Resulta particularmente llamativo que Medicare actualmente sí cubra estos mismos compuestos cuando son prescritos para diabetes tipo 2, pero no cuando se indican específicamente para obesidad.
El Gobierno de Donald Trump ha decidido no incluir los medicamentos contra la obesidad en la cobertura del programa Medicare, revirtiendo así una propuesta presentada previamente por la administración de Joe Biden.
Esta decisión, anunciada por los Centros de Servicios de Medicare y Medicaid (CMS), afecta específicamente a fármacos innovadores como Zepbound (de Eli Lilly) y Wegovy (de Novo Nordisk), pertenecientes a la clase terapéutica GLP-1, que han demostrado alta eficacia en el tratamiento de la obesidad pero cuyo elevado costo -entre 900 y 1.300 dólares mensuales sin cobertura- los hace inaccesibles para muchos beneficiarios del programa federal que atiende principalmente a personas mayores de 65 años.
La polémica decisión llega después de que la administración Biden propusiera en noviembre una norma para ampliar la cobertura de estos tratamientos, iniciativa que no llegó a finalizarse antes del cambio de gobierno.
Resulta particularmente llamativo que Medicare actualmente sí cubra estos mismos compuestos cuando son prescritos para diabetes tipo 2, pero no cuando se indican específicamente para obesidad, una discrepancia que expertos médicos y la industria farmacéutica han calificado como contradictoria, dado que se trata del mismo principio activo.
Los medicamentos en cuestión han demostrado en ensayos clínicos una capacidad para reducir el peso corporal entre un 15% y 20%, además de disminuir significativamente el riesgo de desarrollar diabetes tipo 2.
Novo Nordisk, fabricante de Wegovy, se limitó a declarar que "el anuncio fue limitado" y mostró su esperanza por una futura definición más precisa de la obesidad en el marco regulatorio, mientras que Eli Lilly, productor de Zepbound (la versión para obesidad de Mounjaro), expresó su decepción y reiteró su compromiso de seguir trabajando para lograr la cobertura pública.
La postura del Departamento de Salud, encabezado por Robert F. Kennedy Jr., ha priorizado los cambios en el estilo de vida sobre el tratamiento farmacológico, una posición que ha generado críticas por parte de especialistas que señalan la complejidad biológica y social de la obesidad.
Analistas como Courtney Breen de Bernstein han sugerido que el impacto presupuestario fue un factor clave en la decisión, señalando que "con los aranceles farmacéuticos en negociación, este no es el momento para dar sin recibir".
En el mismo comunicado, los CMS rechazaron otras dos iniciativas: una que buscaba revisar las políticas de acceso a la atención desde un enfoque de equidad sanitaria, y otra que intentaba establecer restricciones al uso de herramientas de inteligencia artificial en decisiones de cobertura, tras denuncias sobre su uso para denegar o retrasar tratamientos.
Esta decisión representa un retroceso en los esfuerzos por reconocer la obesidad como enfermedad crónica, algo que la comunidad científica lleva años reclamando y que permitiría desarrollar políticas más eficaces.
La medida afecta particularmente a personas mayores de 65 años dependientes de Medicare, pacientes con obesidad que no pueden costear los tratamientos, e individuos con alto riesgo de desarrollar complicaciones metabólicas.
Mientras la administración actual mantiene su postura, las compañías farmacéuticas continúan abogando por la inclusión de estos tratamientos, dejando abierto el debate sobre cómo debe abordarse la obesidad desde las políticas públicas de salud.