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Los científicos, mientras buscan una cura para la demencia, están investigando qué podríamos hacer para esquivarla, qué estamos haciendo mal para que se produzcan tantos casos y cómo se podría frenar su aparición, o, por lo menos, retrasarla lo máximo posible.
Ya han identificado maneras de hacerlo, según expuso uno de los participantes en la última Conferencia Internacional de la Asociación de Alzhéimer (AAIC, por sus siglas en inglés), que tuvo lugar el mes pasado en Los Ángeles (Estados Unidos).
Allí se presentó un estudio de la Universidad de Exeter, publicado en la revista JAMA, que concluye, con cifras y datos más exactos de los que ya se conocían, que los factores de riesgo genético y el estilo de vida influyen de manera independiente sobre el deterioro cognitivo.
Según el trabajo, unos buenos hábitos de vida disminuyen el riesgo de padecer demencia independientemente de la carga genética con la que se haya nacido, reforzando la idea de que la adherencia a un estilo de vida saludable previene el deterioro cognitivo.
La prevención consiste en llevar un estilo de vida saludable para conseguir envejecer mejor, y no se trata de atajar un solo factor de riesgo (dejar de fumar, por ejemplo), sino todos ellos juntos.
La portavoz del Grupo de Estudio de Conducta y Demencias de la Sociedad Española de Neurología, Sagrario Manzano le dijo a El País lo que podemos comenzar a hacer ya mismo para prevenir la enfermedad.
Muchos estudios avalan que un ejercicio físico regular y no explosivo se asocia a un mantenimiento de la función cognitiva, y a un retraso del comienzo del alzhéimer. Un estudio que reunió los resultados de 29 ensayos clínicos desveló que el ejercicio aeróbico puede mejorar a corto plazo el rendimiento de adultos sanos en su memoria, atención y velocidad de procesamiento en comparación con la práctica de otro ejercicio no aeróbico, como los estiramientos o la tonificación.
Está demostrado que los sentimientos de autoeficacia y de autoestima, que conforman la denominada "actividad social", se relacionan con el mantenimiento de la función mental. Los estudios muestran que la integración social más activa serviría para neutralizar el estrés de la vida cotidiana y su efecto neuroquímico (hormonal), que no resulta demasiado bueno para el cerebro.
Hay estudios que indican que el incremento de los niveles de educación se asocia a una mayor probabilidad de mantener el buen funcionamiento cerebral en el tiempo. La pregunta sería si nos referimos a la educación en edad infantil y juvenil, o a una educación más prolongada en el tiempo; es decir, a cualquier edad, de tal manera que mantuviéramos una estimulación mental continua.
"Se han analizado tareas como leer libros, asistir a conferencias, participar en juegos de mesa, entre otras, y hay evidencia de un menor riesgo de deterioro cognitivo y de demencia si se realizan con asiduidad. Por tanto, podríamos aplicarnos la frase: más vale tarde que nunca",
detalla la neuróloga.
Su papel es crucial en el deterioro mental asociado a la edad. Y, además, la gravedad de los síntomas cognitivos en personas con enfermedad de Alzheimer se incrementa sustancialmente por la existencia de factores de riesgo vasculares. Dichos factores son: hipertensión arterial, hipercolesterolemia, diabetes, enfermedades cardíacas y tabaquismo, siendo la diabetes el fundamental.
Algunos estudios apuntan que la ingesta de pescado al menos una vez por semana podría producir una reducción del 60% del riesgo de alzhéimer, así como un enlentecimiento del deterioro cognitivo. Mientras el consumo elevado de grasas saturadas y de cobre incrementaría sinérgicamente el deterioro cognitivo, los ácidos grasos omega 3 podrían relacionarse con un menor incremento de la enfermedad. La dieta mediterránea también se ha asociado a un menor riesgo de padecer la enfermedad, al incluir antioxidantes, vitamina C y E, y omega 3.
"En ningún caso se trata de tratamientos curativos, ni los mencionados ni el famoso ginkgo biloba (que no ha demostrado eficacia en la demencia tipo alzhéimer), pero sí serían recomendables en las fases iniciales a fin de retrasar el comienzo de la demencia",
explica la especialista.
Hay que procurar ser felices, tener ilusión por vivir, por disfrutar de todo lo que te rodea, porque la propensión a la aflicción se ha relacionado con una aceleración del deterioro cognitivo.
Enfermedades mentales como la depresión se han vinculado a una mayor atrofia (pérdida de neuronas) en una región del cerebro denominada hipocampo ("puerta de entrada de las memorias") y otras regiones cerebrales. Cuidado también con la apatía, que a menudo se ignora o se confunde con depresión, pues la pérdida de interés y emociones es algo que está presente en casi la mitad de las personas con demencia.
La investigación dirigida por la Universidad de Exeter, presentada en la Conferencia Internacional de la Asociación de Alzhéimer en Los Ángeles, analizó a 4.320 personas con alzhéimer y un 45% de ellos la padecía.