La castración quirúrgica ha caído en desuso debido a sus efectos irreversibles, mientras que la castración química permite una posible recuperación si el paciente responde bien al tratamiento.
El cáncer de próstata sensible a la castración es aquel que responde a las terapias de deprivación hormonal. Se reconoce tradicionalmente que la testosterona actúa como un factor clave en el desarrollo y progresión de este tipo de cáncer, funcionando como una especie de "combustible" para su crecimiento.
En cuanto a las diferencias entre la castración quirúrgica y la castración química, el Dr. François Soto, urólogo, explicó que la primera " es irreversible. Eso es lo principal. La castración química a través de medicamentos puede ser temporera. Hay varias maneras de hacer el delivery del medicamento, puede ser a través de inyecciones y hay ciertas píldoras también que ayudan a disminuir la producción o la acción de la testosterona a nivel del cuerpo".
Asimismo, el especialista manifestó que en los últimos 15 o 20 años se han producido avances significativos en el tratamiento médico del cáncer de próstata sensible a la castración. En particular, destacó el desarrollo de medicamentos orales que han transformado la terapia en ciertos pacientes que, pese a estar en tratamiento con deprivación hormonal, muestran señales de progresión de la enfermedad.
"Ahí es donde entran estos agentes novedosos orales, que nosotros los utilizamos para disminuir la incidencia de progresión de la enfermedad y aumentar la sobrevida en muchos de estos pacientes que tienen el diagnóstico de cáncer de próstata", añadió.
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Por otra parte, el especialista señaló que los antiandrógenos, que generalmente son medicamentos orales, actúan a nivel del receptor de testosterona y contribuyen a complementar la terapia tradicional, basada en inyecciones. Según explicó, la combinación de ambas modalidades ha demostrado beneficios en términos de supervivencia y en la reducción de la progresión de la enfermedad.
Asimismo, el experto señaló además que la eficacia del tratamiento depende en gran medida de la situación clínica particular de cada paciente. Factores como la presencia de enfermedad metastásica o los tratamientos previos, ya sea cirugía o radiación, influyen directamente en el abordaje terapéutico. En este sentido, enfatizó que el momento en que se inicien los medicamentos orales también es un aspecto clave.
"Hay pacientes que han recibido tratamiento primario, sea con radiación; hay pacientes que han recibido tratamiento primario del cáncer de próstata a través de la cirugía, y todos esos son diferentes escenarios y diferentes maneras en que pueden presentar los pacientes, que pueden calificar para ciertas terapias y no calificar para otros tipos de terapia. O sea que es sumamente importante visitar a tu urólogo para determinar cuál es el curso adecuado para tratar tu enfermedad", apuntó.
El urólogo también destacó que en los últimos 15 o 20 años han surgido terapias orales que se emplean principalmente en pacientes que presentan evidencia de progresión de la enfermedad, detectada a través del aumento en los niveles de PSA (antígeno prostático específico), el marcador tradicional utilizado para el seguimiento del cáncer de próstata. Este aumento suele ser una de las primeras señales de alerta.
En pacientes que ya han recibido tratamiento previo y que se encuentran bajo terapia de deprivación hormonal, la incorporación de estos medicamentos orales puede reducir el tiempo hasta el desarrollo de metástasis e incluso mejorar la supervivencia.
"Ciertamente han habido avances científicos significativos en el tratamiento del cáncer de próstata en esta índole. Porque la enfermedad conlleva muchos diferentes tipos de escenarios: si es metastásico, si no es metastásico, si ha recibido tratamiento, si no ha recibido tratamiento. Pero, los tratamientos orales, ciertamente, son una herramienta muy útil con la que contamos hoy en día, que a lo mejor hace 20 años no la teníamos", subrayó.
Además, el especialista señaló que, en la actualidad, la castración quirúrgica es cada vez menos utilizada. Explicó que esto se debe principalmente a su carácter irreversible, lo cual limita las posibilidades de reversión en caso de que el paciente logre una buena respuesta al tratamiento. En muchos casos, el cáncer de próstata puede tratarse con una deprivación hormonal temporal, lo que permite eventualmente restablecer los niveles de testosterona y con ello, recuperar sus beneficios biológicos.
El médico advirtió que niveles bajos de testosterona se han asociado con un mayor riesgo de eventos cardiovasculares, además de otros efectos secundarios como depresión, disminución del apetito sexual, pérdida de masa muscular y reducción de la densidad ósea.
"Son todos efectos secundarios que, cuando tú haces una castración quirúrgica, son irreversibles. Porque tú no le puedes devolver a un paciente sus testículos una vez se los remueve. Mientras que si tú haces una castración química, o una castración a través de medicamentos, pues siempre existe la posibilidad de darle a un paciente un descanso de esa terapia si hay una respuesta adecuada al tratamiento de la enfermedad", explicó.
Añadió que esta visión ha evolucionado con el tiempo, "antes eso era algo que era muy prevalente, y hoy en día tenemos estas herramientas que nos ayudan a prevenir esos efectos secundarios a largo plazo para ese paciente".
Finalmente, el especialista resaltó que el abordaje del cáncer de próstata es un campo en constante evolución, con el desarrollo continuo de nuevas terapias. En particular, señaló que uno de los avances más prometedores es el tratamiento genómico, basado en la genética tanto del tumor como del propio paciente.
"Yo vislumbro que de aquí a 15 o 20 años todas las terapias van a ser personalizadas para acomodarse a la genética, la composición genética del tumor particular del paciente. Esto es algo que está todos los días evolucionando y todos los días cambiando", concluyó.