Un estudio del Centro de Regulación Genómica (CRG) de Barcelona revela que el VHS-1 reorganiza deliberadamente la arquitectura tridimensional del ADN humano para acceder a los genes más útiles para su replicación.
El VHS-1 infecta de por vida a casi dos tercios de la población mundial menor de 50 años. Aunque la mayoría de los casos son asintomáticos o se manifiestan como herpes labial, en algunas personas (como recién nacidos o inmunocomprometidos) puede causar infecciones graves, incluyendo ceguera o encefalitis.
Una investigación reciente publicada en Nature Communications, documenta que investigadores han demostrado que el virus reorganiza la arquitectura tridimensional del ADN del huésped a pocas horas de la infección.
"VHS-1 es un interiorista oportunista que remodela el genoma humano con gran precisión y elige con qué partes entra en contacto", explicó Esther González Almela, primera firmante del estudio.
Uno de los hallazgos más relevantes del estudio es que el virus depende de la enzima humana topoisomerasa I para poder reordenar el genoma.
Esta enzima normalmente ayuda a aliviar la tensión en el ADN cuando se replica o transcribe, pero el VHS-1 la secuestra para sus propios fines. Al inhibir esta enzima, los científicos lograron frenar completamente la capacidad del virus para reprogramar el núcleo celular.
"En cultivo celular, la inhibición de esta enzima detuvo la infección antes de que el virus pudiera producir una sola partícula nueva", señaló Pia Cosma, profesora de investigación ICREA y autora principal del trabajo.
Este descubrimiento ofrece una estrategia prometedora para bloquear la infección desde sus primeras etapas y podría ser la base de nuevas terapias antivirales, especialmente frente al aumento de cepas resistentes a los medicamentos existentes.
Los investigadores observaron que la toma de control celular comienza apenas una hora después de la infección. Utilizando técnicas avanzadas como la microscopía de superresolución y la tecnología Hi-C (que permite mapear las interacciones físicas entre fragmentos de ADN), descubrieron cómo el virus configura la arquitectura del genoma desde adentro.
La ARN-polimerasa II humana, fundamental para la transcripción de genes, es una de las primeras en ser secuestrada por el virus, que la utiliza para sintetizar sus propias proteínas. La topoisomerasa I y la cohesina la siguen hacia compartimentos recién formados donde se organiza la replicación viral.
Tres horas después de la infección, gran parte de estas proteínas han abandonado sus funciones en el genoma del huésped. El resultado: la transcripción genética cae drásticamente y el ADN se compacta hasta en un 70 %, lo que colapsa la actividad celular.
La alta prevalencia del virus y su capacidad para permanecer latente y reactivarse lo convierten en un importante problema de salud pública. A esto se suma la creciente resistencia a los tratamientos actuales, lo que hace urgente la búsqueda de nuevos enfoques terapéuticos