Según La Organización Meteorológica Mundial, el año 2024 fue el más caliente de la historia, o al menos, del que se tiene constancia, según seis conjuntos de datos internacionales. Además, los diez años más calurosos han ocurrido en este siglo.
El inicio del 2025 ha estado marcado por incendios devastadores en California, que han dejado una estela de destrucción y pérdidas económicas que superan los 50 mil millones de dólares, además de un creciente número de víctimas y desaparecidos, aunque no solo en las personas, sino también en sus animales.
El trágico evento, sin embargo, es sólo una consecuencia más de un cambio climático que parece acelerarse de manera alarmante.
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Expertos en la materia han advertido que los efectos del cambio climático no son algo del futuro lejano, sino que ya están aquí. El Dr. Neftalí García, especialista en Química Orgánica y Bioquímica, explicó en una entrevista para la Revista Medicina y Salud Pública que: “El impacto de estos gases dura décadas… lo que está pasando hoy va a afectar el clima por varias décadas hacia el futuro”.
“Si se sigue llevando a combustión carbón, derivados de petróleo, diésel, gas natural, (aunque tiene menor impacto), madera, etc, vamos a seguir transformando la composición del aire, va a seguir aumentando el dióxido de carbono y a calentar la temperatura del globo terráqueo”.
El experto añadió que fenómenos como los incendios californianos están siendo impulsados por una combinación de factores, entre ellos la acumulación de materia seca debido a las sequías prolongadas, el aumento de las temperaturas globales y los vientos intensos que alimentan las llamas.
Pero el cambio climático no solo está presente, sino que también está avanzando más rápido de lo que los cálculos iniciales proyectaban. El bioquímico comenta que desde la década de 1980, estudios teóricos estimaban que las condiciones climáticas catastróficas ocurrirían hacia el año 2.100.
Hoy, sin embargo, estas proyecciones han sido reevaluadas. “Lo que se pensaba que podía ocurrir en el 2.100, a lo mejor podría ocurrir en el 2.060”. Sin embargo, explica que “hay una serie de teóricos, físicos, químicos, meteorólogos que están planteando que si seguimos la ruta que llevamos, para el 2030 las transformaciones del clima podrían ser irreversibles en muchos sentidos e insoportables", advierte.
De hecho, según La Organización Meteorológica Mundial, el año 2024 fue el más caliente de la historia, o al menos, del que se tiene constancia, según seis conjuntos de datos internacionales. Además, los diez años más calurosos han ocurrido en este siglo.
Los efectos son particularmente alarmantes en el Ártico y la Antártida, donde el deshielo ha transformado su función de reflejar la luz solar en una de absorción de calor. Esta dinámica amplifica el calentamiento global y acelera aún más las transformaciones climáticas.
García señala que el océano, que hasta ahora ha actuado como un amortiguador al absorber una gran parte del calor del planeta, está llegando a su límite de absorción: “El agua absorbe calor, pero el límite de absorción de calor del mar se está acercando. Si es que ya no llegamos a él”.
Esta situación podría tener consecuencias devastadoras, como la alteración de las corrientes oceánicas.
Un ejemplo particularmente preocupante es la posible reversión de la corriente del Golfo, que actualmente transporta calor hacia el norte y permite temperaturas habitables en regiones como Europa, Canadá y el noreste de Estados Unidos.
“Si se revierte esa corriente del Golfo, habría unos inviernos de mucha menor temperatura, también como parte del cambio climático”, explicó García. Este fenómeno podría causar inviernos extremos en esas regiones, al tiempo que exacerbaría las sequías en otras partes del planeta.
Los impactos humanos del cambio climático ya están cobrando un precio alto, especialmente en las regiones más vulnerables.
Por ejemplo, en África, o en regiones donde la guerra está presente, millones de personas enfrentan sequías extremas, falta de alimentos y acceso limitado al agua potable. Estos factores están provocando conflictos armados, migraciones masivas y una crisis humanitaria.
El llamado a la acción es claro: detener las prácticas destructivas de las grandes industrias, implementar políticas climáticas más estrictas y fomentar la cooperación global. Solo así se podrá mitigar el impacto de estas transformaciones y evitar que las predicciones para el 2060 o el 2030 se hagan realidad antes de lo esperado.