El sarampión sigue propagándose en Texas y Nuevo México, con nuevos casos confirmados en los estados vecinos de Oklahoma y Kansas. Las autoridades sanitarias de Texas advierten que este brote podría persistir durante al menos un año.
El sarampión, una enfermedad que se consideraba eliminada en Estados Unidos desde el año 2000, ha resurgido con fuerza en 2025, desencadenando un brote que ya se extiende por varios estados y ha cobrado vidas, principalmente entre la población no vacunada.
El epicentro de este brote se ubica en el condado de Gaines, Texas, una zona rural con bajas tasas de vacunación debido, en parte, a la presencia de comunidades menonitas y a un alto número de exenciones por creencias religiosas.
Según los últimos reportes, Texas ha registrado más de 500 casos, incluyendo 57 hospitalizaciones y dos muertes confirmadas: un niño en edad escolar y una niña de 8 años, siendo las primeras muertes por sarampión en el país en una década.
El brote no se ha limitado a Texas. En Nuevo México, el condado de Lea, colindante con Gaines, ha reportado 56 casos y una muerte bajo investigación, aunque las autoridades sanitarias aún no han confirmado si el sarampión fue la causa directa.
A pesar de que Nuevo México tiene tasas de vacunación relativamente altas en niños (alrededor del 94%), la cobertura en adultos es significativamente menor, con solo el 55% completamente vacunados, lo que ha permitido que el virus encuentre terreno fértil para su propagación.
La situación se ha complicado con la expansión del brote a estados vecinos como Oklahoma y Kansas, donde se han confirmado 10 y 32 casos respectivamente, muchos de ellos en niños no vacunados.
En Kansas, una persona ha sido hospitalizada, y la secuenciación genética del virus sugiere un vínculo directo con los brotes de Texas y Nuevo México. Mientras tanto, en Ohio, dos brotes separados—uno en el condado de Ashtabula y otro en Knox—han sumado 24 casos, aunque estos parecen estar relacionados con viajeros internacionales y no con el brote del oeste de Texas.
Indiana también ha reportado un pequeño grupo de seis casos en el condado de Allen, aunque las autoridades locales insisten en que no hay conexión conocida con otros estados.
El sarampión es una de las enfermedades más contagiosas conocidas, con una tasa de transmisión que supera incluso la del COVID-19. En comunidades con baja inmunidad, una sola persona infectada puede contagiar a hasta 18 más, lo que explica la rápida propagación en áreas con bajas tasas de vacunación.
Los síntomas iniciales—fiebre alta, tos, secreción nasal y conjuntivitis—pueden parecer leves, pero las complicaciones pueden ser graves: neumonía, encefalitis (inflamación del cerebro) y, en casos raros, la muerte. Además, el virus causa lo que los científicos llaman "amnesia inmunitaria", debilitando temporalmente el sistema inmunológico y dejando a los pacientes vulnerables a otras infecciones.
Lo más preocupante es que no existe un tratamiento específico para el sarampión. Los médicos solo pueden ofrecer cuidados paliativos para aliviar los síntomas, lo que hace que la prevención a través de la vacunación sea la única herramienta efectiva. La vacuna MMR (contra el sarampión, las paperas y la rubéola) es altamente eficaz, con una tasa de protección del 97% después de dos dosis.
Sin embargo, las tasas de vacunación han caído en los últimos años, en parte debido a la desinformación y al aumento de las exenciones por razones no médicas. En Texas, por ejemplo, algunos distritos escolares reportan coberturas tan bajas como el 46%, muy por debajo del umbral del 95% necesario para lograr la inmunidad colectiva.
Las autoridades sanitarias, incluyendo los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC), han emitido alertas para reforzar la vigilancia epidemiológica y promover la vacunación, especialmente en comunidades con baja cobertura.
También han recordado que, si el brote continúa expandiéndose, Estados Unidos podría perder su estatus de "país libre de sarampión", un logro que había mantenido durante más de dos décadas.
Este brote sirve como un recordatorio de la importancia de las vacunas no solo para proteger a individuos, sino para salvaguardar la salud pública en general.