De la adolescencia a la menopausia, la tiroides regula funciones esenciales como el metabolismo, la fertilidad y el estado de ánimo.
Ubicada en la base del cuello y con apenas 30 gramos de peso, la glándula tiroides cumple un rol fundamental en el equilibrio hormonal.
Produce las hormonas tiroideas (T3 y T4), esenciales para regular el metabolismo, la temperatura corporal, el sistema cardiovascular, el sistema nervioso y el estado de ánimo. Por esta razón, es conocida como "el centro de control del cuerpo".
Según la Organización Mundial de la Salud, unas 750 millones de personas padecen enfermedades tiroideas, de las cuales el 60% no lo sabe. En Argentina, se estima que más de dos millones conviven con trastornos de la tiroides, principalmente mujeres.
De hecho, las mujeres tienen entre cinco y ocho veces más probabilidades que los hombres de desarrollar enfermedades tiroideas, en parte por la interacción entre las hormonas sexuales femeninas y las funciones del sistema endocrino.
Los síntomas de las disfunciones tiroideas pueden aparecer de forma gradual y confundirse con otros cuadros como estrés o cambios hormonales.
El hipotiroidismo –cuando la glándula produce menos hormonas de las necesarias– genera fatiga, aumento de peso, intolerancia al frío, piel seca y trastornos menstruales. En cambio, el hipertiroidismo acelera el metabolismo, provocando pérdida de peso, ansiedad, insomnio y taquicardia.
"Los trastornos de la tiroides pueden alterar el ciclo menstrual, dificultar la ovulación y causar menopausia precoz o infertilidad", advirtió la bioquímica endocrinóloga María Delia Pelletier.
Durante el embarazo, la falta de diagnóstico puede afectar el desarrollo fetal y provocar complicaciones en la madre. Incluso tras el parto, hasta un 8% de las mujeres puede desarrollar tiroiditis posparto, una inflamación de la glándula que suele confundirse con depresión posparto
En la etapa del climaterio, los síntomas del hipotiroidismo (como cansancio o sensibilidad al frío) pueden ser interpretados como signos normales de la menopausia. Por eso, es clave realizar chequeos hormonales, especialmente en mujeres mayores de 50 años.
También en esta etapa aumenta el riesgo de aparición de nódulos tiroideos o bocio, muchas veces silenciosos pero potencialmente vinculados a tumores, aunque en su mayoría benignos.
El yodo es indispensable para que la tiroides funcione correctamente. Su déficit en la dieta puede generar hipotiroidismo y, en casos severos, retraso mental en recién nacidos. Pero más allá de la alimentación, hay otras amenazas invisibles: los disruptores endocrinos.
Estas sustancias químicas están presentes en cosméticos, plásticos, perfumes y productos de higiene personal. Ftalatos, parabenos y bisfenoles son capaces de alterar el delicado equilibrio hormonal de la tiroides.
El abordaje de las enfermedades tiroideas incluye medicamentos que modulan la producción hormonal. La medicación se toma en ayunas, y se recomienda evitar la ingesta de calcio, hierro y alimentos bociógenos como la soja, el brócoli o el repollo inmediatamente después.
"Los anticonceptivos, ciertos fármacos y suplementos pueden interferir con el tratamiento tiroideo. Es fundamental informar al médico sobre todo lo que se consume", destacó la doctora Pelletier. Por eso mismo, estas son algunas recomendaciones:
-Realizar controles hormonales periódicos, especialmente si hay antecedentes familiares.
-Evitar el uso excesivo de productos con químicos disruptores endocrinos.
-Llevar una dieta rica en yodo y baja en bociógenos.
-Consultar ante síntomas como fatiga, cambios menstruales o alteraciones en el peso.
