Aumento de la enfermedad renal resalta la conexión crítica entre los riñones y el corazón

Un informe reciente de la American Heart Association muestra un incremento del 24% en las muertes por enfermedad renal crónica a nivel global entre 1990 y 2021, subrayando la interconexión entre la salud renal y cardiovascular

Laura Guio

    Aumento de la enfermedad renal resalta la conexión crítica entre los riñones y el corazón

    La relación entre los riñones y el corazón es mucho más estrecha de lo que muchos piensan. La enfermedad renal, incluso en sus etapas tempranas, aumenta el riesgo de padecer enfermedades cardiovasculares.

     Este fenómeno ha sido ampliamente documentado por la American Heart Association, que afirma que 3 de cada 5 personas con enfermedad renal en etapa temprana también presentan alguna forma de enfermedad cardiovascular.

    ¿Cuál es la conexión cardiorrenal y cardiometabólica?

    La enfermedad renal es un potente predictor de riesgo cardiovascular, y su tratamiento puede disminuir significativamente la mortalidad y morbilidad asociada con afecciones cardíacas como ataques al corazón, insuficiencia cardíaca e incluso derrames cerebrales.

    Esta interconexión entre los riñones y el corazón forma lo que se denomina "dominio cardiorrenal", una comunicación constante entre ambos órganos. Este dominio se extiende al "dominio cardiometabólico", que abarca la influencia de factores metabólicos como la obesidad, la diabetes y la hipertensión, los cuales agravan aún más la conexión entre las enfermedades renales y cardiovasculares.

     Estas interacciones crean lo que se conoce como el síndrome cardiovascular-renal-metabólico (CKM), un conjunto de afecciones que afectan tanto a los riñones, como al corazón y al metabolismo.

    El impacto del Síndrome Cardiovascular-Renal-Metabólico (CKM)

    El síndrome CKM afecta aproximadamente a 1 de cada 3 adultos en Estados Unidos, quienes tienen al menos tres componentes del síndrome, como presión arterial alta, diabetes tipo 2 y exceso de peso. 

    El tratamiento adecuado y temprano de estos factores de riesgo puede prevenir el desarrollo de enfermedades graves y mejorar la calidad de vida de los pacientes.

     Esto es particularmente relevante, dado que las estadísticas muestran que el riesgo de muerte por enfermedades cardiovasculares (ECV) supera al de la enfermedad renal crónica (CKD), especialmente en personas con diabetes tipo 2. 

    Es por ello que la American Heart Association y sus colaboradores han enfatizado la necesidad de un enfoque preventivo y multidisciplinario para gestionar estos riesgos.

    Prevención y detección temprana

    La detección temprana de la enfermedad renal es fundamental para reducir el riesgo de complicaciones cardiovasculares graves. 

    Dos pruebas clave permiten identificar problemas renales: la relación albúmina/creatinina en orina (UACR) y la tasa de filtración glomerular estimada (eGFR). 

    La primera mide la presencia de albúmina en la orina, lo que puede ser un indicador temprano de daño renal. Un UACR de 30 o más sugiere un alto riesgo de enfermedad cardiovascular

    La segunda prueba, el eGFR, mide la función renal a través de un análisis de sangre. Un valor saludable es 90 o superior, y los valores más bajos indican pérdida de función renal.

    La American Heart Association recomienda que los adultos, especialmente aquellos con factores de riesgo como la hipertensión, la diabetes o el sobrepeso, se sometan a estas pruebas regularmente para detectar signos tempranos de daño renal y prevenir complicaciones cardiovasculares graves.




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