Este caso presentó una vasculitis generalizada con complicaciones severas como desprendimiento de retina y hemorragias vítreas, cuadro que no se encuentra entre las manifestaciones oculares más frecuentes de esta infección viral.
Joven colombiano de 18 años desarrolló una rara manifestación ocular por infección del virus (EBV). El paciente, sin antecedentes médicos relevantes, consultó por pérdida progresiva de visión en su ojo derecho acompañada de miodesopsias, síntomas que habían comenzado tres meses antes.
Inicialmente recibió tratamiento empírico con aciclovir oral en dosis estándar, mostrando solo mejoría parcial, lo que motivó el aumento de la dosis bajo supervisión especializada.
Durante la evaluación oftalmológica inicial se encontraron hallazgos significativos en el ojo afectado, incluyendo hemorragia vítrea, desprendimiento de retina y compromiso macular, con una agudeza visual gravemente disminuida a 20/400.
Se realizó ecografía ocular que mostró opacidades vítreas severas con formación de membranas densas en cuadrantes inferiores y desprendimiento vítreo posterior con tracción inferior. Se practicó vitrectomía con toma de muestras para PCR, que resultó positiva para virus Epstein-Barr (EBV) a partir del ciclo 31.4, mientras que fue negativa para otros virus como CMV, herpes y toxoplasma. Los análisis sanguíneos descartaron inmunodeficiencias u otras condiciones asociadas.
Mostró opacidad de medios en ojo derecho, disco óptico mal definido, proliferación fibrovascular en área del disco óptico y zona inferior, además de hiperfluorescencia del disco óptico que aumentaba con el tiempo del tránsito angiográfico. Estos hallazgos sugirieron vasculitis viral con neovascularización secundaria y posible edema macular difuso.
El tratamiento consistió en acyclovir oral en dosis altas durante seis meses, combinado con intervención quirúrgica para obtener muestras diagnósticas y manejar las complicaciones retinianas. La evolución del paciente fue notablemente favorable, logrando recuperar gran parte de su agudeza visual y resolviendo completamente los síntomas.
Se trata de un caso de vasculitis retiniana unilateral que mostró una respuesta terapéutica favorable al tratamiento prolongado con aciclovir oral, logrando una recuperación casi completa de la agudeza visual.
La presentación clínica de este paciente difiere significativamente de los casos reportados anteriormente de retinitis por VEB, los cuales típicamente describen inflamación limitada al polo posterior del ojo.
En contraste, este caso (Santiago Sánchez-Pardo, et al), presentó una vasculitis generalizada con complicaciones severas como desprendimiento de retina y hemorragias vítreas, cuadro que no se encuentra entre las manifestaciones oculares más frecuentes de esta infección viral.
El diagnóstico en este caso representó un reto clínico importante que requirió la implementación de técnicas moleculares avanzadas. La confirmación se logró mediante reacción en cadena de la polimerasa (PCR) en tiempo real realizada en muestra de humor vítreo, técnica que demostró ser crucial para identificar la presencia del VEB cuando otros métodos diagnósticos resultaron negativos.
Este aspecto resalta considerar procedimientos invasivos como la vitrectomía con fines diagnósticos en casos de uveítis de etiología no clara, particularmente cuando existe compromiso severo de la agudeza visual.
El manejo terapéutico plantea importantes interrogantes sobre el tratamiento óptimo de la afectación ocular por VEB.
Aunque el paciente mostró una respuesta favorable al aciclovir oral, la evidencia disponible sobre el uso de antivirales en estas condiciones es limitada y controversial. Estudios previos han sugerido que los agentes antivirales podrían ser beneficiosos en manifestaciones severas de infección por VEB en pacientes inmunocompetentes, aunque no existe consenso sobre su aplicación en compromiso ocular.
La ausencia de guías clínicas establecidas y la falta de estudios controlados en este contexto hacen que cada caso deba evaluarse individualmente, considerando factores como la severidad del compromiso visual y la respuesta al tratamiento empírico inicial.
Las implicaciones clínicas de este caso son particularmente relevantes para oftalmólogos y especialistas en enfermedades infecciosas. El reporte sugiere que el VEB debería incluirse en el diagnóstico diferencial de vasculitis retinianas, independientemente del estado inmunológico del paciente.
Además, resalta la importancia de implementar técnicas moleculares avanzadas cuando se sospecha etiología infecciosa y los métodos convencionales resultan negativos. Finalmente, el caso abre la puerta a futuras investigaciones sobre el tratamiento óptimo de estas condiciones, incluyendo la evaluación comparativa de diferentes esquemas antivirales y el potencial papel de la terapia combinada con agentes antiinflamatorios.