Con más de tres décadas de trayectoria, esta madre y estratega ha hecho de la empatía su brújula en el mundo de la salud.
En el universo cambiante y demandante de la comunicación estratégica, encontrar una voz auténtica y mantener el propósito intacto no es tarea sencilla. Para Mabel Pola Montero, madre, profesional, y asesora en el sector salud, esa voz ha estado guiada, desde siempre, por los valores que la definen como mujer: el amor, la integridad y la empatía.
"Pienso que esencialmente el amor. Es la esencia, es lo que emana de mí, junto a la integridad. De la integridad se desprenden la fuerza, la constancia y la firmeza".
Con 32 años de experiencia en la industria de las comunicaciones y un profundo compromiso con el bienestar social, Mabel ha sabido abrirse paso en uno de los sectores más sensibles: el de la salud. Su enfoque combina estrategia y sensibilidad, claridad y humanidad.
Desde sus primeros años en la profesión, Mabel entendió que para destacar en un entorno saturado de mensajes era necesario más que conocimiento técnico: hacía falta autenticidad.
"La industria de las comunicaciones es una industria donde existe mucho ruido. Tenemos que abrir camino propio, levantar voz propia y hacerlo desde la autenticidad, que es lo que realmente nos va a definir".
Ese principio ha guiado su trabajo en medios, agencias y organizaciones de salud. En un sector que exige rigor, transparencia y sensibilidad, Mabel ha puesto la empatía como eje central de toda estrategia.
"El campo de la salud requiere mucha empatía, mucha honestidad. Es un proceso del que sigo aprendiendo día tras día", admite.
Desde hace seis años, Mabel forma parte del equipo estratégico del Hospital Damas, en Ponce, la institución hospitalaria más antigua del área sur de Puerto Rico. Su trabajo allí no solo ha fortalecido la imagen institucional, sino que ha transformado la forma en que se relacionan con la comunidad.
"Brindar servicios en el Hospital Damas ha sido una oportunidad de mucho crecimiento profesional y personal. Hemos logrado una comunicación mucho más cercana, más íntima. Queremos que las personas que buscan servicios sientan que van a un lugar donde los van a tratar, donde se les escucha", expresa con gratitud.
Ese enfoque humano ha sido clave para generar confianza entre públicos diversos, desde pacientes hasta proveedores y personal médico, siempre con una visión clara y metas firmes.
Hablar con Mabel es escuchar una voz sincera que no teme mostrar las complejidades de equilibrar el trabajo con la maternidad. Madre de un hijo, reconoce que durante mucho tiempo vivió con un fuerte sentimiento de culpa, un conflicto que muchas mujeres enfrentan, pero pocas verbalizan.
"Yo no creo que exista balance. Si estás trabajando dieciséis horas, no estás en tu casa con tus hijos. Si estás todo el tiempo en casa, posiblemente estás perdiendo oportunidades de crecimiento profesional. Por muchos años fue una gran contradicción para mí", confiesa.
Hoy, esa contradicción ha dado paso a una nueva manera de vivir y trabajar, basada en la atención plena.
"Si estoy trabajando, estoy absolutamente enfocada en eso. Si estoy compartiendo con mi familia, también. Eso me permite disfrutar sin remordimientos", afirma.
Cuando se le pregunta si hubo un momento que marcó un cambio en su forma de ver la vida profesional, Mabel responde con una claridad que solo dan los años: fue el propio camino el que la transformó.
"No existe un balance externo perfecto, pero sí existe un balance interno. No es algo que uno alcanza y ya. Es un trabajo diario, un proceso continuo que tiene que ver con escucharse, saber cuándo algo no está bien, y ajustar", reflexiona.
Aunque mantiene el mismo sentido de urgencia y compromiso con el que comenzó a los 19 años, hoy cultiva un propósito más profundo: la calma.
"La industria no dormía hace 30 años, y hoy duerme mucho menos. Pero no podemos estar montados en ese tren las 24 horas. Es necesario descansar, pensar antes de responder. Si no lo haces por ti, no podrás hacerlo bien por tu familia, ni por tus clientes, ni por el público al que te diriges", sostiene.
En su rol como madre, líder y profesional, Mabel aspira a dejar un legado que inspire a otras mujeres a liderar con ética y propósito.
"El alto sentido de ética ha marcado mi carrera. La disciplina, la integridad y la coherencia son valores que me gustaría dejarle tanto a mi hijo como a las futuras generaciones de mujeres que aspiran a cargos de liderazgo", afirma.
Cuando se le pide que envíe un mensaje a su "yo" del pasado, esa joven que comenzaba a lidiar con las exigencias de ser madre y profesional al mismo tiempo, responde con ternura:
"Yo me enviaría un fuerte abrazo. Y me diría: todo va a estar bien".