Terapia combinada con estatinas y ezetimiba reduce 30% riesgo post-infarto, según estudio

Este enfoque permite a los pacientes alcanzar más rápidamente los niveles objetivo de colesterol LDL (conocido como "colesterol malo"), lo que se traduce en una reducción aproximada del 20-30% en el riesgo de sufrir nuevos infartos.

Katherine Ardila

    Terapia combinada con estatinas y ezetimiba reduce 30% riesgo post-infarto, según estudio

    Las enfermedades cardiovasculares al día de hoy, continúan siendo la principal causa de mortalidad a nivel mundial, y los pacientes que han sufrido un infarto de miocardio enfrentan un riesgo particularmente elevado de presentar nuevos eventos cardiovasculares durante el primer año posterior al episodio inicial.

    Un reciente estudio realizado por investigadores de la Universidad de Lund en Suecia, publicado en la prestigiosa Revista del Colegio Americano de Cardiología, ha arrojado luz sobre tres modificaciones fundamentales en el abordaje terapéutico que podrían transformar el pronóstico de estos pacientes.  

    La investigación, que analizó datos de más de 36,000 pacientes suecos entre 2015 y 2022, demostró que la implementación temprana de una terapia combinada que incluye estatinas de alta potencia junto con ezetimiba dentro de las primeras 12 semanas posteriores al infarto genera beneficios significativos. 

    Este enfoque permite a los pacientes alcanzar más rápidamente los niveles objetivo de colesterol LDL (conocido como "colesterol malo"), lo que se traduce en una reducción aproximada del 20-30% en el riesgo de sufrir nuevos infartos, accidentes cerebrovasculares o muerte cardiovascular. 

    La doctora Margrét Leósdóttir, cardióloga del Hospital Universitario de Skåne y autora principal del estudio, explica que esta estrategia actúa estabilizando los vasos sanguíneos dañados y previniendo la formación de coágulos durante el período de mayor vulnerabilidad.  

    Terapia combinada temprana

    Un hallazgo especialmente relevante del estudio es la importancia crítica de acortar el tiempo necesario para alcanzar las metas terapéuticas de colesterol. Mientras que las guías clínicas actuales recomiendan un ajuste gradual del tratamiento, los datos muestran que los pacientes que lograron reducir sus niveles de LDL por debajo de 55 mg/dL antes de los tres meses presentaron mejores resultados a largo plazo. 

    Esta evidencia ha llevado al Hospital Universitario de Skåne a implementar un nuevo protocolo que ha duplicado el porcentaje de pacientes que alcanzan sus objetivos lipídicos a los dos meses del infarto.  

    Seguimiento estrecho: el tercer pilar del éxito

    El tercer pilar identificado por la investigación es la necesidad de un seguimiento más estrecho y sistemático durante las primeras semanas posteriores al alta hospitalaria. El estudio reveló que muchos pacientes abandonan o no cumplen adecuadamente con su tratamiento hipolipemiante, lo que aumenta significativamente su riesgo cardiovascular. 

    Para contrarrestar este problema, los investigadores recomiendan establecer sistemas de monitoreo más rigurosos y programas educativos que enfaticen la importancia de mantener niveles bajos de colesterol LDL a largo plazo.  

    La terapia combinada temprana, particularmente con medicamentos como la ezetimiba que tienen un buen perfil de seguridad y son económicamente accesibles, representa una oportunidad especialmente valiosa para sistemas de salud con recursos limitados. 

    Además, el estudio sugiere que el uso de algoritmos personalizados podría ayudar a los médicos a identificar qué pacientes se beneficiarían más de tratamientos más intensivos desde el inicio.  

    La doctora Leósdóttir concluye que estos resultados refuerzan el principio de que "en el tratamiento post-infarto, el tiempo es músculo cardíaco". La implementación generalizada de estas estrategias podría prevenir miles de eventos cardiovasculares cada año. 

    Para los profesionales de la salud interesados en profundizar en estos hallazgos, se recomienda consultar las últimas actualizaciones de las guías de la Sociedad Europea de Cardiología (ESC) y el Colegio Americano de Cardiología (ACC), que probablemente incorporarán estas evidencias en sus próximas revisiones.



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