Los cambios generados por la psilocibina, son relevantes en el contexto de la salud mental, ya que mejoran la plasticidad cerebral, la capacidad del cerebro para adaptarse, crear nuevas neuronas y formar nuevas conexiones.
La psilocibina, un compuesto natural presente en ciertas especies de hongos, ha despertado un creciente interés en el ámbito de la salud mental por sus posibles aplicaciones terapéuticas.
Este compuesto, que se transforma en psilocina al ser ingerido, tiene la capacidad de activar los receptores de serotonina en el cerebro, lo que provoca una desorganización temporal de las conexiones neuronales y lleva a estados alterados de consciencia. Estos efectos inmediatos suelen durar alrededor de seis horas.
La activación de los receptores de serotonina es fundamental en la regulación del estado de ánimo y las emociones. Durante el consumo de psilocibina, las conexiones neuronales que normalmente permiten una percepción estable de la realidad se alteran, lo que puede resultar en experiencias visuales intensas, distorsiones del sentido del yo y cambios en la percepción del tiempo.
Sin embargo, además de estos efectos agudos, la psilocibina también genera cambios más sutiles y duraderos en la conectividad cerebral que pueden persistir hasta 21 días. Estos cambios son relevantes en el contexto de la salud mental, ya que mejoran la plasticidad cerebral, la capacidad del cerebro para adaptarse, crear nuevas neuronas y formar nuevas conexiones.
La psilocibina se está investigando como una alternativa para tratar diversos trastornos mentales, especialmente la depresión resistente a tratamientos convencionales, como los antidepresivos.
Además, se ha encontrado evidencia de su eficacia en el tratamiento de adicciones, particularmente en el abuso de alcohol, así como en la ansiedad que experimentan los pacientes terminales.
Los estudios sugieren que la psilocibina puede facilitar la recuperación emocional, permitiendo que los pacientes respondan mejor a la psicoterapia. Esto es esencial, ya que los efectos positivos de la psilocibina tienden a ser más duraderos cuando se combinan con intervenciones terapéuticas.
Es importante mencionar que, aunque la psilocibina se considera segura en términos de efectos físicos graves, puede provocar reacciones adversas como náuseas, vómitos y cambios en la presión arterial y la frecuencia cardíaca.
Por lo tanto, su uso debe llevarse a cabo bajo estricta supervisión terapéutica para minimizar el riesgo de experiencias negativas, conocidas coloquialmente como "malos viajes". En este contexto, los terapeutas preparan adecuadamente a los pacientes, explicando los efectos potenciales y asegurándose de que no se administren en solitario.
Aunque la psilocibina no está aprobada para uso médico en muchos países, su investigación ha aumentado en la última década, con un número creciente de ensayos clínicos que analizan su eficacia y seguridad.
A medida que los estudios continúan, la psilocibina parece que podría ofrecer una nueva esperanza para las personas que padecen enfermedades mentales que no responden a tratamientos convencionales.
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