Dolor en EM: “Debemos identificar el tipo que está sufriendo el paciente y cómo afecta su funcionamiento”

Las bombas de baclofeno que se usan para tratar la espasticidad severa en pacientes con EM —y que mejoran significativamente su calidad de vida— se fabrican en Puerto Rico, específicamente en Juncos.

Camila Sánchez y Mariana Mestizo

    Dolor en EM: “Debemos identificar el tipo que está sufriendo el paciente y cómo afecta su funcionamiento”

    Durante el seminario educativo sobre esclerosis múltiple (EM) y trastornos del espectro de la neuromielitis óptica (NMOSD), organizado por la Fundación de Esclerosis Múltiple de Puerto Rico, el Dr. Eduardo Ibarra, anestesiólogo y especialista en manejo del dolor, abordó el impacto de este síntoma en la calidad de vida de los pacientes y explicó las distintas opciones terapéuticas disponibles para su tratamiento, muchas de ellas desarrolladas o implementadas en Puerto Rico.

    Aunque la esclerosis múltiple se conoce principalmente por sus efectos neurológicos como la pérdida de coordinación, la visión borrosa o la fatiga, el dolor es una de las manifestaciones más comunes y menos visibles de esta enfermedad. Según datos presentados por el experto, el 63.2% de los pacientes con EM experimentan algún tipo de dolor, ya sea neuropático, musculoesquelético o mixto.

    “Lo primero que debemos hacer como médicos es identificar qué tipo de dolor está sufriendo el paciente y cómo afecta su funcionamiento diario. No todos los dolores son iguales, y cada uno necesita un abordaje diferente”, explicó el Dr. Ibarra.

    Además, el especialista detalló que entre los tipos más comunes de dolor se encuentra el dolor neuropático, producto del daño al sistema nervioso central, y que puede manifestarse con sensaciones anormales (disestesias), hipersensibilidad o dolor espontáneo sin causa aparente.

    Neuralgia del trigémino: uno de los dolores más intensos conocidos

    Uno de los temas más llamativos de su ponencia fue la descripción de la neuralgia del trigémino, una condición extremadamente dolorosa que puede estar relacionada con la esclerosis múltiple y que afecta los nervios de la cara.

    “Se ha llegado a conocer como la ‘enfermedad del suicidio’ por la intensidad del dolor que provoca. Es un dolor eléctrico, súbito, que puede repetirse varias veces al día. Hay pacientes que pasan años sin diagnóstico correcto o sin acceso a un tratamiento efectivo”, explicó.

    Para estos casos, el Dr. Ibarra mencionó el procedimiento de bloqueo del ganglio de Gasser con radiofrecuencia, una técnica avanzada de intervención neurológica que, según sus estadísticas, tiene una efectividad de entre 95 y 98% en el alivio del dolor.

    Cuando el dolor interfiere con cada aspecto de la vida

    Además del dolor facial, los pacientes con EM pueden experimentar espasticidad severa, un endurecimiento involuntario de los músculos que limita la movilidad y puede llegar a ser incapacitante. En estos casos, cuando los medicamentos orales no son suficientes, el Dr. Ibarra indicó que se puede recurrir a la implantación de bombas de baclofeno intratecal.

    “La bomba libera dosis mínimas del medicamento directamente en la médula espinal, logrando un efecto relajante potente con menos efectos secundarios. Esto transforma la vida de los pacientes”, afirmó.

    Estas tecnologías, lejos de ser inaccesibles, son utilizadas en Puerto Rico con regularidad. De hecho, las bombas de baclofeno implantadas en países como Francia, Italia, China o Estados Unidos se fabrican en Juncos, Puerto Rico, un dato que sorprendió a muchos de los asistentes al seminario.

    Una mirada integral al dolor

    El Dr. Ibarra fue enfático en que el dolor no puede abordarse únicamente desde la farmacología. Explicó que el manejo del dolor debe ser interdisciplinario e incluir la colaboración de neurólogos, anestesiólogos, fisiatras, psicólogos, trabajadores sociales, enfermeros y, sobre todo, el propio paciente.

    “El dolor es una experiencia física, emocional y social. Evaluarlo con herramientas clínicas es fundamental, pero también es necesario considerar la salud mental del paciente, su entorno y su percepción de apoyo”, puntualizó.

    Asimismo, expresó que aún existen prácticas médicas desactualizadas o poco empáticas, como frases comunes que desmotivan a los pacientes, entre ellas: “tiene que aprender a vivir con el dolor”.

    “Esa expresión no tiene cabida en el siglo XXI. Hay opciones, hay tecnologías, hay equipos preparados. El médico debe ser humilde y abierto a escuchar al paciente, y si un tratamiento no funciona, buscar otras alternativas o referirlo a un especialista”, dijo.

    Puerto Rico a la vanguardia

    Según el experto, Puerto Rico cuenta con los recursos tecnológicos y profesionales para ofrecer tratamientos avanzados, como neuromodulación del cordón espinal, infusores de morfina y sistemas de estimulación implantables. Estas herramientas permiten que pacientes con dolor crónico severo puedan recuperar su funcionalidad y calidad de vida.

    “Tengo pacientes que llegaron sin poder caminar y hoy dirigen orquestas, corren maratones o ejercen sus profesiones con normalidad. El dolor se puede controlar. Lo que necesitamos es voluntad, conocimiento y acompañamiento”, concluyó.



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