La rapidez de respuesta de la IL-6 constituye su principal ventaja operativa. Mientras los biomarcadores tradicionales alcanzan sus picos entre 24 y 48 horas, la IL-6 muestra elevaciones significativas en las primeras 6 horas.
Un estudio colaborativo entre el Hospital Temple Street y el Rotunda de Irlanda ha identificado a la interleucina-6 (IL-6) como un biomarcador altamente efectivo para la detección temprana de sepsis en poblaciones vulnerables, incluyendo neonatos, niños y mujeres embarazadas.
La investigación, presentada en el congreso ESCMID Global 2025, revela que este marcador supera enormemente a los métodos diagnósticos tradicionales, siendo una buena ventana para intervenciones oportunas que pueden salvar vidas.
La sepsis, responsable de aproximadamente 11 millones de muertes anuales a nivel global, es un desafío diagnóstico particular en estos grupos. Los cambios fisiológicos durante el embarazo y la respuesta inmune inmadura en niños y neonatos hacen difícil la identificación temprana de esta condición.
Los biomarcadores convencionales como la proteína C reactiva y la procalcitonina muestran limitaciones importantes, con respuestas tardías que reducen su utilidad clínica en las etapas iniciales de la sepsis.
El estudio retrospectivo analizó muestras de 252 pacientes distribuidos en tres grupos: pediátricos, maternos y neonatales. Los resultados demostraron que la IL-6 distingue eficazmente entre infecciones bacterianas y no bacterianas, con una precisión diagnóstica superior al 90% en niños y embarazadas, y del 86% en neonatos.
Además, este biomarcador mostró capacidad para estratificar la gravedad de la sepsis, determinando entre infección leve, sepsis y shock séptico, lo que resulta crucial para guiar las decisiones terapéuticas.
La rapidez de respuesta de la IL-6 constituye su principal ventaja operativa. Mientras los biomarcadores tradicionales alcanzan sus picos entre 24 y 48 horas, la IL-6 muestra elevaciones significativas en las primeras 6 horas tras el inicio de la infección.
Esta característica, sumada a la disponibilidad de pruebas comerciales en plataformas de uso común, ha facilitado su implementación clínica en los hospitales participantes. La experiencia adquirida durante la pandemia de COVID-19, donde se generalizó el uso de esta prueba para evaluar inflamación, ha contribuido a su adopción más amplia.
Aunque los resultados son alentadores, los investigadores reconocen desafíos en la población neonatal, donde la IL-6 mostró menor sensibilidad. Esta limitación podría relacionarse con la falta de consenso en los criterios diagnósticos de sepsis neonatal y la amplia variabilidad en sus manifestaciones clínicas.
La comunidad médica espera con interés estudios adicionales que validen estos hallazgos y exploren su aplicabilidad en diferentes entornos clínicos.