Diferencias claves entre Síndrome del Intestino Irritable, Colitis Ulcerosa y Enfermedad de Crohn

Las enfermedades inflamatorias del intestino son un problema anatómico y el síndrome de colon irritable por otro lado es un problema relativo a la funcionalidad.

Carolina González Quiceno

    Diferencias claves entre Síndrome del Intestino Irritable, Colitis Ulcerosa y Enfermedad de Crohn

    Datos del portal crohnscolitispr.com, una iniciativa de la compañía biofarmacéutica AbbVie, avalada por la Asociación de Gastroenterología de Puerto Rico (APG) y la Fundación Esther A. Torres (FEAT), estiman que las enfermedades inflamatorias intestinales afectan a 3.1 millones de personas en Estados Unidos, sin discriminar sexo ni edad.

    Según el portal, "los estudios han demostrado que entre el 5% y el 20% de los pacientes que padecen Crohn y/o colitis ulcerosa, tienen un familiar de primer grado (padre, hijo o hermano) que también las padece".

    Sin embargo, estas condiciones suelen ser confundidas con el Síndrome del Intestino Irritable, como consecuencia de muchos mitos que rodean estos temas.

    Por lo tanto, a través de la Revista de Medicina y Salud Pública, el Dr. Juan Marqués Lespier, gastroenterólogo, aclaró que la enfermedad inflamatoria del intestino es una deficiencia funcional, mientras que las enfermedades inflamatorias del intestino responden más a un problema anatómico.

    Síndrome del intestino irritable (SII) VS. Enfermedad Inflamatoria Intestinal (EII)

    El SII, coloquialmente conocido como colon irritable, puede causar muchas molestias y llegar a afectar gravemente la calidad de vida de los pacientes. "Estamos hablando de una gama de enfermedades funcionales del intestino, donde el paciente va a presentar una serie de síntomas, en su mayoría, cambios en el patrón de evacuación, dolor exacerbado por ciertos tipos de comida o por situaciones de estrés, pero no vamos a ver la parte anatómica afectada".

    Se cree que, al menos, entre el 10 y el 15 % de la población adulta de Estados Unidos padece síndrome del intestino irritable, siendo el trastorno gastrointestinal diagnosticado con más frecuencia. Afecta más a mujeres que a hombres, y sus síntomas se manifiestan en las últimas etapas de la adolescencia o en las primeras etapas de la adultez exacerbado, mayormente, por situaciones de estrés.

    Asimismo, se ha comprobado que padecer esta condición, aumenta el porcentaje de probabilidad de padecer algunos trastornos funcionales como fibromialgia, síndrome de fatiga crónica, entre otros.

    Por otro lado, las EII abarcan distintas condiciones que implican la inflamación de los tejidos del tracto digestivo por tiempo prolongado, es decir, son crónicas. 

    "En enfermedad inflamatoria del intestino hay una descarga inmunológica que afecta el intestino, puede ser desde la boca hasta el ano", explicó. "Es un problema anatómico, en donde vemos unos cambios en la inflamación de la mucosa tanto del intestino grueso, como en el intestino delgado. Estamos viendo complicaciones como estrechez, absceso, fístulas, anemia y un sinnúmero de otros síntomas físicos".

    La colitis ulcerosa y la Enfermedad de Crohn son las formas más comunes de enfermedad inflamatoria intestinal, en las que se manifiesta diarrea, sangrado rectal, dolor abdominal y pérdida de peso involuntaria.

    "La Enfermedad de Crohn puede aparecer en cualquier área del intestino, mientras que la colitis ulcerosa solo se manifiesta en el intestino grueso".

    Pruebas de diagnóstico diferencial

    Afirma que en el momento de los estudios de cernimiento como la colonoscopia, "vamos a ver la mucosa completamente normal, las biopsias completamente normales, no vamos a tener complicaciones como anemia, pérdida de nutrientes, etc. Pero, es una enfermedad que se está haciendo cada vez más frecuente".

    Agrega que este tipo de enfermedades tiene un tratamiento y ayuda médica, por lo tanto cualquier persona que presenta síntomas de dolor abdominal, cambio en el patrón de evacuación, refiere una evaluación a su médico primario y posteriormente a un gastroenterólogo para establecer un diagnóstico y poderlo tratar adecuadamente.

    ¿Pueden coexistir las EII?

    El especialista afirma que es importante entender que "la enfermedad inflamatoria del intestino es una condición donde hay una descarga inmunológica que afecta el intestino y puede ser desde la boca hasta el ano". Allí es donde radica la diferencia entre la enfermedad de Crohn y la Colitis Ulcerativa.

    Según el Dr. Marqués Lespier, la enfermedad de Crohn se va a presentar en cualquier área del intestino, y en la enfermedad de colitis ulcerosa solamente va a parecer en el intestino grueso o en el colón. Agrega que "usualmente no van a aparecer juntas porque estamos hablando de una enfermedad global, una enfermedad mucho más abarcadora y vamos a definir lo que es Crohn y Colitis ulcerosa debido a su fase de estación. Por lo tanto, un paciente que tenga una, no va a tener la otra". 

    Claro está, advierte el gastroenterólogo que "hay pacientes que son diagnosticados en su primera instancia con enfermedad de colitis ulcerosa y luego la enfermedad progresa, al punto en que puede convertirse en enfermedad de Crohn, afectando otras áreas del intestino grueso y del intestino delgado".

    Cuando un paciente está mejor, ¿puede abandonar el tratamiento?

    En tanto al tratamiento, asegura el Dr. Marqués que no es recomendable abandonar el tratamiento "porque sabemos que puede haber una reactivación, y una reactivación es una forma más severa".

    Asegura que esto también depende del estado del paciente, ya que cada persona tiene diferentes tipos de reacción y anatomía. Además, afirma que: "si el paciente ha cumplido con su terapia médica, con sus citas médicas, han sido bien cuidados en el manejo de su enfermedad, y a lo largo de cinco a diez años, se ha visto que hay una remisión tanto clínica como endoscópica, y ese tipo de pacientes sí se puede tomar la decisión de aguantar el tratamiento y observar".

    No obstante, advierte que esto depende directamente de la decisión que se tome en conjunto con el especialista tratante, debido al riesgo de reactivación que siempre estará vigente "y si se presenta, hay que volver a retomar el tratamiento". 

    Concluye asegurando que "las recomendaciones generales indican que no se puede dejar el tratamiento y mucho menos sin supervisión médica".

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