El término Takotsubo, describe un recipiente para atrapar pulpos con cuello estrecho y base redonda, similar a la forma que adopta el corazón en estudios en pacientes con la condición. El patrón más común es la apical, presente en el 81,7% de los casos.
Mujer de 56 años, residente en Bogotá, Colombia, acudió al servicio de urgencias de un hospital universitario de tercer nivel de atención tras 24 horas de evolución con dolor torácico opresivo localizado en el espacio retroesternal (el hueso central del tórax).
Dicho síntoma se asociaba a actividad física, mejorando parcialmente con el reposo. La paciente también refirió disnea (dificultad respiratoria), diaforesis (sudoración excesiva) y edema (hinchazón causada por el exceso de líquido atrapado) en miembros inferiores.
De manera relevante, los síntomas aparecieron cuatro horas después de un evento emocional estresante.
Entre los antecedentes médicos de la paciente se podía ver hipertensión arterial e hipotiroidismo, así como un episodio previo de miocardiopatía de Takotsubo (TM) hace cuatro años, diagnosticado mediante ventriculografía.
En ese evento, no se utilizó soporte ventricular mecánico, y el cuadro clínico se había relacionado con la muerte de un familiar cercano. Un ecocardiograma realizado un año antes del ingreso actual mostró una fracción de eyección del ventrículo izquierdo (FEVI) del 56%, sin alteraciones segmentarias de la contractilidad.
En el contexto ambulatorio, la paciente estaba bajo tratamiento con losartán 50 mg cada 12 horas, metoprolol 50 mg al día, aspirina 100 mg al día y levotiroxina 75 mg al día. Según la clasificación de insuficiencia cardíaca de la New York Heart Association, se encontraba en clase funcional I.
Al ingreso, la exploración física fue normal, y las constantes vitales revelaron tensión arterial de 155/80 mmHg, frecuencia cardíaca de 98 lpm, frecuencia respiratoria de 18 rpm y saturación arterial de oxígeno del 91% en aire ambiente.
El electrocardiograma inicial mostró taquicardia sinusal e inversión de la onda T en las derivaciones V1-V4, sin alteraciones del segmento ST ni prolongación del QTc. Los niveles de troponina I fueron de 500 pg/mL al ingreso (valor de referencia: 0-15.6 pg/mL) y ascendieron a 1127 pg/mL tres horas después.
Dado este cuadro clínico y los hallazgos iniciales, se consideró un infarto agudo de miocardio sin elevación del segmento ST (IAMSEST). La estratificación del riesgo cardiovascular arrojó un puntaje de 87 en la escala GRACE y de 3 en la escala TIMI.
Se instauró tratamiento con aspirina 100 mg, clopidogrel 75 mg (carga inicial de 300 mg de aspirina y 300 mg de clopidogrel), atorvastatina 80 mg, enalapril 5 mg, metoprolol 50 mg y enoxaparina 60 mg cada 12 horas.
El ecocardiograma realizado el mismo día mostró disfunción ventricular izquierda moderada con una FEVI del 38%, asociada a discinesia apical y acinesia de los segmentos medio-distales de la pared anterior, distal de la pared inferior, medio-distales de la pared lateral y distal del septo interventricular posterior, configurando un patrón de balonamiento apical.
La presión sistólica de la arteria pulmonar fue de 60 mmHg, con regurgitación leve de la válvula tricúspide.
Una angiografía coronaria realizada también el día del ingreso no mostró lesiones significativas en las arterias coronarias epicárdicas. Ante el patrón ecocardiográfico y angiográfico, junto con la ausencia de enfermedad coronaria obstructiva, se diagnosticó una TM recurrente.
Por este motivo, se suspendieron clopidogrel y aspirina, continuándose el tratamiento con metoprolol y enalapril en las mismas dosis, sin eventos adversos.
La evolución hospitalaria fue favorable, con remisión de los síntomas y ausencia de nuevos episodios de dolor torácico.
La paciente fue dada de alta tras cuatro días de hospitalización. Un ecocardiograma de seguimiento realizado ocho semanas después mostró una FEVI del 52%, sin evidencia de alteraciones segmentarias de la contractilidad. Durante esta visita de seguimiento, la paciente se mantuvo asintomática y sin recurrencia de eventos cardiovasculares.
La CT también se conoce como síndrome de Takotsubo, síndrome de abombamiento apical, miocardiopatía de estrés, síndrome del corazón roto, entre otros.
El término Takotsubo es una palabra japonesa que describe un recipiente utilizado para capturar pulpos, que se caracteriza por un cuello delgado y una base redonda. Esta imagen es similar a la observada en el ventriculograma en proyección oblicua derecha durante la sístole de pacientes con esta alteración; sin embargo, se han descrito otros patrones de afectación, siendo la afectación apical la más frecuente (81,7%).
Es una condición que afecta temporalmente el corazón y suele estar desencadenada por eventos emocionales o físicos intensos.
En este caso (Sergio Velasco-Malagón, et al), se hace correspondencia a la variante más común de la CT, la apical. Aunque inicialmente se consideraba una condición benigna, se sabe que puede ocasionar complicaciones graves, y su mortalidad en la fase aguda es de aproximadamente un 5%.
Aún no se comprende completamente la causa de esta miocardiopatía, pero se sabe que está asociada a una respuesta anormal al estrés.
Los altos niveles de hormonas como la adrenalina durante el estrés pueden dañar el músculo cardíaco, afectando principalmente las áreas apicales del corazón, donde hay una mayor densidad de receptores beta-2. Además, hay evidencia de que factores genéticos, como la sobreexpresión de ciertos genes relacionados con la respuesta al estrés, podrían
desempeñar un papel.
En algunos casos, esta condición se ha observado en gemelos, lo que respalda la hipótesis de un componente genético.
La mayoría de los casos (90%) ocurren en mujeres posmenopáusicas, lo que sugiere que los estrógenos podrían tener un efecto protector. También se ha observado que personas con hipertensión arterial, diabetes o enfermedades renales tienen un mayor riesgo de recurrencia de la CT.
Sí, aunque no es muy común. Estudios estiman que aproximadamente el 5% de los pacientes experimentan un nuevo episodio de CT en un periodo de seis años. Además, la recurrencia puede estar relacionada con diferentes factores, como una mayor disfunción del corazón en el primer episodio.
El desencadenante del segundo evento puede ser distinto al del primero, como ocurrió en este caso.
El diagnóstico se basa en los síntomas, los hallazgos en estudios de imágenes como el ecocardiograma, y la exclusión de otras causas, como enfermedad coronaria o miocarditis.
El tratamiento sigue siendo empírico, ya que no hay una guía definitiva sobre qué medicamentos son más eficaces. Sin embargo, los betabloqueantes, inhibidores de la ECA o bloqueadores de receptores de angiotensina II (ARA-II) se utilizan para reducir la respuesta al estrés y proteger al corazón.