Mujeres jóvenes con alto riesgo de cáncer de mama no reconocen síntomas clave, según estudio

El 79% de las encuestadas no se realizaba autoexploración mamaria, pese a que el 90% tenía educación universitaria.

Mariana Mestizo Hernández

    Mujeres jóvenes con alto riesgo de cáncer de mama no reconocen síntomas clave, según estudio

    El cáncer de mama continúa siendo uno de los tipos de cáncer más diagnosticados a nivel mundial. De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud (OMS), en 2022 se reportaron 2.3 millones de casos nuevos. En Puerto Rico, la incidencia alcanza los 24.2 casos por cada 100,000 mujeres, mientras que la mortalidad se sitúa en 18.1 por cada 100,000. 

    Aunque los países de ingresos altos presentan tasas de supervivencia superiores al 90 %, esta cifra disminuye drásticamente en contextos de bajos ingresos, donde menos del 40 % de las mujeres diagnosticadas logra sobrevivir. Entre los principales desafíos persisten el diagnóstico tardío y el acceso limitado a tratamientos oportunos y eficaces.

    En respuesta a esta problemática, en Puerto Rico se desarrollan investigaciones orientadas a mejorar la comprensión de los factores de riesgo y las barreras en el abordaje del cáncer de mama. Un ejemplo de ello es el proyecto impulsado por la Escuela de Medicina San Juan Bautista, titulado Cuestionario para medir conocimientos, riesgos y barreras sobre el cáncer de mama entre mujeres en un hospital comunitario, desarrollado por Chayrivette Navarro Flores como parte de los requisitos del programa de Maestría en Salud Pública.

    "Algunos de los patrones de riesgo más relevantes incluyen el estilo de vida, así como factores genéticos; aproximadamente el 15 % de los casos están relacionados con antecedentes familiares o mutaciones hereditarias", explicó la investigadora, al referirse a los hallazgos preliminares obtenidos tras una revisión exhaustiva de la literatura científica.

    El estudio base utilizado para esta investigación fue desarrollado en España, donde se aplicó el cuestionario MARA, herramienta que posteriormente fue adaptada para ser utilizada en la población objeto de estudio en Puerto Rico

    Según los hallazgos del artículo español, muchas mujeres no identificaban correctamente los síntomas del cáncer de mama, lo que evidenciaba un bajo nivel de conocimiento y una escasa práctica preventiva, especialmente en lo relacionado con la autoexploración. 

    A pesar de que las mujeres con estudios universitarios demostraban mayor conocimiento sobre los síntomas y partes del cuerpo asociadas al cáncer de mama, el estudio subrayó una baja percepción de riesgo y la presencia de barreras significativas como el miedo, la falta de tiempo y el desconocimiento generalizado.

    En ese mismo sentido, investigaciones internacionales refuerzan estos hallazgos. En Etiopía, por ejemplo, un estudio indicó que solo el 32.6 % de las trabajadoras de salud practicaban regularmente la autoexploración de mama, a pesar de que el 59.4 % manifestaba una actitud favorable hacia esta práctica. 

    Factores de riesgo y hallazgos preliminares

    Entre los factores influyentes se identificaron el nivel educativo y el conocimiento sobre el cáncer de seno, los cuales incidían directamente en la frecuencia de autoexploración. La investigación resaltó también que muchas mujeres en esa región eran diagnosticadas en etapas avanzadas, debido a la falta de un tamizaje adecuado.

    "Se observó una clara asociación entre la actitud positiva hacia la autoexploración de mama y la práctica regular de esta, especialmente en mujeres con mayor nivel educativo y conocimiento previo sobre el cáncer de seno", explicó Navarro, al contextualizar los estudios de referencia incluidos en su revisión.

    Conocimientos y percepciones en distintos contextos

    Un estudio adicional en Perú, realizado por De la Reguera e Isma Yobal, reportó que el 78.75 % de los estudiantes universitarios evaluados tenía un nivel regular de conocimiento sobre el cáncer de mama; sin embargo, solo el 20.63 % alcanzó un nivel considerado bueno. Aunque el 77.5 % de los participantes afirmaron haber realizado alguna vez un examen clínico, la frecuencia de su práctica no siempre se alineaba con las recomendaciones médicas. Este estudio subrayó la necesidad de mejorar tanto el conocimiento como la correcta aplicación de estas prácticas.

    "El propósito de mi estudio es poder evaluar el conocimiento sobre las prácticas de tamizaje, incluyendo la mamografía como herramienta de prevención y detección temprana, e identificar las barreras existentes entre mujeres que asisten al Hospital Ryder en Humacao", señaló Navarro Flores. La investigadora añadió que la falta de comprensión sobre la importancia del tamizaje puede reducir la participación en prácticas preventivas y afectar negativamente los resultados en salud.

    Objetivos, metodología y muestreo del estudio

    La pregunta de investigación formulada fue: ¿cuáles son las prácticas de atención preventiva para el cáncer de mama en mujeres que asisten al Hospital Ryder en Humacao? Los objetivos planteados fueron describir a la población estudiada, medir el conocimiento sobre el cáncer de mama y las prácticas preventivas, e identificar tanto las barreras como los facilitadores asociados. 

    El estudio contó con la aprobación del comité de revisión institucional (IRB), otorgada el 4 de diciembre del año anterior. La metodología empleada fue de corte transversal, basada en la aplicación de un cuestionario estructurado para la recolección de datos cuantitativos.

    La investigación empleó el cuestionario adaptado de MARA (denominado SINs) para evaluar conocimientos sobre el cáncer de mama, riesgos percibidos y barreras relacionadas. A su vez, explicó Chayrivette Navarro Flores que "el cuestionario permitía evaluar conocimientos sobre el cáncer de mama, riesgos percibidos y barreras relacionadas". Este instrumento se administró en el Raíble Memorial Hospital, en Humacao, Puerto Rico, durante un período de tres meses a mujeres adultas de entre 21 y 35 años.

    Perfil sociodemográfico y características personales

    La selección de las participantes se realizó por muestreo de conveniencia. Los criterios de inclusión fueron: mujeres de 21 a 35 años, dispuestas a participar y sin diagnóstico previo de cáncer de mama; se excluyeron pacientes pediátricas, aquellas con antecedentes confirmados de cáncer y quienes presentaran algún tipo de limitación cognitiva. El cálculo del tamaño de muestra se realizó con el programa PINFO, asumiendo una frecuencia esperada del 50 % y un margen de error del 5 %, lo que arrojó un objetivo de 140 participantes.

    Del total de encuestas aplicadas, se recolectaron 143 cuestionarios completos, cada uno con 50 preguntas distribuidas en seis secciones: datos sociodemográficos, características personales, conocimientos sobre factores de riesgo de cáncer de mama, conocimientos sobre síntomas y signos, riesgos percibidos y barreras para la detección temprana. Las respuestas se puntuaron para generar resultados confiables y evaluables.

    A partir de los datos, se organizaron las respuestas en una hoja de cálculo de Excel, donde se identificaron y eliminaron valores atípicos. Asimismo, se efectuó la transformación de variables para normalizar las distribuciones, permitiendo analizar con mayor precisión factores predisponentes como el nivel educativo y las percepciones sobre el cáncer de mama.

    En cuanto a la caracterización sociodemográfica, un porcentaje significativo de las participantes contaba con estudios universitarios, lo cual, si bien se asocia positivamente con un mayor nivel de conocimiento, no garantiza la adopción de prácticas preventivas adecuadas.

    La sección dedicada a las características personales empleó el modelo de Gail para estimar el riesgo de desarrollar cáncer de mama a cinco años. Los resultados mostraron que la mayoría de las mujeres presentaba un riesgo inferior al promedio poblacional, aunque existía un subgrupo con riesgo moderado o alto que debería recibir seguimiento prioritario. 

    En contraste, al evaluar el riesgo a lo largo de toda la vida, más de la mitad de las participantes superó el promedio poblacional, lo que refuerza la necesidad de intervenciones a largo plazo, tanto educativas como médicas.

    La tabla de conocimientos sobre factores de riesgo reveló que fumar era el factor con mayor reconocimiento entre las participantes. En relación con los síntomas y signos, la pregunta que obtenía mayor porcentaje de respuestas correctas (76.92 %) fue la relativa al "bulto o engrosamiento en el seno", seguida por la presencia de nódulo en la región axilar. 

    Resultados sobre conocimientos y síntomas

    Sin embargo, otros signos menos evidentes, como la sensación de tirantez en el pezón o la superficie cutánea con aspecto de "piel de naranja", presentaron niveles de reconocimiento más bajos, lo que sugiere áreas de mejora en los programas de educación.

    En la dimensión de percepción de riesgo, los resultados indican que, aunque muchas mujeres reconocen la importancia de la detección temprana y realizan autoexámenes, persisten lagunas en el entendimiento de ciertos síntomas. Por ejemplo, la sensación de tirantez en el pezón y los cambios en la textura de la piel del seno fueron poco identificados como indicadores de alarma.

    Percepción de riesgo y barreras culturales

    Respecto a las barreras para el tamizaje temprano, se empleó una escala Likert en la que los ítems con puntuaciones más altas reflejaron el pudor y la vergüenza de exponer los senos ante profesionales de la salud. Este hallazgo confirma que el temor y la inhibición constituyen obstáculos relevantes para la práctica de exámenes clínicos, dificultando la participación activa en programas de prevención.

    "El número de cuestionarios recolectados fue de 143 participantes, con un total de 50 preguntas", señaló Navarro Flores, indicando el alcance del instrumento aplicado y su pertinencia para obtener datos sólidos (cita corregida únicamente en estilo).

    En síntesis, los resultados confirman que, aunque los conocimientos generales sobre cáncer de mama y la actitud hacia el autoexamen son aceptables en esta población, aún subsisten áreas críticas donde la educación y las estrategias de intervención deben reforzarse. 

    Este estudio permite identificar las barreras psicosociales (como el miedo y la vergüenza) y las limitaciones informativas, constituyendo insumos valiosos para diseñar campañas de sensibilización y programas de seguimiento clínico en Puerto Rico.

    La investigadora afirmó que el estudio también permitió identificar barreras culturales y creencias erróneas que pueden limitar la efectividad de las prácticas preventivas. La gráfica del modelo de Gail evidenció que la distribución del riesgo a 5 años muestra un grupo con riesgo elevado a corto plazo, mientras que la gráfica del riesgo a lo largo de la vida reveló que más de la mitad de las participantes acumulaban un riesgo superior al promedio poblacional. 

    Estos hallazgos destacan la necesidad de fortalecer la educación en salud e implementar un seguimiento clínico continuo para optimizar la atención preventiva del cáncer de mama.

    Discusión y comparación con estudios internacionales

    En la discusión, los resultados coinciden con el estudio base de Mago realizado en España, donde también se evidenció un bajo conocimiento sobre ciertos factores de riesgo, como el consumo de alcohol y el uso de terapias hormonales. En contraste, se encontró mayor conocimiento sobre signos comunes, como la presencia de bultos o secreción mamaria.

    Asimismo, el estudio reflejó una percepción subjetiva de bajo riesgo, algo que también fue observado en investigaciones realizadas en Tailandia e Inglaterra, utilizadas como parte de la revisión de literatura. En estas investigaciones se encontró que factores como el nivel educativo y el ingreso económico influyen tanto en la percepción como en la existencia de barreras, lo que refuerza la urgencia de intervenciones culturalmente adaptadas.

    Conclusiones principales

    El estudio demuestra que persisten deficiencias en el conocimiento sobre el cáncer de mama, lo cual afecta directamente las acciones de prevención. La falta de información sobre factores de riesgo menos conocidos puede limitar el éxito de las campañas educativas. Por tanto, se resalta la necesidad de diseñar programas educativos culturalmente sensibles y dirigidos específicamente a la realidad de las mujeres puertorriqueñas.

    La evaluación individualizada se plantea como una herramienta clave. El uso del modelo de Gail permitió identificar a las mujeres con mayor riesgo, facilitando su priorización para el seguimiento médico. Además, se destaca la importancia de considerar factores sociales como el nivel educativo e ingresos en el diseño de estrategias de salud pública.

    Limitaciones del estudio

    Una de las principales limitaciones fue su diseño transversal, que impide establecer relaciones de causa-efecto, permitiendo únicamente identificar asociaciones. Además, los resultados pueden haber sido afectados por sesgos de deseabilidad social o errores de memoria en las respuestas de las participantes.

    Fortalezas del estudio

    Entre sus fortalezas se encuentra el uso de un cuestionario validado y culturalmente adaptado, que permitió una evaluación confiable de la población puertorriqueña. También se valora la evaluación objetiva mediante el modelo de Gail, que complementó las percepciones subjetivas de riesgo. La diversidad en la muestra, al incluir mujeres de diferentes edades y niveles educativos, enriqueció la interpretación de los resultados y su aplicabilidad a nivel comunitario.

    Recomendaciones en salud pública

    • Fortalecer la educación en salud mamaria, desarrollando campañas informativas que aumenten el conocimiento sobre los factores de riesgo del cáncer de mama, especialmente aquellos menos reconocidos, como el consumo de alcohol, la menarquía temprana y el uso de hormonas.
    • Utilizar materiales educativos adaptados culturalmente y en el idioma local para mejorar la comprensión.
    • Mejorar la percepción del riesgo, diseñando estrategias de comunicación que alineen la percepción subjetiva con los datos objetivos, mediante testimonios, charlas y consultas personalizadas.
    • Implementar estrategias de detección temprana, priorizando el seguimiento individualizado para mujeres identificadas con riesgo elevado tanto a corto como a largo plazo, según el modelo de Gail.

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