Con una perspectiva integradora, el sacerdote propone un enfoque que valora tanto los avances de la medicina moderna como la dimensión espiritual del ser humano. Su postura busca armonizar estos dos ámbitos que a veces se presentan como opuestos.
Ante el alarmante aumento de hechos violentos en las calles, escuelas y hogares, el sacerdote colombiano Walter Zapata hace un llamado a mirar más allá del crimen y de las soluciones represivas.
Su reflexión no se centra solo en el castigo, sino en las raíces profundas de la violencia social, que según él, están ligadas a la ausencia de formación emocional y espiritual desde la infancia.
Uno de los puntos centrales de su análisis recae en la ausencia total de educación emocional en las estructuras sociales. "No hay una clase en la escuela, ni en el colegio, ni en la universidad que diga: ´vamos a ver hoy, el control de las emociones´. No la hay en ninguna parte y mucho menos en la casa", afirmó el sacerdote con preocupación.
Esta carencia formativa genera, según su visión, adultos incapaces de gestionar conflictos básicos, lo que se manifiesta en situaciones cotidianas que terminan en agresiones físicas o verbales. "Y así se va creando esa cultura de violencia como somos hoy, tan arraigada en el mundo", explica.
Ciertamente, la dimensión espiritual ocupa un lugar central en el diagnóstico del Padre Zapata. Con preocupación observa cómo la sociedad moderna ha sustituido a Dios por nuevos ´ídolos´: "Hoy se llenan estadios y conciertos como el Estéreo Picnic, pero las iglesias se vacían. Adoramos cantantes, futbolistas o carros, pero no a Dios. Cuando el hombre pierde esa conexión, pierde también el sentido de la realidad y la parte social".
El padre hace un llamado a reforzar la fe en la sociedad, pero especialmente en los jóvenes, pues son las personas que de alguna manera representan el futuro de la humanidad.
Ahora bien, la relación entre fe y ciencia fue otro aspecto desarrollado con profundidad por el religioso. Rechazando posturas extremas, propuso un equilibrio necesario: "No podemos desligarlo uno del otro. Ni de la medicina ni de lo que nosotros necesitamos - espiritualidad -. Necesitamos de nuestro médico, yo oro mucho por los médicos, oro mucho por el personal de la salud, y oro para que Dios les dé sabiduría".
Su postura integral busca superar falsas dicotomías entre lo espiritual y lo científico. "La fe tiene que caminar con la ciencia. Una persona no puede renunciar a su atención médica porque tiene mucha fe"
El padre añade qué "necesitamos que la gente se compenetre más con su fe, con Dios, y que creyendo en Dios, crean en el médico que lo trata".
Finalmente, el Padre Zapata reservó sus palabras más contundentes para hablar sobre la naturaleza humana y su dimensión espiritual: "El 90% del ser humano es espíritu, sólo el 10% es materia. Una persona puede vivir sin las manos, sin los pies, sin los ojos, sin las orejas, sin el pelo. Pero no podemos vivir sin Dios. Es imposible".
Lejos de desestimar otras formas de pensamiento o creencias, propone una mirada integral que prioriza lo esencial. Su intención no es confrontar, sino invitar a una reflexión profunda sobre aquello que nos mantiene verdaderamente vivos, más allá de lo físico o material. Su mensaje busca reorientar nuestra atención hacia el alma, como el centro desde el cual se ordena la salud, la paz interior y la convivencia.
Esto sintetiza la propuesta espiritual del Padre Zapata para enfrentar los desafíos individuales y colectivos que se plantean en Latinoamérica. Su mensaje final invita a recuperar la conexión con lo trascendente como antídoto contra la desesperanza y el conflicto social, sin descuidar las responsabilidades concretas en el ámbito familiar, educativo y comunitario.