Los triglicéridos altos y el colesterol HDL bajo son factores de riesgo para diversas enfermedades graves, como la aterosclerosis y la hipertensión.
Su aparición está relacionada con la inactividad física, el consumo excesivo de alcohol y la obesidad. Este artículo explora las causas, los riesgos asociados y cómo manejarlos a través de cambios en el estilo de vida y tratamientos médicos.
El colesterol HDL, conocido como "colesterol bueno", ayuda a eliminar el exceso de colesterol del cuerpo, transportándose de vuelta al hígado.
En cambio, los triglicéridos son un tipo de grasa que se encuentra en la sangre, distinta del colesterol, y su nivel elevado es un indicador de posibles problemas de salud.
Varios factores contribuyen al aumento de los triglicéridos y a la disminución del HDL, entre ellos:
Inactividad física.
Consumo excesivo de alcohol.
Obesidad y sobrepeso.
Enfermedades como la diabetes y problemas de tiroides.
¿Cuáles son los niveles normales de triglicéridos, HDL y LDL?
Según las pautas de salud, los niveles óptimos de lípidos en la sangre son los siguientes:
Triglicéridos: Menos de 150 mg/dL.
HDL: Entre 40 y 60 mg/dL.
LDL: Menos de 100 mg/dL.
Riesgos asociados con triglicéridos altos y HDL bajo
La combinación de triglicéridos altos y HDL bajo está estrechamente vinculada a varias complicaciones de salud graves, como:
Enfermedad cardiovascular y aterosclerosis: Los niveles elevados de triglicéridos pueden contribuir a la acumulación de placas en las arterias (aterosclerosis), lo que puede reducir el flujo sanguíneo y aumentar el riesgo de enfermedades como ataques al corazón, angina, accidentes cerebrovasculares y enfermedad arterial periférica.
Hipertensión arterial: La presión arterial alta puede desencadenarse por un desequilibrio en los lípidos sanguíneos.
Enfermedad hepática no alcohólica: La acumulación de grasa en el hígado puede ser exacerbada por niveles elevados de triglicéridos.
Pancreatitis aguda: Los triglicéridos elevados están asociados con un mayor riesgo de inflamación en el páncreas.
Enfermedades renales: Los niveles elevados de triglicéridos pueden estar asociados con un mayor riesgo de daño renal, ya que la aterosclerosis también puede afectar los vasos sanguíneos de los riñones, reduciendo su capacidad para filtrar y eliminar desechos del cuerpo.
Riesgo aumentado de Accidentes Cerebrovasculares (ACV): La acumulación de placas en las arterias también puede afectar el flujo sanguíneo al cerebro, aumentando el riesgo de un accidente cerebrovascular.
Modificaciones en el estilo de vida para controlar los niveles de triglicéridos y HDL
Las modificaciones en el estilo de vida son esenciales para controlar los niveles de triglicéridos y HDL de manera efectiva.
Para ello, es crucial seguir una dieta balanceada y saludable, rica en grasas saludables como las presentes en el aguacate, el aceite de oliva y el pescado, y baja en azúcares refinados y grasas saturadas.
Aumentar la actividad física con ejercicio regular, especialmente aeróbico, ayuda a reducir los triglicéridos y elevar los niveles de HDL. Además, perder peso y mantener un índice de masa corporal saludable contribuye a mejorar estos parámetros.
Por otro lado, la gestión del estrés también juega un papel importante, así como evitar el tabaquismo, ya que ambos factores pueden afectar negativamente los niveles lipídicos.
Tratamientos médicos disponibles
Existen varios medicamentos que pueden ayudar a controlar los triglicéridos y aumentar el HDL, entre ellos:
Fibratos y ácidos grasos omega-3 para reducir los triglicéridos.
Ezetimiba para reducir la absorción de colesterol en el intestino.
Estatinas para disminuir la producción de colesterol en el hígado.