Adolescentes con obesidad abdominal presentarían agrandamiento de hipocampo y amígdala

El 34,6% de los adolescentes evaluados en el estudio presentaron obesidad abdominal, lo que afectó su desarrollo cerebral en regiones clave.

Mariana Mestizo Hernández

    Adolescentes con obesidad abdominal presentarían agrandamiento de hipocampo y amígdala

    La adolescencia representa una etapa crucial para el desarrollo físico, emocional y neurológico. No obstante, ciertos factores silenciosos podrían estar ejerciendo una influencia más profunda de lo que se suele reconocer sobre el bienestar futuro de las y los jóvenes. Un nuevo estudio advierte sobre la necesidad de revisar las prioridades actuales en salud pública.

    Investigaciones previas han identificado una relación entre la obesidad —particularmente la abdominal— y alteraciones en el desarrollo cerebral. Las regiones involucradas en la cognición y la regulación emocional parecen ser especialmente vulnerables ante este fenómeno.

    El peso de las desigualdades sociales en el desarrollo cerebral

    Las desigualdades en salud, como el acceso limitado a una educación de calidad, a entornos seguros y a una alimentación saludable, son factores ampliamente reconocidos en los problemas de salud física. Sin embargo, su impacto en el desarrollo cerebral y en las capacidades cognitivas ha sido menos explorado.

    Con el propósito de comprender mejor cómo interactúan la obesidad y las desigualdades estructurales en la salud sobre el desarrollo cerebral y la cognición, el doctor Augusto César F. De Moraes y un equipo de investigación internacional —con participación de instituciones en Estados Unidos, Brasil y España— analizaron los datos de 3.320 adolescentes que forman parte del estudio ABCD, una iniciativa longitudinal que examina cómo las experiencias en la infancia inciden en la salud cerebral y el desarrollo integral.

    Resultados presentados en un congreso europeo

    El análisis, liderado por la Escuela de Salud Pública de UTHealth Houston en Austin (Estados Unidos), plantea inquietudes relevantes sobre los efectos de la obesidad en el desarrollo del cerebro, así como en funciones como la memoria, el aprendizaje y el control emocional. Los hallazgos fueron presentados en el Congreso Europeo sobre Obesidad (ECO 2025), que se celebra este año en Málaga, España.

    Según los hallazgos del estudio, varias regiones cerebrales —incluidas aquellas implicadas en funciones clave como el aprendizaje, la memoria y el control emocional— presentaban un mayor volumen en adolescentes con obesidad abdominal en comparación con sus pares sin esta condición.

    Características de la muestra y metodología

    El estudio dio seguimiento a los participantes durante un periodo de cuatro años, desde 2016-2018 hasta 2020-2022. Los adolescentes fueron reclutados en ciudades de 17 estados de Estados Unidos y, al inicio del estudio, tenían una edad promedio de 9,9 años; el 47,4% eran niñas. De los 3.320 adolescentes evaluados, el 34,6% presentaba obesidad abdominal.

    Para analizar la estructura cerebral, se realizaron estudios de resonancia magnética estructural que permitieron evaluar el volumen de diversas áreas subcorticales del cerebro, entre ellas la amígdala, el hipocampo, el núcleo caudado, el accumbens, el pálido, el putamen y el tálamo. Por su parte, las desigualdades en salud se midieron a través del Índice de Oportunidades Infantiles, una herramienta que considera características del entorno, como la calidad educativa, la accesibilidad peatonal, la disponibilidad de alimentos saludables y la presencia de espacios verdes.

    Cambios notables en el hipocampo y la amígdala

    Los resultados mostraron un agrandamiento significativo en algunas regiones cerebrales de los adolescentes con obesidad abdominal. Los cambios más notorios se observaron en el hipocampo —implicado en la memoria y el aprendizaje— y en la amígdala, que desempeña un papel central en la regulación emocional. En promedio, el hipocampo fue un 6,6% más grande, y la amígdala, un 4,3% más grande en comparación con los adolescentes sin obesidad abdominal.

    La amígdala era particularmente grande en adolescentes con niveles muy altos de grasa abdominal (una relación cintura-altura de más de 0,5). Esto plantea preocupaciones de que el exceso de grasa corporal afecte la forma en que el cerebro maneja las emociones, dicen los investigadores.

    El tálamo (que transmite información sobre el movimiento, la audición, el gusto, la vista y el tacto) y el núcleo caudado (que ayuda a controlar el movimiento) mostraron aumentos más pequeños de tamaño. El estudio también reveló que los adolescentes de zonas con menores oportunidades mostraron un menor desarrollo en regiones cerebrales clave, como el hipocampo, el putamen y la amígdala, en comparación con sus compañeros de zonas con mayores oportunidades.

    "Esta diferencia fue aún más pronunciada entre los adolescentes con obesidad abdominal persistente", manifestó el Dr. De Moraes. "Esto pone de relieve la urgente necesidad de abordar tanto la desigualdad social como los riesgos para la salud para promover no solo el bienestar físico, sino también el desarrollo cerebral saludable en los jóvenes", añade.

    Prevenir la obesidad es también proteger la salud cerebral

    Los autores explican que, en el contexto de un cerebro joven en desarrollo, tanto la disminución como el aumento del crecimiento pueden ser perjudiciales. Por lo tanto, un desarrollo cerebral inferior al normal, como se observa en adolescentes en áreas con menos oportunidades, o áreas cerebrales más grandes de lo normal debido a la inflamación causada por la obesidad, pueden ser perjudiciales.

    El Dr. De Moraes, advierte que la obesidad abdominal podría tener efectos negativos en funciones cerebrales como la memoria, el aprendizaje y el control emocional durante la adolescencia. A su juicio, estos cambios estructurales podrían tener implicaciones a largo plazo en la salud cognitiva.

    “Por eso creemos que es tan importante fomentar hábitos más saludables desde el principio, no solo para la salud física, sino también para la salud cerebral”, concluye.



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