Solo el 20 % de los pacientes con cáncer de páncreas son elegibles para cirugía curativa, y la inmunoterapia aún no ofrece resultados efectivos debido a la resistencia celular del tumor.
En el marco del Segundo Congreso sobre Inmunología del Cáncer e Inmunoterapias, celebrado en el Recinto de la Universidad de Puerto Rico en Humacao, se discutieron diversos retos asociados a esta rama de la oncología, entre ellos, el abordaje clínico de neoplasias con baja tasa de detección temprana.
Uno de los temas que generó mayor reflexión fue el cáncer de páncreas, una de las patologías oncológicas con peor pronóstico debido a su diagnóstico tardío y a las limitadas alternativas curativas.
"Es bien difícil porque se detecta bien tarde, desafortunadamente. No tenemos estrategias para prevenirlo ni detectarlo temprano. Y, usualmente, la cura es poder hacer una cirugía en la que se elimina el páncreas completo. Pero, desafortunadamente, solo el 20 % de los pacientes son elegibles para ese tipo de cirugía", explicó la Dra. Zobeida Cruz, especialista en cáncer de páncreas.
En relación con las intervenciones quirúrgicas, la experta explicó que, cuando es posible operar, los cirujanos intentan preservar parte del órgano para reducir complicaciones metabólicas.
"Cuando hacen ese tipo de cirugía, si se puede, usualmente dejan un poquito de páncreas. Si no, muchos de ellos tienen problemas con diabetes luego, pero ellos tratan de manejarla de alguna manera. Mejor tener ese tipo de enfermedad y manejarlo con un endocrinólogo que tener cáncer de páncreas. Y muchos de ellos pueden vivir hasta pasados los diez años, que eso es un buen pronóstico", señaló.
Ahora bien, cuando el tumor no puede ser extirpado quirúrgicamente, suele ser un indicio de que el cáncer ya se ha diseminado hacia otros órganos. En esos casos, las opciones terapéuticas se reducen considerablemente. Pese a los avances de la inmunoterapia en otros tipos de cáncer, su efectividad en el cáncer de páncreas continúa siendo limitada.
Este tipo tumoral tiene la particularidad de generar células que interfieren con el mecanismo de acción de estas terapias, lo que dificulta su eficacia. Actualmente, se desarrollan múltiples líneas de investigación con el objetivo de superar esta resistencia biológica y combinar la inmunoterapia con otras estrategias especializadas.
Además de las limitaciones terapéuticas, la especialista enfatizó que aún existen muchas incógnitas en torno al origen del cáncer de páncreas. Aunque la ciencia ha identificado algunos factores que pueden aumentar el riesgo de desarrollar esta enfermedad, su comportamiento sigue siendo complejo y poco predecible.
Uno de los elementos en estudio es la obesidad. "Ahora, hay riesgos que sabemos que pueden aumentar el riesgo del cáncer de páncreas. Uno de ellos es la obesidad, que es lo que yo estudio. Tener sobrepeso, ser obeso o tener obesidad mórbida aumenta el riesgo de que los pacientes desarrollen cáncer de páncreas. El porqué ha sido el motivo de investigación de mi laboratorio por más de diez años, y eso es un poquito de lo que voy a hablar hoy en el Congreso y compartir con los estudiantes, profesores y pacientes", explicó.
Pese a que se trata de un cáncer poco frecuente en términos de incidencia, su letalidad lo posiciona como una de las neoplasias más agresivas. En Estados Unidos, se estima que se diagnostican alrededor de 40 mil casos al año, sin embargo, su tasa de mortalidad lo convierte en el tercer cáncer más letal en ese país.
En algunos pacientes, además, existe una predisposición familiar que eleva el riesgo de aparición. En esos casos, se recomienda una evaluación genética especializada, especialmente si hay antecedentes en familiares de primer grado como padres o hermanos. La detección oportuna en estos grupos podría permitir un monitoreo más estrecho y decisiones clínicas anticipadas.
En ese sentido, la especialista destacó la relación entre ciertos hábitos alimenticios y el riesgo de desarrollar cáncer de páncreas. Explicó que una dieta alta en grasa, al favorecer el desarrollo de obesidad, podría también contribuir al aumento del riesgo oncológico.
"Es algo que estamos estudiando en el laboratorio: cómo manejar la obesidad con diferentes mecanismos, ya sea aumentando el ejercicio, que incluso ayuda a que la inmunoterapia funcione un poco mejor o haciendo cambios en la dieta, especialmente reduciendo el consumo de grasa. También la diabetes representa un riesgo, pero aún estamos en etapas tempranas de investigación", agrega.
Asimismo, la especialista abordó una de las principales razones por las que el cáncer de páncreas suele detectarse en etapas avanzadas: su ubicación anatómica. Al tratarse de un órgano interno, los síntomas iniciales tienden a ser vagos y poco específicos, lo que dificulta su identificación temprana.
"Una de las razones por las que no se puede detectar temprano es por la localización del páncreas. Es un órgano interno y, usualmente, las señales son vagas, como dolor abdominal, que puede deberse a muchas cosas. Muchos casos que se detectan temprano han sido por hallazgos incidentales, cuando les hacen una imagen por otra causa", explicó.
Adicionalmente, mencionó que síntomas como los ojos amarillentos (lo que médicamente se conoce como ictericia) pueden aparecer, aunque ya suelen indicar una enfermedad en fase avanzada.
Frente a este panorama, enfatizó la importancia del seguimiento médico regular. Aunque aclaró que no es médica clínica sino investigadora, recomendó a la población asistir, al menos una vez al año, a consulta con su médico primario para monitorear su salud general y no pasar por alto señales persistentes. También insistió en que cada paciente debe ejercer un rol activo en su cuidado, comunicando cualquier síntoma inusual y buscando orientación oportuna.
Recientemente, la experta regresó a Puerto Rico después de tres décadas, ocasión que le permitió reconectar con sus raíces académicas y compartir su trayectoria científica con estudiantes y colegas. Recordó con emoción su ingreso al programa de Biología Marina Costanera en 1995, en el Recinto de Humacao, experiencia que marcó el inicio de un recorrido inesperado pero profundamente significativo.
"Es un honor para mí volver después de 30 años. En 1995 fui aceptada en esta universidad y empecé en el programa de Biología Marina Costanera. Nunca hubiera pensado que terminaría como bióloga celular molecular especializada en cáncer, pero esa es la belleza del programa de aquí, que te permite moldear tus estudios hacia lo que te apasiona", concluyó.
Aunque no es originaria de Humacao, sino de Levittown, Toa Baja, expresó el profundo vínculo que mantiene con la institución y el orgullo de regresar ahora como investigadora en un campo tan crucial para la medicina moderna.