El estudio encontró variaciones geográficas significativas, con países como Argentina, Brasil, Colombia, Rusia y Tailandia mostrando niveles particularmente altos de estas mutaciones asociadas a la colibactina.
Una investigación internacional publicada en la prestigiosa revista Nature ha descubierto una conexión preocupante entre ciertas cepas de la bacteria Escherichia coli y el incremento exponencial de casos de cáncer colorrectal en adultos jóvenes.
El estudio, liderado por la Universidad de California en San Diego, analizó 981 genomas de pacientes de once países y encontró que la toxina colibactina, producida por algunas variedades de esta bacteria común en el intestino, deja una huella genética distintiva en las células del colon.
Esta firma molecular fue hasta 3.3 veces más frecuente en pacientes menores de 40 años que en aquellos mayores de 70, sugiriendo que la exposición temprana a esta toxina podría estar acelerando el desarrollo de tumores malignos en personas jóvenes.
Los investigadores explican que la colibactina actúa como un detonante silencioso: "Si un niño de 10 años adquiere estas mutaciones, podría desarrollar cáncer a los 40 en lugar de a los 60 o 70", advierte el doctor Ludmil Alexandrov, autor principal del estudio.
Este hallazgo revoluciona la comprensión tradicional del cáncer colorrectal, demostrando que no solo los factores de riesgo en la adultez, como la dieta o el sedentarismo, influyen en su aparición, sino también exposiciones microbianas durante los primeros años de vida.
Aunque aún no se comprende completamente cómo se produce esta exposición inicial, los científicos sospechan que cambios en el estilo de vida moderno, el uso de antibióticos en la infancia o incluso factores ambientales podrían estar incrementando la presencia de estas cepas bacterianas peligrosas en las nuevas generaciones.
Curiosamente, el estudio encontró variaciones geográficas significativas, con países como Argentina, Brasil, Colombia, Rusia y Tailandia mostrando niveles particularmente altos de estas mutaciones asociadas a la colibactina.
Ante estos descubrimientos, el equipo de investigación está explorando dos vías prometedoras: el desarrollo de pruebas de heces para detectar la presencia de estas cepas bacterianas dañinas y la creación de probióticos especializados que puedan eliminarlas de manera segura. Sin embargo, los científicos enfrentan un desafío crítico: la amenaza de recortes presupuestarios que podrían paralizar esta investigación vital.
"Para desarrollar intervenciones preventivas efectivas, necesitamos decenas de millones de dólares en los próximos años", alerta Alexandrov, destacando la urgencia de mantener la financiación para lo que considera un avance trascendental en la lucha contra el cáncer.
Este estudio no solo explica el porqué del aumento alarmante de casos en jóvenes -la incidencia se ha duplicado en las últimas dos décadas- sino que abre la puerta a estrategias de prevención que podrían implementarse desde la infancia.
Los expertos recomiendan mayor atención a síntomas digestivos persistentes en personas jóvenes y enfatizan la necesidad de ampliar los programas de detección temprana, mientras se desarrollan métodos más precisos para identificar a aquellos en riesgo debido a esta exposición bacteriana en sus primeros años de vida.