en distintas etapas de su vida —desde el embarazo hasta el final de la existencia—, destacando la importancia de la salud mental, el manejo del dolor crónico y el rol fundamental del acompañamiento familiar y emocional en los momentos más difíciles.
La salud mental debe ser prioritaria en todas las etapas de la vida. Aunque este llamado aplica para toda la población, en el marco del Evento Rosa, el enfoque estuvo puesto especialmente en las mujeres.
"La salud mental es una prioridad, inclusive desde el momento en donde la mamá está en embarazo", explicó.
"Los cambios emocionales de la mamá generan unas modificaciones en el cortisol que influyen directamente al feto y hacen cambios en su cerebro, produciendo una vulnerabilidad o una alta sensibilidad".
Desde el vientre materno hasta la adultez mayor, cada ciclo tiene desafíos emocionales propios. Durante la infancia, la calidad de los vínculos determina gran parte de la seguridad emocional futura. "Se construye esa sensación de seguridad y de un entorno y un ambiente en donde yo puedo explorar y sentirme tranquilo", dijo la doctora.
La adolescencia representa una etapa de alta tensión emocional. "Adolece y es bastante complicada, porque todos los adolescentes tienen muchos conflictos", afirmó Isaza. Esta es la fase en la que los jóvenes comienzan a forjar su identidad, lo cual implica un grado de ruptura con sus figuras parentales.
En la adultez, aparecen nuevos retos: la vida laboral, las relaciones de pareja, la maternidad y la búsqueda de un equilibrio personal y profesional. Las decisiones y los vínculos formados en esta etapa son fundamentales para el bienestar emocional a largo plazo.
"De eso dependerá mucho nuestra cultura, nuestra historia y nuestras necesidades. También tenemos todas las relaciones con respecto a la pareja y las proyecciones y expectativas que tenemos en la familia".
La transición hacia la vejez muchas veces se asocia con una pérdida de utilidad, pero la doctora invita a resignificar esa etapa:
"Debemos prestarle muchísima atención porque nuestro rol perdura hasta el momento en que nosotros existamos".
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Entre los trastornos más vinculados al dolor persistente se encuentran los problemas de sueño, que para Isaza son mucho más que una molestia pasajera.
"Pensamos que es una normalidad, pero en realidad es una enfermedad", afirmó. "Después de eso, tenemos la ansiedad y la depresión, que requieren también un apoyo tanto de la familia como de la red de apoyo social".
En muchos casos, se hace necesario un acompañamiento farmacológico, pero también herramientas psicoterapéuticas y redes de contención emocional.
La doctora Isaza, con amplia experiencia en cuidados paliativos, señaló la importancia de preparar emocionalmente al paciente y su entorno cuando el diagnóstico es terminal.
"Al final de la vida... es una frase que yo siempre utilizo: nosotros vamos a morir el día que nos dejen de recordar, no el día que dejemos de existir como cuerpo".
La resignificación de la vida, los pendientes emocionales y la conexión con los seres queridos son pilares de esta etapa.
"Es fundamental tener esta red, porque precisamente es consolidar el vínculo y es dejar ese recuerdo de lo que realmente somos en el otro".
Ante un diagnóstico crónico o terminal, la doctora dejó un mensaje claro: el dolor no define a la persona.
"Lo primero: el dolor no eres tú. Tú tienes un dolor, que es completamente diferente". También instó a buscar ayuda médica, cuidar el sueño, la alimentación, acudir a servicios de salud laboral y, sobre todo, no dejar de vivir:
"Realizar actividades de disfrute independientemente de si te duele o no. No pienses en que te está doliendo, piensa en que estás viviendo y que el dolor simplemente es una piedrita que está en el zapato, pero que tú tienes puesto el zapato". Concluyó la Dra. Isaza.