El 50 % los pacientes con urticaria crónica presenta autoanticuerpos contra el receptor de IgE

El tratamiento de la urticaria crónica espontánea debe ser continuo y no episódico, y la mayoría de los pacientes responde adecuadamente a antihistamínicos de segunda generación en dosis altas.

Mariana Mestizo Hernández

    El 50 % los pacientes con urticaria crónica presenta autoanticuerpos contra el receptor de IgE

    Durante la Convención Anual de la Sociedad Dermatológica de Puerto Rico se abordaron diversas enfermedades cutáneas, entre ellas la urticaria crónica, una condición que continúa generando debate por sus mecanismos subyacentes y su impacto en la calidad de vida de los pacientes.

    El Dr. Rafael Martín García, dermatólogo, catedrático y director del Departamento de Dermatología de la Universidad de Puerto Rico, explicó que esta patología tiene un origen predominantemente inmunológico y se manifiesta con lesiones características en la piel. "La urticaria crónica espontánea es una condición mayormente inmunológica donde salen lo que se llaman ronchas en la piel", afirmó.

    Mecanismos inmunológicos y falsas creencias

    Además, durante su intervención, el especialista señaló que cerca del 50 % de los pacientes con urticaria crónica presentan un anticuerpo contra un receptor de la inmunoglobulina E (IgE), mientras que el otro 50 % podría tener factores inmunológicos circulantes aún no identificados. Este hallazgo es relevante, ya que persisten ideas erróneas tanto entre pacientes como entre profesionales de la salud.

    "La mayoría de los médicos no entiende, y los pacientes piensan que la urticaria crónica espontánea puede ser causada por medicamentos, por alimentos o por otros factores. Lo más importante al diagnosticar esta condición es decirle al paciente: ´No te preocupes, no estás haciendo nada para que esto te pase. Esta es una enfermedad que simplemente se presentó´", añade.

    ¿Qué papel juegan los alimentos?

    Asimismo, se abordó el papel de ciertos alimentos como posibles desencadenantes. Aunque las alergias alimentarias suelen mencionarse en estos casos, representan solo un porcentaje reducido y, en la mayoría de las veces, no existen pruebas clínicas concluyentes para identificar el alimento específico. En los pocos casos en los que hay una relación, suelen estar implicados productos como la leche de vaca, entre otros.

    La ansiedad del paciente y la importancia del acompañamiento

    Según el experto, brindar tranquilidad a quienes viven con esta enfermedad es fundamental, especialmente cuando han pasado meses o incluso años sometidos a tratamientos intermitentes, sin lograr identificar la causa. Una vez comprendido el origen de la patología, los pacientes tienden a reducir sus niveles de ansiedad y aceptan mejor las estrategias terapéuticas.

    "La urticaria crónica da en alrededor del 2 % de la población. El diagnóstico diferencial incluye la urticaria aguda, que usualmente es causada por medicamentos, infecciones o factores ambientales. También está la vasculitis urticarial, que se presenta con lesiones parecidas a las ronchas, pero que duran más de 24 a 48 horas, muestran cambios pigmentarios y, cuando se hace una biopsia, se encuentra inflamación en los vasos sanguíneos. Esa es otra condición completamente separada", detalló.

    Primeras líneas de tratamiento: antihistamínicos en altas dosis

    El abordaje terapéutico de la urticaria crónica espontánea comienza con el uso de antihistamínicos de segunda generación en dosis superiores a las habituales. Medicamentos como loratadina, desloratadina, cetirizina, levocetirizina y fexofenadina se administran inicialmente en combinaciones o esquemas escalonados, que pueden alcanzar hasta cuatro dosis al día, dependiendo de la respuesta del paciente.

    "El tratamiento se inicia con una combinación de estos medicamentos: una dosis en la mañana y otra en la noche, o la misma dos veces al día. El paciente puede subir hasta cuatro dosis al día, y si no responde, se pasa al segundo nivel de tratamiento. La gran mayoría, en mi opinión, responde adecuadamente a estas dosis altas", explicó el doctor Martín García.

    Un tratamiento que debe ser constante

    En cuanto al pronóstico, se señaló que cerca del 50 % de los pacientes experimentan una remisión en el primer año. Sin embargo, en el otro 50 %, los síntomas pueden persistir más de un año, con un promedio de duración entre dos y cinco años. Incluso, aproximadamente el 20 % de los casos puede extenderse por más de dos décadas, lo que obliga a pensar en estrategias terapéuticas sostenidas.

    Por ello, el especialista hizo hincapié en que el tratamiento debe ser continuo, no episódico. Es decir, no basta con administrar el medicamento únicamente cuando aparecen las ronchas: "El tratamiento continuo es superior al episódico. Hay que explicarle al paciente que esto no es tomar una pastilla cuando salgan las lesiones, sino seguir un esquema diario, porque así es como se controla realmente la enfermedad".

    Diagnóstico clínico y avances terapéuticos

    Respecto al diagnóstico, aclaró que, a diferencia de la urticaria aguda, donde suelen identificarse causas concretas como infecciones o medicamentos, en la urticaria crónica espontánea no se reconocen factores de riesgo ambientales ni desencadenantes específicos. Su identificación depende casi exclusivamente del juicio clínico.

    Cuando los pacientes no responden a los antihistamínicos en dosis altas, se recurre a tratamientos de segunda línea como el omalizumab, un anticuerpo monoclonal aprobado por la FDA, que se administra por vía subcutánea una vez al mes. Este ha demostrado alta eficacia. Otros fármacos, como el dupilumab, están actualmente en proceso de aprobación y podrían incorporarse pronto al arsenal terapéutico.

    "La mayoría de los pacientes se controla con antihistamínicos o con omalizumab. Solo en casos muy raros, en los que no hay respuesta, se consideran inmunosupresores sistémicos, que no siempre son efectivos. Y en esos pacientes siempre hay que reevaluar el diagnóstico, porque podría tratarse de otra condición, como la vasculitis urticarial", advirtió.

    El impacto emocional y la necesidad de un enfoque experto

    Además de los aspectos clínicos, se subrayó la necesidad de mejorar la calidad de vida del paciente desde el inicio del tratamiento. Muchos sufren un fuerte impacto emocional: el prurito persistente, la alteración estética por las lesiones y la hinchazón facial son síntomas que pueden afectar el sueño, la productividad y las relaciones sociales.

    En este sentido, el especialista señaló que el manejo debe ser llevado por profesionales con experiencia en esta patología. Tanto dermatólogos como alergistas están capacitados para tratarla, aunque recalcó que muchas pruebas comúnmente solicitadas —como test alimentarios o extensas baterías de laboratorio— no tienen utilidad en estos casos.

    Educación médica y criterios de derivación

    "La calidad de vida mejora cuando se trata la enfermedad adecuadamente. Pero eso requiere que el paciente esté en manos de un especialista entrenado. También hay que decir que esas pruebas de comida y alergia, que tanto les hacen a los pacientes, no tienen ningún rol en la urticaria crónica. Son útiles en otras condiciones, pero no en esta", afirmó.

    Además, hizo un llamado a fortalecer la educación médica en todos los niveles. Reconoció que muchos pacientes llegan inicialmente a consulta con médicos generales, quienes a menudo no están familiarizados con la naturaleza de esta condición. 

    "Hay especialistas que no les gusta tratar esta enfermedad, y eso es un problema. Es fundamental que los médicos primarios sepan cuándo referir a un dermatólogo o alergista con experiencia en el manejo de urticaria crónica espontánea", concluyó.



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