El colesterol elevado podría acelerar el deterioro cognitivo y aumentar el riesgo cardiovascular

La dieta y el estilo de vida habitual se asocia a procesos biológicos que inciden en el desarrollo de enfermedades crónicas

Laura Guio

    El colesterol elevado podría acelerar el deterioro cognitivo y aumentar el riesgo cardiovascular

    Según la Organización Mundial de la Salud, más de 1.13 mil millones de personas viven con niveles de colesterol elevados; de ellas, alrededor del 39 % desarrollará algún tipo de enfermedad cardiovascular antes de los 70 años si no se controla este factor. 

    Sumado a eso, las proyecciones de la Alzheimer´s Disease International estiman que los casos de demencia se duplicarán para 2050, alcanzando los 139 millones de afectados. 

    La convergencia de estas cifras pone de relieve la necesidad de intervenciones oportunas y sostenidas en hábitos de vida.

    ¿Cómo el colesterol impacta el cerebro?

    El colesterol LDL se deposita en la íntima arterial formando placas ateromatosas que reducen el flujo sanguíneo. En el corazón, esto conlleva infartos agudos de miocardio; en el cerebro, isquemia crónica y microinfartos silenciosos.

    Así mismo, la inflamación persistente y el estrés oxidativo asociados a estas placas aceleran la neurodegeneración, facilitando la acumulación de proteína beta-amiloide y tau, marcadores clásicos de la enfermedad del Alzheimer

    En la Alzheimer´s Association International Conference 2025, investigadores del Massachusetts General Hospital presentaron datos de un seguimiento de 12 años a 2 500 adultos mayores. 

    Concluyeron que quienes mantenían un LDL por encima de 130 mg/dL tenían un 2.3 veces más riesgo de desarrollar demencia vascular y un 1.8 veces más de padecer alzhéimer, en comparación con sujetos con LDL por debajo de 100 mg/dL. Estos resultados respaldan la inclusión del colesterol alto en la lista de factores de riesgo modificables de la demencia.

    Grupos de alimentos que disparan el colesterol

    El tipo y la calidad de las grasas consumidas determinan en gran medida los niveles de colesterol:

    Carnes rojas y procesadas:

    Corte y porción: Limitar a 85 g diarios de cortes magros (lomo, solomillo) y alternar con pescado azul rico en ácidos grasos omega-3 (salmón, sardinas) que favorece el HDL ("bueno")5.

    Embutidos: Panceta, chorizo y salchichas deben reservarse solo para ocasiones especiales.

    Frituras y snacks industriales:

    Grasas trans y saturadas: Los aceites reutilizados y las grasas parcialmente hidrogenadas que se forman en frituras elevan el LDL y disminuyen el HDL, además de aumentar el riesgo de obesidad y síndrome metabólico.

    Productos de panadería y ultraprocesados: Azúcares añadidos, harinas refinadas y jarabes de fructosa contribuyen al incremento del colesterol vía lipogénesis hepática. 

    Sustitutos naturales como puré de banana o compota de manzana pueden reducir hasta un 30 % la grasa saturada en recetas caseras.

    Aceites y leches vegetales: Evitar coco y palma. Optar por aceites ricos en mono y poliinsaturados (oliva, girasol, canola) que mejoran el perfil lipídico.

    Bebidas azucaradas: El alto índice glucémico de refrescos y jugos industriales dispara la producción de VLDL y LDL; la fermentación de fructosa en el hígado genera triglicéridos, otro componente aterogénico

    Importancia del estilo de vida integral

    Actividad física: 150 minutos semanales de ejercicio moderado (caminar, nadar, ciclismo) elevan el HDL y contribuyen a la salud vascular cerebral8.

    Control de peso: El sobrepeso y la obesidad agravan la dislipidemia; una pérdida del 5–10 % del peso corporal mejora significativamente el perfil lipídico.

    Tabaco y alcohol: Fumar reduce el HDL y promueve inflamación; el consumo excesivo de alcohol aumenta triglicéridos y calorías vacías.




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