Las recaídas en Esclerosis Múltiple pueden ser leves, moderadas, severas o incluso subclínicas, sin síntomas visibles pero con actividad inflamatoria en el cerebro.
En una convención educativa, neurólogos puertorriqueños profundizaron en criterios diagnósticos, manejo terapéutico y estrategias de prevención de secuelas en recaídas de Esclerosis Múltiple (EM) y trastorno del espectro neuromielitis óptica (NMOSD).
Los expertos señalaron la importancia del diagnóstico temprano, la exclusión de infecciones antes de iniciar esteroides y la preservación de la reserva funcional para mejorar el pronóstico.
Durante la convención participó el doctor Ángel Chinea, neurólogo especialista en esclerósis múltiple, quien explicó que la EM y el NMOSD son enfermedades neuroinflamatorias crónicas de alta complejidad, cuya incidencia en Puerto Rico ha mostrado un aumento paulatino en las últimas dos décadas.
Aunque la etiología exacta sigue siendo desconocida, se reconoce una interacción entre factores genéticos y ambientales. En la isla, la falta de acceso oportuno a estudios de neuroimagen y a tratamientos inmunomoduladores puede retrasar el diagnóstico y agravar las recaídas.
"Una recaída en Esclerosis Múltiple es un evento de disfunción neurológica nueva o recurrente que dura al menos 24 horas, sin explicación alternativa como infección o fiebre, y es provocada por inflamación activa", explicó el Dr. Chinea.
Los expertos clasifican las recaídas según su grado y ámbitos de afectación:
Leves: Síntomas que no interfieren con la función diaria.
Moderadas: Comprometen actividades cotidianas; el paciente puede necesitar ajustes temporales en su tratamiento.
Severas: Exigen hospitalización y terapia intensiva con esteroides intravenosos.
Subclínicas: Asintomáticas, pero con lesiones captadas al contraste de gadolinio en resonancia magnética.
"Muchas veces detectamos esas lesiones antes de que aparezca el síntoma. Es el momento ideal para intervenir y preservar la reserva funcional del sistema nervioso", señaló el neurólogo.
Aunque los esteroides son el pilar del tratamiento agudo para frenar la inflamación, su uso sin descartar focos infecciosos puede desencadenar complicaciones graves.
Caso clínico ilustrativo: Un paciente ingresó con debilidad y fiebre; recibió cortisona y desarrolló encefalitis herpética.
Protocolo recomendado: Siempre interrogar sobre fiebre, síntomas urinarios o respiratorios y solicitar los estudios de laboratorio pertinentes antes de la infusión.
"Sabemos los efectos de la cortisona: baja rápido la inflamación, pero puede agravar infecciones. Por eso preguntamos insistentemente: ¿ha tenido fiebre? ¿Cómo está su orina? Sólo tras descartar infección avanzamos con esteroides", subrayó el Dr. Chinea.
La neuritis óptica — inflamación del nervio que conecta el ojo con el cerebro — es un marcador temprano de recaída y, en ocasiones, del debut de la enfermedad.
Presentación clínica: Visión borrosa o pérdida súbita de visión en uno o ambos ojos.
Ruta de atención: El oftalmólogo debe derivar de inmediato a resonancia magnética con contraste.
"Perder la visión puede ser una bendición: alerta al médico. Cuando detectamos inflamación óptica, aceleramos el diagnóstico y el manejo", afirmó el especialista.
Más allá de la visión, las recaídas pueden comprometer diversos sistemas que reflejan la heterogeneidad de la EM:
Piramidal y motricidad: Debilidad, espasticidad y deterioro del equilibrio.
Sensorial: Parestesias, hipo- o hiperestesia.
Cognitivo: Disminución de la velocidad de procesamiento, problemas de atención y memoria.
Fatiga extrema: Puede considerarse recaída si aparece de forma brusca y limita la autonomía.
Ataxia y coordinación: Caídas frecuentes y torpeza al realizar movimientos finos.
"Tuvimos un paciente con lesión frontal masiva: inició con dificultad para concentrarse. Tras esteroides y terapia de mantenimiento, al año y medio recuperó la capacidad y logró terminar su formación como perito electricista", relató el Dr. Chinea.
La reserva funcional —capacidad de redundancia y adaptación del sistema nervioso— determina en gran parte el grado de recuperación tras la recaída.
Factores influyentes:
"Pacientes jóvenes sin factores de riesgo tienen mayor reserva funcional. Nuestro objetivo es maximizar esa reserva con terapias de base y detección precoz de recaídas", explicó el neurólogo.
Tratamiento agudo: Glucocorticoides en pulsos intravenosos de alta dosis.
Terapias modificadoras de la enfermedad (DMT): Inmunomoduladores orales o inyectables para reducir la frecuencia de recaídas.
Rehabilitación integral: Fisioterapia, terapia ocupacional y neuropsicología para mitigar déficits residuales.
Monitoreo continuo: Resonancias periódicas y valoración funcional en consulta.
"Tiempo es cerebro. Una intervención temprana y un circuito de atención coordinado pueden cambiar el pronóstico para toda la vida del paciente", concluyó el Dr. Chinea.
Investigación local: Fomentar estudios sobre variantes genéticas y factores ambientales en la población puertorriqueña.
Acceso a tratamientos innovadores: Promover la inclusión de pacientes en ensayos clínicos de nueva generación de anticuerpos monoclonales.
Educación comunitaria: Capacitar a familiares y cuidadores para identificar signos de recaída de forma temprana.
La colaboración entre neurólogos, oftalmólogos, rehabilitadores y pacientes es clave para enfrentar de manera integral las recaídas en Esclerosis Múltiple y NMOSD en Puerto Rico. Solo así se podrá garantizar una mejor calidad de vida y minimizar las secuelas de estas enfermedades que desafían al sistema nervioso central.