La PET/TC con 18F-FDG fue fundamental para detectar metástasis retroperitoneales no visibles en estudios previos.
Un joven de 17 años consultó por una inflamación testicular izquierda de aparición súbita, con consistencia dura y dolor local, detectada de manera accidental. En el hospital de su localidad, se estableció el diagnóstico de orquitis (inflamación o hinchazón de uno o ambos testículos) y se inició tratamiento antibiótico, logrando alivio parcial del dolor, aunque el volumen de la masa no mostró cambio significativo. Ante la persistencia de la lesión, el paciente fue derivado a nuestro centro para una evaluación más exhaustiva.
En los antecedentes, el paciente no presentaba enfermedades sistémicas relevantes, no tenía historia personal ni familiar de tumores ni enfermedades hereditarias. En el examen físico, se confirmó la presencia de una masa palpable en el testículo izquierdo, no móvil, dolorosa a la palpación, sin signos inflamatorios adicionales.
Los estudios de laboratorio revelaron un nivel de alfafetoproteína (AFP) sérica marcadamente elevado (> 1210 ng/mL), mientras que la gonadotropina coriónica humana (HCG) se mantuvo dentro de rangos normales (< 0,1 mUI/mL).
La evaluación por imagen incluyó, en primera instancia, ecografía testicular, que identificó una masa quística en el polo superior del testículo izquierdo, con características en principio sugestivas de benignidad.
Posteriormente, la resonancia magnética pélvica con contraste mostró una lesión compleja en el testículo izquierdo, de bordes bien definidos pero con componentes sólidos y quísticos; en las secuencias ponderadas en T1 se observó señal de baja intensidad, mientras que en T2 la señal fue predominantemente alta.
Se describieron múltiples estructuras reticulares internas con baja señal en T1WI y T2WI, alta señal en DWI y realce significativo del componente sólido tras la administración de gadolinio. No se evidenciaron ganglios linfáticos de tamaño patológico en el área de exploración.
Ante la sospecha de neoplasia de células germinales testicular, se realizó orquiectomía radical izquierda. La pieza macroscópica medía 5,5 × 4,5 × 3,3 cm y, en el estudio histopatológico, se identificó un teratoma maduro formado mayoritariamente por tejidos bien diferenciados, con áreas focales de células epitelioides de aspecto heterotípico.
En la inmunohistoquímica, las células tumorales resultaron positivas para AE1/AE3, SALL4, CK7 y mostraron un índice de proliferación (Ki-67) del 20%, mientras que fueron negativas para marcadores como CD30, EMA, CEA, PLAP, AFP2, Vim, CD117, S-100, TTF1, PSA y CK20. Con base en estos hallazgos, se estableció el diagnóstico de teratoma maduro testicular pospuberal.
A los quince días de la cirugía testicular, el paciente permanecía asintomático, pero los niveles séricos de AFP continuaban elevados (> 1210 ng/mL). Dada la discrepancia entre la ausencia de hallazgos clínicos locales y el marcador tumoral persistentemente alto, se solicitó una tomografía computarizada (TC) de abdomen con contraste, que reveló una masa retroperitoneal irregular de tejido blando, de 8,4 × 10,0 cm, ubicada junto al borde izquierdo de la aorta abdominal y por debajo del hilio renal izquierdo.
La lesión mostraba cápsula incompleta y límites mal definidos, densidad interna heterogénea con múltiples áreas de necrosis irregulares, realce desigual tras contraste intravenoso y desdibujamiento del espacio graso adyacente.
Para valorar extensión sistémica y reestadificar, se realizó una tomografía por emisión de positrones con 18 F-fluorodesoxiglucosa (PET/TC). En las imágenes, la periferia de la masa retroperitoneal presentaba captación intensa de FDG, con un SUVmáx de 15,9, mientras que el centro del tumor mostraba captación baja, compatible con extensa necrosis. No se identificaron otros focos de captación patológica en el resto del cuerpo, descartando metástasis a distancia.
Ante estos hallazgos, el paciente se sometió a resección de la masa retroperitoneal, linfadenectomía retroperitoneal izquierda y nefrectomía del mismo lado. El examen patológico de la pieza quirúrgica demostró, nuevamente, un teratoma maduro sin identificación de otros componentes germinales.
La inmunohistoquímica fue positiva para AE1/AE3, CK7, AFP y mostró un índice de Ki-67 del 30%, con negatividad para CD30, OCT3/4, CK20 y p53. En consecuencia, el diagnóstico definitivo se planteó como teratoma maduro de testículo con metástasis retroperitoneal.
Los autores (Jiao et al) detallan que un mes después de la segunda cirugía, los niveles de AFP persistían elevados (> 1210 ng/mL). La nueva PET/TC de reestadificación mostró múltiples nódulos y masas de densidad de tejidos blandos distribuidos alrededor de la aorta abdominal, en topografía del bazo, el psoas mayor izquierdo, el pilar diafragmático izquierdo y la cavidad pélvica izquierda.
Algunas lesiones no presentaban límites claros respecto a intestinos adyacentes, glándula suprarrenal izquierda y músculo psoas. La captación de FDG en estas áreas fue heterogénea y alcanzó un SUVmáx de 22,5, apuntando a enfermedad metastásica recurrente de amplio volumen. Con base en estas observaciones, se instauró un esquema de quimioterapia combinada con bleomicina, etopósido y cisplatino (BEP).
En el seguimiento a los tres meses de iniciado el tratamiento sistémico, la PET/TC mostró que la mayoría de las lesiones metastásicas habían disminuido o desaparecido en diversos grados y presentaban captación de FDG reducida, con un SUVmáx de 8,4. La evaluación posterior, seis meses después de la primera exploración posquirúrgica, evidenció normalización de los valores de AFP y ausencia de captación patológica en las áreas previamente descritas, confirmando una respuesta metabólica completa al tratamiento.
El caso describe a un adolescente con un teratoma testicular pospuberal, una entidad poco frecuente en este grupo etario pero con comportamiento biológico maligno. Aunque el diagnóstico histopatológico confirmó un teratoma maduro, la persistencia de niveles elevados de AFP y la alta captación de FDG en la PET/CT sugerían la presencia de componentes tumorales más agresivos, posiblemente del saco vitelino, no identificados en el análisis anatomopatológico inicial.
Este tipo de discordancia entre hallazgos histológicos y marcadores tumorales es reconocida en la literatura, y resalta la importancia de herramientas complementarias como la PET/CT, no solo para la estadificación, sino también para la detección de recurrencias y la evaluación de la respuesta al tratamiento. En este caso, la PET/CT fue clave para evidenciar metástasis retroperitoneales y pélvicas, y para monitorizar la eficacia de la quimioterapia posterior.
Aunque los teratomas maduros pospuberales se consideran potencialmente metastásicos, su manejo continúa siendo un reto, especialmente en pacientes con marcadores persistentemente elevados. El seguimiento estrecho y la integración de métodos de imagen funcional como la PET/CT son fundamentales para una evaluación precisa y un abordaje terapéutico oportuno.