El Dr. John Guerra, creador del Servicio de Oncología y Trasplante de Médula Ósea en el Hospital HIMA San Pablo en Puerto Rico, tiene claro su sueño y brega cada día para que la sobrevida de los pacientes pediátricos con cáncer sea del 100%
Rosmery Cernadas y Daniela Pinto
Agencia Latina de Noticias Medicina y Salud Pública
Los oncólogos pediátricos requieren de gran sensibilidad y optimismo cuando diagnostican a los niños y le explican la enfermedad a sus familias. El Dr. John Guerra, oncólogo pediátrico y creador del Servicio de Oncología y Trasplante de Médula Ósea en el Hospital HIMA San Pablo en Puerto Rico, tiene claro su sueño y brega cada día para que la sobrevida de los pacientes pediátricos con cáncer sea del 100%.
“Yo soy una persona extremadamente optimista. Cuando tú lees un diagnóstico de un determinado tipo de cáncer y ves la sobrevivencia que se puede presentar, yo siempre voy al 100%. Cuando nosotros tenemos reuniones con la familia para explicarles el diagnóstico, yo creo que no importa cuáles sean las estadísticas, siempre tenemos que dar lo mejor”,
dijo en entrevista exclusiva de la Revista Medicina y Salud Pública (MSP).
La sensibilidad del oncólogo pediátrico, cuenta el Dr. Guerra, es algo que se va desarrollando poco a poco. Eso lo aprendió en Los Ángeles donde vio cómo los doctores trabajaban con los pacientes con la mayor sensibilidad y respeto que nunca antes visto.
Por eso resalta que su "sueño de vida, no solamente como oncólogo pediátrico sino como cualquier persona, es un día antes de morirme decir ‘que bueno que todos los niños que se diagnostican con cáncer, todos se pueden curar’”, el Dr. Guerra contó que esa era su filosofía de vida como oncólogo y como ser humano.
El doctor Guerra, colombiano y siempre interesado en la parte humana, quiso ser médico desde muy niño por lo que estudió medicina en la Universidad Industrial de Santander en Bucaramanga, Colombia desde el año 1985 hasta 1992 y continuó con sus estudios hasta llegar a Puerto Rico, donde vive actualmente.
El Dr. John Guerra afirma que el tratamiento de cáncer pediátrico es diferente al del adulto. “El objetivo del tratamiento de cáncer pediátrico es poder curar al niño mientras que el de cáncer de adulto es básicamente prolongar la vida”.
De hecho, dice el especialista, la sobrevida del cáncer en pediatría está sobre el 80% y el 90%. Lo que es una buena noticia pues hace 50 años el porcentaje era del 10% al 15%.
Cuando los niños terminan el tratamiento requieren controles estrictos. En el primer año, dijo el doctor, deben asistir todos los meses. En el segundo año, cada dos meses; en el tercer año, cada tres meses; en el cuarto año, cada seis meses; y en el quinto año y más, una vez al año.
“Para poder decir que el niño está curado de cáncer tienen que haber pasado cinco años después de haber completado el tratamiento. Después, uno de los retos más importante es bregar con la posibilidad de que la enfermedad regrese. Siempre hay que hacerles ver a las personas y a los papás que hay que estar muy vigilante a cualquier signo clínico o de laboratorio”,
explicó el galeno.
El Dr. John Guerra agregó que, cuando un niño termina el tratamiento y le hacen las evaluaciones, este toca una campana en el hospital y siente profunda alegría por este proceso. “No se imagina cómo es la alegría mía cuando un niño termina el tratamiento. La alegría en la cara de la familia, del nene cuando está tocando la campana, de que todo está bien, de que todo va a seguir bien”.
Cuando a una mamá o un papá le diagnostican a su hijo con cáncer, afecta inmediatamente el funcionamiento familiar y hasta puede ser catalogado como una “catástrofe”.
“El hecho que yo diagnostique un niño con cáncer no quiere decir que el niño se va a morir. La idea es asumir eso como familia, como grupo, para poder sacar al niño”, dice el doctor colombiano.
Respecto a contar o no al niño sobre lo que padece, tiene una posición clara sobre sí decirle y no mantenerlo en la ignorancia. “Los nenes por naturaleza son personas extremadamente inteligentes pero actualmente tienen la facilidad de buscar en internet y eso los puede confundir mucho. Es importante bajarse uno al nivel del niño para poderle explicar en palabras simples qué es lo que está pasando por su cuerpo”, aseguró el Dr. John Guerra.
“Yo siempre he dicho: nosotros los colombianos somos muy famosos por el ciclismo; y el manejo del tipo de cáncer es como un equipo de ciclismo. Todos tenemos que pedalear al mismo tiempo, la familia, el niño o la niña, el médico, el hospital y tener todas las facilidades que el niño requiera para que pueda recibir el tratamiento como se merece”,
contó a MSP.
“Salí de Colombia básicamente por accidente. Yo inicialmente quería ser ortopeda. En Colombia cada universidad tiene su examen y su entrevista. En mi entrevista me fue muy bien, en la Universidad Javeriana en 1993. Sin embargo en la entrevista se hizo énfasis en el inglés. Entonces, ante esas circunstancias, tomé la decisión de irme a Estados Unidos a estudiar inglés con el plan de regresar a Colombia y seguir mis estudios en la especialidad”, contó a MSP.
Decidió ubicarse en Salt Lake City en Utah donde estuvo un año estudiando inglés. Sin embargo, estando ahí yo conoció a unos amigos que estaban haciendo Medicina Interna en Chicago. Ellos le explicaron cuál era la metodología de la validación de sus títulos en Estados Unidos.
Ahí empezó el proceso. Hizo tres años de pediatría, después otros tres años de hematología-oncología pediátrica de Puerto Rico. El Dr. John Guerra siempre ha estado interesado en seguir los estudios, de hecho, en 2006 hizo una subespecialidad de trasplante de médula ósea en la Universidad de Columbia en Chicago, Nueva York.
“En ese mismo año me llamaron de Puerto Rico, de un hospital de la red más grande de hospitales privados para crear el servicio de oncología y trasplante de médula ósea allí en los Hospitales HIMA San Pablo. Creamos esa unidad, que ha sido muy exitosa. Llevamos ya once años desde el 2008”,
contó el Dr. Guerra.
En el 2012, como parte de su preocupación en la parte de neurooncología y el tratamiento de los tumores cerebrales en los niños, quiso hacer estudios adicionales y estuvo en el Hospital de Niños de Los Ángeles, donde hizo una subespecialidad en neurooncología pediátrica en los años 2012 y 2013.
Cuando regresó incluyó el Programa de Neurooncología Pediátrica Comprensivo “con la idea de integrar el trasplante de médula ósea en el tratamiento de los pacientes con tumores de cerebro” y con el fin de dilatar o posponer el uso de la radioterapia y disminuir el daño que esta produce en el cerebro en formación de los niños, explicó el doctor.
“Cuando uno está estudiando medicina, uno quiere volverse especialista en cada área en la cual uno va rotando. A mí me pasó con la ortopedia”, relató el doctor. Y agregó “yo creo que Dios puso ese obstáculo en mi camino en la entrevista para la universidad, para así yo involucrarme más en el manejo y cuidado de los niños”.
Ahí el Dr. Guerra descubrió la importancia de los pacientes pediátricos y la sensibilidad que se debe tener como ser humano, como médico para trabajar con los pacientes pediátricos y con los padres.
“Dentro de la parte pediátrica, nunca me imaginé que fuese a ser oncólogo. Sin embargo, en el último año tuve rotaciones electivas por oncología y eso fue como amor a primera vista con los niños de cáncer. Eso fue lo que hizo que yo tomara la decisión definitiva”,
agregó el médico.
Lo ideal, explica el especialista, es que los médicos digan ‘mira hicimos todo lo que teníamos que hacer por el paciente en el tiempo que era, la forma como era y ofreciéndole todo lo necesario’.
Para él, los niños son como ángeles. “Siempre he dicho ‘los niños de cáncer pienso y siempre he sabido que no son niños. Los niños de cáncer son angelitos que andan por ahí y que algunos se quedan con nosotros y otros no. Pero yo los veo como ángeles que están recibiendo algún tipo de tratamiento”, concluyó el doctor.