Valentina Jurado, la madre que convirtió el duelo en esperanza para otros bebés

Valentina ha donado litros de leche materna en medio del duelo por la pérdida de su hija recién nacida.

Mariana Mestizo Hernández

    Valentina Jurado, la madre que convirtió el duelo en esperanza para otros bebés

    Valentina Jurado es una madre que convirtió el duelo en un acto de amor colectivo: la donación de leche materna al Banco de Leche Humana del Hospital Universitario del Valle. Su historia es un testimonio conmovedor de fortaleza, generosidad y resiliencia.

    Después de saber que su hija venía en camino, Valentina experimentó una conexión profunda con la maternidad. "Desde que estoy muy joven, desde que tengo uso de razón, he querido ser mamá. Y cuando ese sueño se me convirtió en una realidad, fue la entrega de amor más hermosa que he experimentado en todo sentido", recuerda.

    El nacimiento de Amara, sin embargo, trajo consigo un diagnóstico inesperado: transposición de grandes arterias, una cardiopatía congénita en la que la aorta y la arteria pulmonar están invertidas, lo que impide que la sangre se oxigene adecuadamente. Según MedlinePlus, esta afección puede causar cianosis, dificultad respiratoria y otros síntomas graves.

    Aunque Valentina asistió rigurosamente a todos los controles prenatales, la enfermedad no fue detectada hasta después del parto. Amara fue sometida a una cirugía correctiva el 13 de noviembre de 2024. Al salir del procedimiento, desarrolló hipertensión pulmonar, una complicación que sus pulmones no lograron resistir. Poco tiempo después, falleció con tan solo 37 días de nacida.

    La transformación del dolor en esperanza

    Frente a la pérdida, Valentina tomó una decisión que transformó su dolor en esperanza para otros recién nacidos: se convirtió en donante de leche materna.

    "Desde el principio tuve una sobreproducción de leche. Había creado un banco para Amara y, cuando ella falleció, tenía tres congeladores en distintas casas llenos. Sentí que debía entregarla de alguna forma a otros bebés. Entonces yo dije, esto se lo tengo que dar de alguna otra forma a bebés y empecé, digamos, a investigar el tema como de la donación de leche materna", contó.

    Asimismo, Jurado recordó que, en las últimas semanas de vida de su hija, ya contemplaba la posibilidad de donar leche materna, no solo por la cantidad almacenada, sino por el deseo de que esa producción tuviera un propósito más allá.

    "Entonces yo decía: tengo que buscar la forma de esta lechita poderla ir donando también, porque ella ya tiene demasiada, o sea, yo ya tenía demasiada guardada. Y ahí fue donde entonces me enteré que el Hospital Universitario del Valle tenía un banco de leche y que aceptaba la donación de leche materna, y ahí inicia el proceso", relató.

    Donar leche materna se ha convertido en una parte esencial en la vida de Valentina Jurado. Para ella, esta acción ha significado mucho más que un gesto solidario: ha sido una forma de encontrar sentido en medio de la pérdida.

    "La verdad, para mí ha sido todo. Ha sido como un propósito en medio de tanto dolor, de la ausencia física de Amara", expresó.

    En las últimas semanas de vida de su hija, Valentina ya contemplaba la posibilidad de donar. Había acumulado grandes cantidades de leche debido a una sobreproducción, y sentía que debía hacer algo con ella. Al enterarse de la existencia del Banco de Leche Humana del Hospital Universitario del Valle, inició el proceso de donación, con la certeza de que esa leche debía llegar a quienes la necesitaran.

    "El poder decir que Amara, seis meses después de su nacimiento, sigue estando presente en la vida y en la tierra, dándole la lechita a muchos bebés, es hermoso", explicó. La idea de alimentar a otros recién nacidos, muchos de ellos con enfermedades graves o nacidos de forma prematura, le dio un nuevo sentido a su maternidad interrumpida.

    La fragilidad de los recién nacidos y la importancia de la leche materna

    Jurado sabe, por experiencia, la fragilidad que viven los bebés en unidades de cuidado intensivo. Por eso, considera vital que reciban todos los nutrientes, defensas y anticuerpos que la leche materna puede ofrecer. En algunos casos, como cuando las madres tienen VIH o han fallecido en el parto, la donación se convierte en una forma literal de salvar vidas.

    "Por ejemplo, una vez que visité el banco de leche, yo pedí que me permitieran entrar a una unidad de cuidados intensivos para ver a los bebés que estaban recibiendo la lechita de Amara y ahí vi a un bebé que había acabado de nacer, pónganle que hace seis horitas, y ellos me dijeron que la mamá había muerto en el parto e iban a empezar a alimentarlo con mi leche", memoró.

    Jurado reflexionó que muchas veces se asume que la lactancia solo es posible cuando la madre está presente, pero su experiencia le demostró lo contrario. Para ella, donar leche ha sido una forma de brindar amor y apoyo a bebés que, por diferentes circunstancias, no pueden ser alimentados por sus propias madres. En ese gesto encontró una manera profundamente humana y amorosa de transitar el duelo.

    El consuelo del gesto anónimo

    El primer impacto de saber que su leche estaba ayudando a otro bebé a sobrevivir fue profundo. Lo primero que sintió fue gratitud hacia Amara, pues para Valentina, todo lo que ha logrado con la donación es posible gracias a los breves pero significativos 37 días que su hija estuvo con vida. Al mismo tiempo, experimentó una emoción muy particular: la de una madre que, incluso sin conocer a quien recibe la leche, puede intuir el agradecimiento de aquellas mujeres que, por diversas razones, no pueden alimentar a sus hijos.

    "Yo sentía directamente como ese agradecimiento de esa mamá, así no estuviera diciendo gracias, porque tu lechita está ayudando a mi bebé a sobrevivir, así sea sin mí", confesó. Para ella, ese gesto anónimo encierra una conexión maternal silenciosa pero poderosa, donde el amor traspasa las ausencias.

    Redes sociales como espacio de acompañamiento en el duelo

    Además de compartir información sobre lactancia materna, Valentina Jurado ha convertido sus redes sociales en un espacio de acompañamiento para otras mujeres que, como ella, transitan el duelo por la pérdida de un hijo. Su historia empezó a tomar forma pública cuando, dos meses después de la partida de Amara, se encontró en un estado de desesperación profunda. Nada lograba reconectarla con la vida salvo el recuerdo de su hija. Hacerle álbumes, escribirle, hablar de ella, eran las únicas acciones que le daban sentido a los días.

    Fue en ese punto límite donde decidió fijarse una meta mínima para sobreponerse: levantarse de la cama y bañarse. Esa intención inicial derivó, de manera casi espontánea, en la creación de un perfil en redes donde comenzó a documentar su proceso. Lo hizo primero por necesidad personal, como un diario íntimo más que como un proyecto con proyección colectiva.

    "Yo no tenía expectativas de que fuera a conectar con otras mamás. Uno cuando está en duelo cree que es la única, que nunca va a encontrar otra mamá igual", cuenta. La sorpresa llegó cuando empezó a recibir mensajes desde toda América Latina. Su testimonio encontraba eco en cientos de mujeres que también habían vivido la muerte de un hijo y que, a través de su contenido, sentían compañía y comprensión.

    Aunque su intención inicial no fue convertirse en referente para otras madres, hoy reconoce que su proceso ha servido de consuelo para muchas. El enfoque que le ha dado a sus publicaciones ha sido clave: lejos de sumirse en la tragedia, ha optado por visibilizar a Amara desde el amor. "Siempre quiero mostrar a mi bebé de la forma más amorosa posible", afirma.

    A tres meses de haber publicado su primer video, Valentina sigue sorprendida por la comunidad que se ha creado a su alrededor. Madres que llevan décadas en duelo le escriben para agradecerle. Y ella, que todavía se siente en una etapa temprana de su propio proceso, ha logrado ofrecer un lugar de encuentro, un "abracito", como lo llama, para quienes buscan comprensión en medio del dolor.

    Cuando se le pregunta qué mensaje daría a otras madres que atraviesan un duelo como el suyo, Valentina responde desde la experiencia de quien ha aprendido a canalizar el amor que quedó suspendido tras la pérdida. Reconoce que una de las sensaciones más difíciles es esa de tener "los brazos vacíos" y las manos llenas de un amor que no sabe dónde depositarse.

    Por eso, recomienda buscar formas de entrega simbólica: visitar un hospital, donar ropa o escribir pueden convertirse en actos que transforman el dolor en algo compartido y sanador. Cada madre puede encontrar su propio camino para sublimar esa ausencia, pero lo fundamental, dice, es no reprimir ese amor.

    "Todo este dolor puede ser transformado en amor de una manera muy linda", afirma. Para ella, maternar no se limita a tener al hijo en brazos. Es un vínculo que trasciende el cuerpo, que se sostiene en la entrega, la memoria y la compasión. "Maternar no solo quiere decir que yo tenga a mi bebé conmigo. Podemos maternar de muchísimas formas".

    Para Valentina, los espacios de sanación no se limitan a lo simbólico o digital. También han sido fundamentales su entorno cercano y las redes de otras madres en duelo. "Mi familia y mis amigos han sido mi red de apoyo, han sido el sustento", afirma, pero enfatiza que el vínculo con otras mujeres que han vivido lo mismo ha sido igualmente importante: "Solo ellas saben lo que pasamos y todos los sentimientos y las emociones que tenemos a cada minuto y en cada segundo".

    La importancia del acompañamiento emocional en el duelo perinatal

    Reconoce que salir al mundo después de una pérdida tan devastadora puede ser abrumador, como si una parte de su ser ya no encajara más en la realidad. No obstante, ha recibido apoyo inesperado incluso de profesionales de la salud que la han contactado por redes sociales para decirle: "Te comprendo, eso es lo que yo vivo día a día, eso es lo que vivimos en las UCI neonatales."

    Desde su experiencia, Valentina hace un llamado claro: es urgente fortalecer los sistemas de acompañamiento en las instituciones de salud. "La mayoría de instituciones cuando uno pierde un hijo hacen el proceso y ya. Pero esa es la realidad que se vive no solo en Colombia, sino en todo el mundo." Explica que, aunque cueste creerlo, los bebés también mueren, y que muchas mujeres —como ella— no eran conscientes de esa posibilidad hasta que les ocurrió.

    Este tipo de duelo, insiste, es integral: "Este dolor no es solo psicológico, no es solo emocional, no es solo físico. Nosotras las mamás quedamos en un posparto igual que una mamá que sí tiene a su bebé", atravesando los mismos cambios hormonales y físicos, pero sin el hijo en brazos.

    Por eso insiste en que el acompañamiento debe abarcar todas las dimensiones: emocional, psicológica, física y espiritual, sin importar las creencias. "Perder un hijo... yo ni siquiera tengo la palabra para describirlo. Solo es como que duelen todos los aspectos."

    Y lo más duro, agrega, es la desconexión con una sociedad que espera normalidad. "Ustedes me ven aquí y yo me veo bien físicamente, respiro, estoy aquí, pero en realidad es una desconexión total con esta realidad."

    Valentina también ha tenido contacto con instituciones que desarrollan talleres de duelo: liberación de mariposas, cartas simbólicas, encuentros semanales con psicólogas. Aplaude esas iniciativas, pero cree que se necesita aún más humanidad en los gestos cotidianos. "Una simple empatía del equipo de salud con esa mamá puede marcar la diferencia".

    Por eso, siempre que habla con personal médico, les deja un mensaje claro, "traten a la mamá en duelo como si fuera su mamá, su hermana, su esposa o su amiga. Quítense la bata de médico y pónganse en el papel de ser humano. De corazón a corazón".

    Respecto a sus sueños a corto y mediano plazo, Valentina comparte que su vida se detuvo por completo tras la pérdida de su hija. Sin embargo, con el tiempo y de forma muy orgánica, ha empezado a construir un nuevo propósito que gira en torno al acompañamiento a otras madres en duelo.

    Uno de sus anhelos más próximos es poder encontrarse físicamente con estas mujeres, muchas de las cuales ha conocido de manera virtual. Quiere ofrecerles un espacio de cercanía y contención, donde el abrazo y la presencia directa permitan sostener el dolor de forma compartida. También le interesa llevar su voz a escenarios profesionales donde se hable del duelo perinatal, como congresos, simposios o publicaciones médicas, con el fin de aportar desde la experiencia vivida.

    A mediano plazo, sueña con abrir bancos de leche en distintas ciudades del país. Aunque la donación de leche humana sigue siendo poco conocida en Colombia y en muchas partes del mundo, ella ha comprobado que puede representar una vía poderosa de sanación para las madres en duelo. Su intención es que tanto los bebés hospitalizados como las mujeres que atraviesan este tipo de pérdidas puedan beneficiarse de una red de apoyo basada en la solidaridad y el amor transformado.

    A partir de su experiencia, Valentina ha imaginado la posibilidad de crear un espacio para acompañar a otras madres que transitan por procesos similares. Se lo representa como un lugar lleno de amor, donde cada mujer pueda reconstruirse poco a poco desde todas sus dimensiones: emocional, física, espiritual, profesional y personal. Reconoce que cuando una madre pierde a su hijo, muchas partes de sí misma se desmoronan, por lo que propone una especie de "curita" simbólica para cada ámbito afectado. Su propuesta no busca pasar la página ni negar el dolor, sino más bien aprender a integrarlo y a vivir con él sin perder de vista que el duelo no tiene un final definido, y que no se trata de olvidar, sino de transformar.

    "El amor de madre trasciende fronteras, trasciende tiempo, trasciende dimensiones y que es algo tan fuerte y una conexión tan inmensa que tenemos las madres y los hijos que eso nunca se acabará, el amor nunca, nunca se limita y el amor solo se transformará y solo se expandirá en todas sus formas", concluyó.



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