Sin un control adecuado sobre la obesidad o el exceso de peso, se agudizarían los síntomas de la artritis.
Bajo la premisa de que los pacientes que se encuentran en un peso adecuado podrían lograr la remisión efectiva tras haber sido diagnosticados con alguna enfermedad autoinmune, varios estudios se han enfocado en confirmar esta hipótesis, obteniendo resultados positivos evidentes en las diferentes cohortes observadas.
Se dice que la artritis afecta aproximadamente al 36% de los adultos que se encuentran en algún grado de obesidad, de ahí que los expertos resalten la importancia de alcanzar y mantener un peso saludable, cuidando que no se genere estrés y tensión articular, ya que de presentarse, es mucho más probable que aumenten los síntomas de desgaste óseo, inflamación y rigidez en las zonas del cuerpo afectadas por la condición.
Expuesto esto, la licenciada Wanda González, nutricionista, dietista y fisióloga del ejercicio, reconoció, para la Revista de Artritis y Reumatología, portal aliado de la Revista de Medicina y Salud Pública, que existe una resistencia por parte de los pacientes al concepto de dieta y pérdida de peso al no evidenciar grandes cambios en poco tiempo, o por suponer un esfuerzo adicional en su rutina diaria.
“Cuando hablamos de hacer cambios en los hábitos, pensamos que se trata de hacer dieta y buscamos remedios rápidos, remedios que nos den resultados sin tener que hacer mucho y en poco tiempo. Pero la clave para lograr perder peso y poder mantenernos ahí, es no pensar en una dieta, sino en un nuevo estilo de vida”.
Lo cierto, es que nuestro peso corporal está compuesto por diferentes factores como el tejido muscular, el tejido adiposo, la densidad ósea, los órganos, el volumen sanguíneo, la cantidad de agua, entre otros. Y al hacer énfasis en mantener un peso adecuado, lo que se busca es poder determinar cuál de esos factores podría tener un exceso.
“Si mi peso principal es por exceso de tejido adiposo, o por exceso de acumulación de grasa, debemos empezar a adoptar hábitos y hacer modificaciones en nuestro patrón de alimentación para favorecer la composición corporal y comenzar a reducir la densidad de esa masa”, refirió.
Lo importante es tener en cuenta el objetivo principal que buscamos alcanzar, cuando iniciamos un proceso de pérdida de peso. De esta manera, podremos enfocarnos en adoptar nuevos hábitos que permitan mejorar nuestro estilo de vida, nuestra salud y que sean un complemento favorable para el diagnóstico y tratamiento que estemos llevando.
“Si no aprendemos a comer y si no tomamos esas acciones como propias, en el momento en que alcancemos esa meta, lo más probable es que retomemos los hábitos alimenticios que teníamos inicialmente. Esa nueva ganancia de peso será el resultado de no haber adoptado un estilo de vida”, aseveró. “Así que es bien importante que podamos incluirlos a nuestra vida diaria, nuestros gustos y preferencias, nuestra disponibilidad de productos, disponibilidad de tiempo, nuestra tolerancia y nuestra capacidad para preparar los alimentos”.
El exceso de tejido adiposo aumenta el riesgo de inflamación articular
La grasa corporal es fuente de citocinas, proteínas que favorecen la hinchazón y el dolor articular, propio de la artritis reumatoide. De hecho, un estudio realizado en Tel Aviv, Israel, sugiere que, entre más kilos agregue el paciente, más proteínas circularán en el organismo, por lo que esto podría exacerbar la condición a un grado más severo.
“A veces escucho pacientes con sobrepeso o con algún grado de obesidad, que se realizan exámenes de laboratorios y salen bien; el nivel de azúcar, el colesterol, la presión arterial están bien; piensan que son saludables y no ven la necesidad de bajar de peso, porque sus parámetros de salud están normales. No obstante, ese exceso de peso va a aumentar la inflamación, va a aumentar la reducción de movilidad y va a impedir que realicen sus tareas diarias con normalidad”.
Adicionalmente, también se ha relacionado el exceso de peso con la afectación de las articulaciones, debido a que la densidad ósea, la estatura y la edad son factores que las condicionan a soportar una cantidad específica de peso que, al superar, podría acarrear un exceso de tensión.
“Al bajar de peso, también estamos reduciendo el riesgo de desarrollar otras condiciones como la diabetes, la alta presión, algunos cánceres, dislipidemias, entre otras”, añadió la experta.
El riesgo de seguir dietas “milagrosas”
Antes de realizar cambios en nuestra dieta, es importante contar con la supervisión de un experto, ya que algunas estrategias de reducción de peso que encontramos en los diferentes medios, no son necesariamente saludables para nosotros.
“Debemos tomar en consideración su peso actual, su estilo de vida, sus condiciones médicas, los medicamentos que le están siendo administrados actualmente y sus parámetros de laboratorio. Es decir, que evaluamos múltiples componentes a la hora de iniciar estos procesos de reducción de peso, para evitar deterioros en la calidad de vida”.
Asimismo, debemos procurar que esta sucesión sea progresiva y constante. Dentro de un proceso saludable, la pérdida tangible semanal oscila entre una y tres libras, dependiendo del nivel de actividad física del paciente y los hábitos de alimentación que esté siguiendo.
Este proceso va a permitir que el organismo poco a poco se adapte a estos cambios y los transforme en una constante, el beneficio de esto es que, al momento de alcanzar ese peso corporal deseado, podamos mantenerlo más fácilmente.
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