Expertos destacaron el papel crucial de la prevención, el cribado y el tratamiento de infecciones como el Helicobacter pylori, el VPH y las hepatitis B y C para reducir millones de casos de cáncer atribuibles a estas enfermedades.
En el marco del Congreso Europeo de Microbiología Clínica y Enfermedades Infecciosas (ESCMID), que tuvo lugar en Viena del 11 al 15 de abril, la sesión titulada "Vencer el cáncer curando las infecciones" generó gran interés al presentar un enfoque innovador sobre la prevención oncológica.
Dirigida por Catharina Alberts y Francesco Nero, la sesión exploró cómo el diagnóstico precoz y el tratamiento eficaz de infecciones asociadas al desarrollo de tumores podría reducir significativamente la incidencia global de cáncer.
Según los datos compartidos, en 2022 se registraron 2,5 millones de nuevos diagnósticos de cáncer atribuibles a infecciones. Este enfoque podría suponer un punto de inflexión en las estrategias de salud pública, particularmente en regiones con alta prevalencia de ciertas infecciones crónicas.
Los expertos identificaron tres mecanismos principales por los cuales ciertas infecciones aumentan el riesgo de desarrollar cáncer:
Integración del ADN viral en las células humanas, como ocurre con el VPH y el VHB, lo que hace posible la prevención a través de vacunas.
Inflamación crónica, en casos como el Helicobacter pylori o las hepatitis virales, que puede revertirse con tratamiento antibiótico o antiviral.
Supresión del sistema inmune, especialmente en personas con VIH, lo que facilita la acción carcinogénica de otros virus oportunistas como el VPH, el virus de Epstein-Barr o el herpesvirus asociado al sarcoma de Kaposi.
Esta bacteria, adquirida generalmente en la infancia, puede persistir durante décadas si no se trata, aumentando el riesgo de cáncer gástrico. Su erradicación requiere tratamiento antibiótico, que varía según el país.
Responsable del 100 % de los cánceres de cuello uterino y de un alto porcentaje de tumores anogenitales y orofaríngeos, el Virus del Papiloma Humano (VPH) es prevenible mediante vacunación, pero su cobertura sigue siendo desigual en muchas partes del mundo.
Ambos virus están clasificados como carcinógenos de clase 1. Se estima que 248 millones de personas viven con hepatitis B y más de 51 millones con hepatitis C. Aunque existen tratamientos altamente eficaces, la falta de deteccióncontinúa siendo una barrera, y muchas muertes se deben a complicaciones como cirrosis y cáncer hepático.
Los ponentes alertaron sobre los límites del cribado basado en riesgo, que ha fracasado en identificar a la mayoría de los infectados. Expertos del CDC, China y Australia ya han comenzado a recomendar el cribado una vez en la vida para hepatitis B y C por su rentabilidad sanitaria y el alto rendimiento de las pruebas disponibles.
Sin embargo, la implementación plantea desafíos:
Los modelos que avalan el cribado se basan en simulaciones, no en datos de vida real.
El número necesario para tratar (NNT) varía mucho según la prevalencia del país.
Existen dificultades logísticas, como campañas de sensibilización, formación médica y acceso al tratamiento tras el diagnóstico.
Alberts y Nero plantearon una inquietud clave: ¿Existe suficiente diálogo entre la oncología y las enfermedades infecciosas? En un momento donde las herramientas para prevenir ciertos tipos de cáncer ya existen, el verdadero reto es la implementación equitativa y eficaz de estrategias integradas de cribado y tratamiento.