"Sigue caminando y no mires atrás": el mensaje que acompañó a Christopher en su batalla contra el cáncer

El Linfoma de Hodgkin se presenta con frecuencia en adultos jóvenes, entre los 20 y 29 años de edad así como después de los 55.

Alexander Triana Yanquén

    Sigue caminando y no mires atrás: el mensaje que acompañó a Christopher en su batalla contra el cáncer

    El Linfoma de Hodgkin es un tipo de cáncer que afecta el sistema linfático, que es parte del sistema inmunitario del cuerpo que se encarga de combatir los gérmenes. En esta condición, los glóbulos blancos, denominados linfocitos, crecen sin control, lo que provoca que los ganglios linfáticos se inflamen y que aparezcan bultos en todo el cuerpo.

    Esta enfermedad fue reconocida por primera vez en 1832 por Thomas Hodgkin.Un estudio de la cirujana y oncóloga Vera Peters (1950), cuando todavía se consideraba incurable, concluyó que en estados iniciales la enfermedad se podía combatir con la "radiación de campo extendido". 

    Sin embargo es importante mencionar que se desconoce la causa de la condición y lo que se sabe de momento es que comienza cuando los glóbulos blancos que combaten las infecciones, llamados linfocitos, desarrollan cambios en su ADN. El ADN de una célula contiene las instrucciones que le dicen a una célula qué hacer.

    Linfoma de Hodgkin en Puerto Rico

    La Revista de Medicina y Salud Pública conversó con Christopher Rodríguez Rosado, egresado de enfermería y paciente de Linfoma de Hodgkin, quien a sus 26 años sobrevivió a una intervención quirúrgica en donde le extrajeron el 50 % del tumor que le afectaba. 

    La enfermedad es más común entre personas de 15 a 35 y de 50 a 70 años de edad. Se piensa que una infección pasada con el virus de Epstein-Barr (VEB) contribuye a su aparición en algunos casos.

    Christopher es de Hamacao, Puerto Rico, y relata lo que es vivir con la enfermedad, después que le dieron por desahuciado, e incluso luego de que apenas le dieran un par de horas de vida después de la operación.  

    Christopher Rodríguez, esta es su historia

    Relata que el 18 de julio se estaba sintiendo mal, empezó a presentar síntomas de la condición: “fatiga, y como que algo me aguanta en el camino”, dice, agregando que: “Una ruta que normalmente era de 10 minutos a pie, me tomó aproximadamente el doble y hasta diría que el triple, porque comenzaba como con un jadeo y sentía una presión en el pecho como si me estuvieran deteniendo, como que no podía respirar”, describe.

    Los síntomas asociados a la enfermedad, según se ha podido establecer por parte de los especialistas son: hinchazón indolora de los ganglios linfáticos en el cuello, las axilas o la ingle; fatiga persistente, fiebre, sudoraciones nocturnas, pérdida de peso de forma no intencional, picazón intensa, dolor en los ganglios linfáticos después de beber alcohol. 

    La travesía médica

    Llegó donde el médico primario, que ese día le leería unos resultados de unos exámenes “me hicieron biliar, CBC y entre otras cositas”. Allí el especialista lo notó raro mientras hacía el debido oscultamiento. Relata Rodríguez que el doctor le dijo: 

    -”¿Christopher te encuentras bien?

    -”Sí… me encuentro bien, solo un poquito corto de respiración”.

    “Cuando él comienza a auscultar los pulmones con el estetoscopio, noto un cambio en su cara, como si él hubiera visto algo raro, como si hubiera visto algo de otro mundo, y yo: ¿doctor todo bien? y él me dice: tienes que ir a la sala de emergencia ahora mismo”, relata.

    -”Estoy tratando de escuchar el sonido del pulmón izquierdo y al momento no presenta nada. Tienes que ir a sala de emergencia para que te hagan una plaquita a ver qué tienes, pero tiene que ser ahora”, dijo el médico.

    Comenta Christopher que ese día el hospital le quedaba como a 15 minutos a pie, trayecto en el cual, se presenta la misma situación: fatiga, cansancio excesivo, falta de aire: “¿qué es esto que me sucede?”, afirma. 

    Al llegar al Hospital Humanitas Humacao, le hacen una placa, la cual lleva al doctor quien revisa los resultados y le dice: “voy a hacer unas llamadas para transferirte al Hospital Humanistas Cagua”. En ese instante Christopher dice que “no puede ser tan grave, pero los veo sorprendidos”.

    “Una vez llego al Hospital Humanitas de Cagua, empiezo todo el procedimiento de diagnósticos, pruebas y cosas Me hablan de una biopsia; algo que en mi vida yo había escuchado de otras personas, pero nunca pensé que me iba a pasar. Cuando me realizan la primera biopsia no detectan nada, aparentemente tomaron muy poca cantidad de muestra; cuando me realizan la segunda biopsia ahí todo normal, todo bien. El doctor me dice: no te voy a dejar tanto tiempo en el hospital, voy a enviarte a tu casa”, relata. 

    El Dr. Carlos Méndez, del Hospital HIMA; el primer oncólogo que vio a Christopher y su extraño caso le dijo: “Christopher yo quiero ayudarte, pero no me atrevo a aplicarte ningún proceso sin primero no tener la biopsia”. En aquel momento ya se le estaban notando los síntomas cada vez más marcados: “fatiga, me cansaba rápido, me estaba saliendo como un sarpullido en el área del abdomen como si fueran reacciones alérgicas a algo, pero no era alérgico a nada realmente”, comenta. 

    En ese instante el especialista le hizo la recomendación para que se fuera a chequear en el Hospital Auxilio Mutuo. Allí le anunciaron que realizarían otros exámenes, otra biopsia y el mismo día “me iban a realizar una punción pleural”. La cual consiste en extraer líquido del pulmón: “porque mi pulmón izquierdo estaba colapsado por tanto líquido que había retenido él mismo”, dice. 

    Exactamente, según comenta Christopher, extrajeron 1.200 mililitros de líquido de aquel pulmón. Hasta ese momento ya le habían realizado tres punciones pleurales en los distintos centros médicos donde estuvo. 

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    Aquel día, mientras lo estaban internando en el Hospital Auxilio Mutuo, recibió una llamada sobre las siete de la noche, era el doctor Méndez quien le dio el diagnóstico: ”Llegó lo de la biopsia, y tu diagnóstico es Linfoma de Hodgkin”, le dijo a través del móvil. 

    “Me pongo a buscar y veo que es un tipo de tumor maligno que se estaba desarrollando en el área torácica y que estaba comprimiendo mi pulmón izquierdo. Por eso tenía fatiga”, asegura Christopher.

    Acto seguido, estudios de imágenes para poder establecer el tamaño del tumor, la posición donde estaba alojado, y qué tan regado se encontraba en el cuerpo: “me indican que vamos a poner un metpor para empezar las quimioterapias y vamos a empezar un procedimiento para extraer el líquido que tienes acumulado en el pericardio, porque el tumor mismo no dejaba que mi corazón se expandiera bien. Ese día yo digo pues, vamos a dejarlo todo en las manos de Dios y que sea lo que él quiera”, describe.

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    El momento de la intervención quirúrgica

    Christopher relata que se encontraba nervioso, el miedo se apoderó de él, en su mente surgieron muchas preguntas, y no es para menos. Allí, mientras se preparaba para su cirugía con el Dr. Jorge Orlando López De Victoria, cirujano cardiovascular torácico del Hospital Auxilio Mutuo, se encontró con una señora que le ofreció orar porque todo saliera bien: “estaba tan nervioso que hasta me puse la bata al revés”, dice.

    Explica el cirujano que fue presentado por el internista y el oncólogo que estaban tratando a Christopher. Según el experto, al paciente “se le llenó el saco del pericardio de líquido, alrededor del corazón”, esto le ocasionó que su músculo cardíaco se “estrangulara” y dice López que el dictamen de Christopher era el de estado “terminal”. 

    “Para complicar el cuadro clínico, tenía una masa que le arropaba toda la tráquea distal, y la preocupación de todo el departamento de anestesia, de oncología y de este servidor es que esa masa iba a comprimir la tráquea distal y los bronquios del lado derecho y del lado izquierdo, y que íbamos a tener problemas de ventilación durante la intervención”, explica López.

    Durante la inducción de la anestesia, en efecto se presentaron los problemas de oxigenación que había descrito el cirujano: “la masa empezó a comprimir las vías respiratorias y como vino en una etapa bastante avanzada de afección pericárdica, empezamos a perder los signos vitales, y tuve que empezar a hacer las incisiones quirúrgicas y descomprimir el corazón, no antes sin darme cuenta que todos los tejidos en los que iba avanzando estaban invadidos por la malignidad”, aclara. 

    Una vez lograron descomprimir el saco del pericardio, empezaron a notar que los signos vitales mejoraron: “tuvimos momentos bien difíciles y estuvimos a punto de perder a Christopher”, aseguró López.

    Sin embargo, esto no terminó ahí, una vez que le remitieron al intensivo cardiovascular, enfrentaban otro problema porque la masa no había sido extirpada en su totalidad y seguía comprimiendo las vías respiratorias. Además, explica el experto que tuvieron que ponerle un tubo de pecho del lado izquierdo por una infusión maligna de ese costado, “que no nos dejaba ventilar”. 

    A Christopher le realizaron intubación prolongada y con unos volúmenes de oxígeno elevado con presiones positivas para mantener las vías latentes y poderlo ventilar.

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    Un momento crítico

    Relata el doctor López que en algunos momentos llegaron a pensar que Christopher moriría, el pronóstico no era alentador e incluso lo comentó a los familiares. Además, recordó que el oncólogo, que estaba tratando a Christopher, el doctor Abreu, llegó a comentarle: “tengo que darle una quimioterapia que disuelva el tumor lo antes posible, pero puede ser peligroso”, comenta. 

    Agrega que según sus cuentas, Christopher estuvo luchando por una semana, en donde se encontraba intubado sostenido con medicamentos: “recuerdo que en estos primeros días, el pronóstico que le di a su familia, su mamá y su novia, era que lo más seguro papá Dios se lo iba a llevar, y fue un momento de gran sufrimiento para la familia y los seres queridos”, dice.

    Asegura el doctor López que lo que evidenció con Christopher es un milagro: “la quimioterapia empezó a funcionar y el tumor comenzó a disolverse y a liberar las vías respiratorias. Ahí empezaron a mejorar los parámetros ventilatorios y de oxigenación, también empezamos a ver, como decimos por ahí, la luz al final del túnel”, aclara. 

    El post operatorio y la lucha personal de Christopher contra el cáncer

    Para Christopher, pasó apenas un día y en realidad estuvo inconsciente por 10 días tras la operación, según lo que le dijo un enfermero que lo atendió el día 13 de septiembre cuando despertó.  Durante ese tiempo, estuvo intubado y con líquidos intravenosos que le daban apoyo para mantenerlo con vida, mientras él sostenía una batalla entre sueños.

    “Me tienen restringido y digo: ¿pero qué pasa? No respiraba bien, me sentía como que tenía algo en mi boca, cuando de momento estoy comenzando a despertar y veo que estoy intubado, restringido, tengo un tubo de drenaje en el área del abdomen y uno del costado izquierdo. Tenía muchas preguntas, muchas dudas, veía mi brazo hinchado, con nerviosismo y toda la cosa”, relata con una sonrisa en su rostro tras lo sucedido. 

    “De repente ya está, observo bien y estaba conectado a un tubo, veía que tenía unas sondas de suero a mi brazo izquierdo que estaba hinchado”, asegura.

    El personal médico poco a poco iba dando detalles de cómo salió la operación, para ayudarle a Christopher a recopilar la información y aceptar la situación. De repente, ingresó el Dr. López De Victoria, quien le informó de primera mano todo el procedimiento, asegurando que era un milagro.  

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    Su madre ingresó al rato cuando le dieron autorización y le comentó entre llantos: “tu eres un milagro nené… Y yo, pero de qué me están hablando, a todas estas no sabía, cuando ella me dijo la trágica noticia que el doctor le había dicho que no me quedaba mucho tiempo de vida y que ya se había hecho todo lo que la ciencia tenía a su alcance, que ya el doctor no pudo hacer más, y sí… fue un milagro”, asegura.

    Con los días fue mejorando, fue evolucionando a favor y un día pudo conversar con el doctor López, quien le aseguró que le había dicho a su madre que solo le quedaban 72 horas de vida. También fue visitado por el doctor Abreu, quien le dijo que en verdad era un milagro de vida. 

    En medio de esa conversación, Christopher empezó a relatar una historia que parecía sacada de La divina comedia, el libro de Dante Alighieri, un universo caótico en el que se encontraba luchando contra gigantes, dragones y de la mano de un felino enorme que lo acompañaba a recorrer el sitio al que describe como el inframundo. 

    “A todas estas yo le dije al doctor: doctor tengo que hablar con usted, tengo que contarle algo que vi, un sueño que tuve, una experiencia que jamás pensé experimentar en mi vida. Cuando estuve en el lapso del sueño, de la anestesia y de todo esto… soñé que estaba en otro lado, abría mis ojos y sí, sentía unas molestias en ese trance, y yo… pero qué sucede, dónde estoy, y escuché una voz que me decía, camina, pero no mires atrás”, comenta.

    La travesía en cuidados intensivos

    Durante 21 días estuvo Christopher en cuidados intensivos, en los primeros cinco días, después que despertó, según el paciente, no pudo dormir: “cerraba los ojos y sentía que volvía al mismo lugar, a ver las mismas cosas y me hacía preguntas”, dice. 

    “A medida que pasó el tiempo seguí juntando las piezas y sí, literalmente Dios me había sacado del infierno. Había escuchado esta historia, y a Jesús lo conocen como el León de Judea, y ahí fue que conecté, fue entonces que Jesús me sacó de ahí, no pertenecía en ese momento a ese lugar”, agrega.

    Claro está, el proceso sigue, las quimioterapias son parte de su vida ya que parte del tumor no pudo ser retirado: “Ahora el proceso de cáncer no ha sido fácil, tengo mis momentos en que digo ‘no puedo más’. Ya he vomitado tantas veces que veo mi cuerpo tan comprometido que no puedo más, y otros días vengo y todo normal”, aclara. 

    Poco a poco ha venido enfrentando esta batalla contra el Linfoma de Hodgkin: “superando todo por el optimismo y la fe de que iba a salir de esta área. A todas estas, creo que fue una travesía de 28 días en el hospital en total, estuve 21 días en intensivo y el resto en observación, y en manos de Dios y gracias al doctor López De Victoria”, asegura. 

    “El doctor me había indicado que mediante el procedimiento quirúrgico, había logrado eliminar un 50 % de la masa y con la quimioterapia lograron disminuir bastante al punto que mis signos vitales pudieran volver a estar normales y volver a donde estoy”, explica.

    Actualmente desconoce el tamaño del tumor, ha recibido cinco quimioterapias durante su proceso ambulatorio y agrega que estima su tumor, “ya debe estar como en un 85 %”. Agrega que ha ido mejorando y poco a poco su recuperación le ha permitido llevar una vida con esperanza en la que sus planes futuros son postularse a un trabajo y ejercer, especializarse quizás en enfermería intensiva o enfermería oncológica, por la afinidad que tiene con su caso: “son las dos áreas que más tuve presentes todo el tiempo, son las áreas que conozco”, asegura. 

    “Hasta el momento sí tenemos mejoría, sí continuamos mejorando, y espero en un futuro ser motivación de muchas personas y pacientes que pensarán que su situación es pequeñita o es grande, pero debemos mantenernos positivos ante toda situación sin importar el tamaño”, concluye. 

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