¿Dolor en mandíbula, oído o cabeza? Podría deberse a la articulación temporomandibular y no a migrañas

Muchas personas viven con dolor facial, cefaleas o molestias en el cuello sin saber que el origen real está en la articulación temporomandibular, una estructura que suele pasar desapercibida.

Laura Guio

    ¿Dolor en mandíbula, oído o cabeza? Podría deberse a la articulación temporomandibular y no a migrañas

    La articulación temporomandibular (ATM) conecta la mandíbula con el cráneo y permite acciones cotidianas esenciales como masticar, hablar y bostezar. 

    Es una de las articulaciones más complejas del cuerpo, y cualquier alteración en su funcionamiento puede desencadenar una serie de molestias que afectan gravemente la calidad de vida.

    Sin embargo, muchas personas con dolor crónico de mandíbula, oído, cara, cuello o incluso cabeza, no asocian estos síntomas con un problema en esta articulación. En muchos casos, el diagnóstico inicial apunta erróneamente a migrañas, sinusitis o problemas cervicales.

    ¿Cómo saber si el dolor proviene de la ATM?

    Los síntomas de un trastorno de la ATM pueden ser muy variados y no siempre evidentes. Según Equipo de la Torre, los más comunes se encuentran:

    • Dolor al masticar o al abrir la boca.

    • Chasquidos o ruidos articulares al mover la mandíbula.

    • Sensación de mandíbula trabada o bloqueada.

    • Dolor facial difuso, en ocasiones similar a una migraña.

    • Dolor de oído sin infección aparente.

    • Tensión en la zona del cuello y hombros.

    Al ser síntomas que también se asocian con otros trastornos, muchas veces los pacientes tardan años en llegar a un diagnóstico preciso.

    ¿Cuáles son las causas más frecuentes?

    El dolor mandibular puede tener diversos orígenes, desde infecciones dentales hasta alteraciones estructurales. Sin embargo, los expertos coinciden en que dos factores destacan como los más comunes:

    Bruxismo:

    Se trata del hábito involuntario de apretar o rechinar los dientes, generalmente mientras dormimos. El bruxismo está estrechamente vinculado al estrés y puede provocar un sobreesfuerzo crónico en la ATM, lo que con el tiempo deriva en dolor, fatiga muscular e incluso desgaste dental severo.

    Problemas de mordida:

    Condiciones como el prognatismo (mandíbula prominente) o el retrognatismo (mandíbula retraída) alteran la alineación correcta de la mordida, forzando la articulación mandibular en su funcionamiento diario.

    Otros factores posibles incluyen traumatismos, artritis, infecciones dentales, cirugía dental previa o una mala postura mantenida por largos periodos.

    Un diagnóstico preciso, la clave del tratamiento

    El primer paso para aliviar el dolor mandibular es acudir a un especialista. En clínicas especializadas como Equipo de la Torre, se realizan evaluaciones detalladas que permiten identificar si el origen del dolor está en la ATM.

    "Muchos pacientes llegan después de pasar por consultas de neurología, otorrinolaringología o fisioterapia sin haber logrado alivio, porque el origen estaba en su mandíbula", explica uno de los profesionales del centro.

    Tratamientos personalizados para cada paciente

    El abordaje de los trastornos de la ATM depende de la causa y gravedad del problema. Algunas opciones incluyen:

    • Férulas de descarga: Dispositivos hechos a medida que alivian la tensión muscular y protegen los dientes del bruxismo nocturno.

    • Fisioterapia especializada: Masajes, ejercicios de estiramiento y técnicas para reducir la inflamación en la zona mandibular.

    • Tratamiento psicológico: La gestión del estrés y la ansiedad, a menudo responsables del bruxismo, es clave para mejorar a largo plazo.

    • Corrección dental u ortodoncia: Para solucionar problemas estructurales de mordida.

    • Medicación: En casos agudos, se puede recurrir a relajantes musculares, antiinflamatorios o antibióticos.

    • Cirugía maxilofacial: Reservada para los casos más complejos o con daño estructural severo.

    La importancia de la prevención y la higiene oral

    Evitar hábitos como morderse las uñas, masticar objetos duros o mantener posturas forzadas durante el trabajo puede marcar la diferencia. También es recomendable:

    • Realizar revisiones odontológicas regulares.

    • Dormir con protectores bucales si existe riesgo de bruxismo.

    • Practicar técnicas de relajación y control del estrés.

    • Mantener una dieta equilibrada y blanda en episodios de inflamación.




    Más noticias de Investigación