En el marco del Día del Padre, recordamos a tres figuras fundamentales de la medicina moderna en Puerto Rico, cuya vocación por la salud ha estado marcada también por un profundo sentido de compromiso humano y familiar.
La medicina en Puerto Rico ha sido forjada por hombres y mujeres comprometidos con la ciencia, la compasión y la justicia. En esta ocasión, tres médicos puertorriqueños nos muestran cómo el ejercicio de sanar también puede ser una herencia emocional y ética transmitida entre generaciones.
El Dr. Ramón Emeterio Betances, pionero del siglo XIX, sentó las bases de la medicina académica y la salud pública en la isla, mientras luchaba por la libertad y la justicia social.
En tiempos contemporáneos, el Dr. Óscar Soto Raíces y el Dr. Juan Carlos Orengo Valverde han continuado ese legado, fusionando la excelencia profesional con los valores familiares que heredaron y hoy transmiten a sus hijos.
El Dr. Ramón Emeterio Betances, nacido en 1827 en Cabo Rojo, fue una de las figuras más influyentes del siglo XIX en Puerto Rico, destacándose como médico, intelectual y líder político.
Tras formarse en la Universidad de París y obtener su doctorado en Medicina y Cirugía, regresó a la isla en 1856, donde se enfrentó con valentía a una epidemia de cólera en Mayagüez. Su labor durante la crisis, atendiendo a miles de personas y aplicando medidas sanitarias innovadoras, consolidó su reputación como "El Médico de los Pobres".
Además de su destacada práctica médica en múltiples especialidades como obstetricia, oftalmología y epidemiología, Betances fue un defensor incansable de la educación y la justicia social. Fundó hospitales, ofreció atención gratuita a los necesitados y contribuyó al desarrollo de la medicina académica en Puerto Rico.
Paralelamente, su obra literaria reflejaba una profunda sensibilidad humanista y compromiso con el pensamiento progresista de su tiempo.
Betances también fue una figura clave en la lucha por la abolición de la esclavitud y la independencia de Puerto Rico. Fundador de la Sociedad Abolicionista Secreta y autor de los "Diez Mandamientos de los Hombres Libres", inspiró el Grito de Lares en 1868.
Pasó sus últimos años en Francia, donde continuó su labor política y médica. Murió en 1898, dejando un legado como prócer de la nación y símbolo de lucha por la libertad, la salud pública y los derechos humanos.
El Dr. Oscar Soto-Raíces, reumatólogo puertorriqueño, presidente de la Fundación FER y editor jefe de la Revista Medicina y Salud Pública, descubrió su vocación durante una rotación electiva en su cuarto año de medicina en la Universidad Central del Caribe.
"Siempre me ha gustado la medicina, pero más que nada por esa naturaleza curiosa que tengo, que siempre me ha llevado a investigar y conocer cosas nuevas", relata el especialista.
Graduado en 1994, completó su especialidad en Medicina Interna en University of South Florida y su sub especialidad en Reumatología en Emory University School of Medicine. Su filosofía de vida refleja los valores inculcados por sus padres:
"Mis papás trabajaron muchísimo para que, no solamente tuviéramos lo mejor, sino para que pudiéramos ser exitosos en el futuro", reconoció el médico, quien busca ser un ejemplo para sus hijos como sus padres lo fueron para él.
La trayectoria profesional del Dr. Soto Raíces está profundamente influenciada por la figura de su padre, un psicólogo clínico y profesor universitario que dejó una huella imborrable en su formación.
"Cuando hablamos de paternidad y quizás el rol de la influencia en particular, llevo siendo muy, pero muy presente todo lo que aprendí y todo lo que viví de mi papá. Y es algo que lo uso en mi día a día, no solamente como padre, sino como profesional, en la ética de trabajo."
Según explica admiraba a su padre, no solo como persona, sino como profesor y comunicador, y sus enseñanzas lo siguen motivando a luchar en lo profesional y personal.
"En la importancia de poder ayudar a los demás a comunicar, especialmente yo en el de salud porque me parece importante poder educar y comunicar a otra gente llevar ese mensaje que pueda ayudar a otras personas. Eso lo aprendí de mi papá". Dice el Dr. Oscar con nostalgia.
El Dr. Juan Carlos Orengo Valverde encarna el equilibrio entre la excelencia profesional y la vida familiar. Su trayectoria en la salud pública de Puerto Rico ha ido de la mano con una vida personal rica en valores y compromiso.
Llegó al país en 1989 desde España para cursar una maestría en epidemiología en el Recinto de Ciencias Médicas, donde conoció a la Dra. Vivian Green, quien se convirtió en su esposa. Juntos formaron una familia multicultural que ha cultivado tanto sus raíces españolas como su vínculo con Puerto Rico.
En 1997, con sus hijos Javier y Arantza aún pequeños, la familia se trasladó a Las Palmas de Gran Canaria para que ambos padres completaran sus doctorados. A su regreso en 2001, la familia se expandió con la llegada de su tercera hija, Alexia. Esta experiencia internacional no solo fortaleció sus lazos como familia, sino que también nutrió su visión de la salud y el bienestar desde una perspectiva global.
Para el Dr. Orengo, la salud pública no es solo una profesión, sino un estilo de vida que ha compartido con sus hijos: caminar, visitar museos o disfrutar la playa son, para él, actos cotidianos de bienestar. Esa visión integral ha sido parte de la educación familiar.
En este Día del Padre, la historia del Dr. Orengo destaca por su capacidad de integrar la paternidad con pasión profesional. "La familia siempre ha ido junta", afirma, reflejando una vida en la que sus hijos no solo han sido testigos, sino también parte activa de su recorrido. Su historia nos recuerda que la salud pública, como él bien dice, comienza en casa, con valores, amor y presencia constante.