Dr. Chachques: “Un médico debe adaptarse a la realidad del lugar en el que atiende”

Una de las mentes más brillantes de Suramérica, inventor del echarpe cardíaco y el biocorazón artificial, dos revoluciones en el campo de la medicina cardiovascular. Un legado para las futuras generaciones.

Alexander Triana Yanquén

    Dr. Chachques: “Un médico debe adaptarse a la realidad del lugar en el que atiende”

    El Dr. Juan Carlos Chachques es doctor en Medicina y Ciencias Biológicas, profesional de la Facultad de Medicina de Rosario.

    Este experto de la salud cardíaca, de nacionalidad argentina, radicado en París desde hace 40 años, realizó su residencia completa en el Hospital de Clínicas José de San Martín. Es el creador de la técnica “echarpe cardíaco” y principal impulsor del biocorazón artificial.

    En 2019 obtuvo el título de Doctor Honoris Causa por la Universidad Nacional de Córdoba. Uno de los tantos reconocimientos que recibió a lo largo de su carrera, entre ellos el Orden Nacional de la Legión de Honor de Francia. En aquel momento dijo: “Investigar, practicar medicina de alta tecnología y asistir a las poblaciones más vulnerables del mundo”. 

    Buscó innovar, pero sin nunca desprenderse de la medicina humanitaria. Creó la famosa técnica del “echarpe cardíaco” y es uno de los principales impulsores del biocorazón artificial, también realizó múltiples misiones humanitarias en Asia, África y Haití. 

    Recientemente, el experto conversó con IntraMed sobre diferentes aspectos relevantes en el campo de la medicina cardiovascular. Aseguró que “el interés del paciente siempre debe primar sobre el interés de los que curan”.

    Incidencia familiar hereditaria vocacional

    Me crié en un ambiente medicalizado. Mi padre fue primero maestro rural y después médico rural. Empezó la carrera a los 25 años y a los 31 se recibió. A la vez mi madre era farmacéutica. Y yo sentía que no podía desaprovechar los conocimientos obtenidos de mi familia. El consultorio estaba en casa, veía a los pacientes llegar e irse, lo cual era un acontecimiento muy humano, de solidaridad con los que sufren. Eso me marcó. Yo crecí grande, fuerte, deportista y me dije: puedo ayudar a los otros.

    Un futuro en tierras parisinas, adaptación

    Llegué a Francia con mi título de médico y una residencia de Cirugía General hecha. Llegué a ser jefe de residentes del Hospital de Clínicas de Buenos Aires y luego hice dos años de residencia con el doctor René Favaloro, con el cual tuve una muy buena relación. Cuando yo me fui de Argentina, ya tenía 20 artículos científicos publicados y 35 años de edad. Digamos que tenía la mochila cargada para poder enfrentar las vicisitudes de la vida, profesionales y personales.

    El desarrollo del ‘echarpe médico’

    Nació cuando yo ya estaba en París, en la década de 1980. Poco después de llegar y por una beca, aprendí microcirugía por un año, una tecnología entonces muy nueva en la que se operaba con microscopio y se hacían pequeñas suturas en arterias y venas. Yo quería aplicar eso en cirugía cardíaca – que en ese momento no se usaba- pero sí se aplicaba en cirugía plástica y de la mano. Obtuve un diploma universitario en microcirugía experimental a la par que iba al hospital y hacía guardias. Allí conocí el servicio de cirugía plástica y reconstructiva y vi como reimplantaban manos o dedos. También en ese servicio se hacían colgajos para los que usaban el músculo dorsal ancho, ubicado en la espalda. Todo ello requería una costura de arterias y venas. Mis colegas me decían: “¿Mirá si todo lo que estás haciendo acá en cirugía plástica y ortopedia algún día lo aplicas a la cirugía cardíaca? 

    Así, bajo el impulso de mis compañeros y con la idea de que estas técnicas para el corazón podían servir, quise emplear esos conocimientos. Porque en insuficiencia cardíaca, el corazón se dilata, le falta circulación pero también le falta músculo para contraerse. Se me ocurrió que el músculo dorsal ancho liberado de la espalda, que usaban en cirugía mamaria si se le hacía una rotación, podía emplearse para insuficiencia cardíaca. También con una rotación, siempre atado con arteria, vena y nervio, podía metérselo en el interior de la caja torácica haciendo una ventana a través de la segunda costilla que se retiraba y envolver el corazón enfermo. Eso se llamó “echarpe cardíaco”, porque en realidad le dábamos la una vuelta completa como un echarpe, con un marcapasos con electrodos que yo también creé. 

    El objetivo del ‘echarpe médico’

    La idea es que eso sirviera no solo para cubrir sino para hacer una especie de masaje. No se utilizaba una bomba para hacer una circulación extracorpórea y no hacía falta parar el corazón, lo hacíamos mientras latía. Eso era una gran ventaja para los pacientes con insuficiencia cardíaca, ya que el riesgo era mucho menor.

    Pero para esa operación llevaba dos horas preparar el músculo de la espalda y el paciente estaba acostado de manera lateral. Poníamos el músculo de forma lateral y cerrábamos. Después poníamos al paciente boca arriba y abríamos el esternón por la mitad para hacer la operación. En total llevaba 4 o 5 horas.

    Después de haber operado a mil pacientes con esta técnica cuando no había dadores para todos, tuvimos la idea de hacer las cosas más simples. Nos dijimos que tal vez, en algunos casos no tan complejos, en lugar de sacar el músculo de la espalda podíamos emplear la nueva ingeniería de tejidos, en la que uno crea tejidos muy parecidos a los originales. Eso se llama biomimetismo (copiar a la naturaleza). 

    Biomimetismo y su aplicación

    Al principio usábamos colágeno de animales que se esterilizaba y preparaba con células en el interior, pero luego pasamos a usar tejidos creados con nanobiotecnologías, entre ellos la policaprolactona, que es elástica y se adapta muy bien a la función cardíaca. Hicimos primero parches para cubrir la zona infartada y luego al echarpe completo con ese material. 

    Todo eso está en pleno desarrollo y las células madre no se ponen de manera independiente porque no sobreviven bien. La poníamos alrededor de nuestro parche que lleva una gelatina, un gel de nutrientes. 

    Entonces las células pueden sobrevivir mucho mejor al interior de ese parche que es tridimensional, tiene cuatro o cinco milímetros de espesor y todo ese complejo de biomaterial lo poníamos primero como un parche y luego cubriendo toda la parte enferma o la parte dilatada del corazón.

    Usos actuales del echarpe cardíaco

    Para la insuficiencia cardíaca ha habido grandes avances, entre ellos medicamentos. Entonces la técnica ha quedado para los países que no pueden tener medicación adecuada; para los pacientes muy graves y ya refractarios al tratamiento médico a los que no se les puede hacer trasplante (porque esta intervención necesita un tratamiento inmunosupresor importante para toda la vida). Todo eso creó una reducción en las cardiomioplastias o de echarpe cardíaco, que han quedado para los países menos desarrollados pero que hacen cirugía cardíaca. Se realizan aproximadamente el 20% de los procedimientos que hacíamos antes. 

    A la vez, los fabricantes de marcapasos se interesaron menos en su manufactura porque había menos cirugías y quedaron fabricándolos solo las compañías más pequeñas. Hoy se usa mucho más el cardio patch o el Cardiowrap en los países desarrollados, que se puede hacer con una pequeña incisión, una mini toracotomía y no hace falta abrir completamente. 

    Eso a veces lo hacemos como complemento de un bypass, porque a una cicatriz de infarto no la vamos a arreglar con esa intervención: completamos con un parche de 7 a 10 cm de diámetro cubriendo la zona con el patch que se va a asimilar y va a tener ese corazón con doble pared, la original más el del parche en lugar del músculo de la espalda.

    El biocorazón artificial, una revolución médica

    Se empezaron con 5 pacientes en Francia y luego las autoridades sanitarias prefirieron esperar un poco para ver los resultados. Pero ya el corazón había sido bien estudiado, entonces iba a pasar a nivel internacional. Por eso se hizo en los países europeos mencionados, en algunos países asiáticos y finalmente EE. UU. tuvo la autorización de la FDA para hacer una serie. 

    Avanza lentamente porque es una nueva tecnología, una nueva joya electrónica, un corazón que se va a adaptar a automáticamente al esfuerzo, a las emociones y necesita una batería que por ahora es externa: el paciente sale de la operación, termina con un cable al exterior y se coloca una batería externa como una mochila  con la cual  el paciente puede salir a caminar algunas horas, pero cuando está en la casa tiene un carrito al lado con las baterías. Se avanza para crear baterías que sean completamente implantables, que tienen hidrógeno líquido para hacerlas funcionar bien o materiales nuevos que están saliendo para este fin.

    COVID-19 y los efectos sobre el biocorazón artificial

    Nunca se interrumpió la cirugía cardíaca clásica, el bypass, las cuestiones urgentes. Pero también se aprovechó el momento para mejorar la producción del corazón artificial. Al principio se producía uno por semana y después, cuando hubo más demanda, se empezó a hacer una parte de la fabricación robotizada. Hoy las membranas se crean por máquinas y la terminación es artesanal. 

    Para el pasaje de la producción artesanal pura a una técnica mixta se necesitó parar unas semanas y así cambiar cosas del programa del corazón, que es una computadora. Hubo una interrupción hace unos meses y se está retomando para reajustar el diseño de la parte electrónica, los circuitos que permiten controlar el oxígeno o si la presión baja. Hay que pensar que esa computadora no se puede “reiniciar” porque el corazón no se puede parar. Tiene que ser lo más perfecto posible.

    El futuro de la cardiología y de la cirugía cardiovascular

    Cada vez hay más avances en la cardiología intervencionista. Antes, cuando yo estuve con René Favaloro, se hacía bypass para todos los problemas coronarios, no había otra cosa. Con los años aparecieron las dilataciones por catéter y luego los stents. Lo mismo está pasando con la cirugía valvular. Las válvulas no se cambiaban en mayores de 75 años, pero ahora hay válvulas que se introducen por la región inguinal y se abren adentro como un pequeño paraguas, se le hace a la válvula estenosada por calcio una dilatación y luego, se le pone una válvula artificial sin necesidad de abrir el tórax. 

    No es la mejor opción para una persona joven (es mejor cambiarle la válvula si es necesario o tratar de repararla, pero a cierta edad conviene si el riesgo es importante). Esta cardiología intervencionista también se desarrolla en enfermedades congénitas, en niños que nacen con malformaciones.

    El rol social de la medicina y la investigación

    La investigación es en general para progresos tecnológicos. Pero hay que pensar que la cardiología intervencionista puede llegar a ser muy importante en esos países también. En naciones con necesidades es más interesante hacer cardiología intervencionista más que la cirugía, porque con las técnicas no invasivas se economiza en anestesia prolongada y postoperatorio.

    El médico que se necesita

    Un médico que se adapte a la realidad sanitaria del lugar y que utilice los recursos que allí existen. Lo primero que tienen que tener es la solidaridad y la ausencia de interés económico, porque no se puede hacer medicina pensando que uno va a ganar mucho dinero. La riqueza no tiene nada que ver con la medicina humanitaria, la realmente humana. 

    El interés del paciente prima sobre el interés de los que curan. En Francia existe esa posibilidad: si una persona que viene al hospital está mal, no se le pregunta si va a poder pagar la atención o no, se lo trata inmediatamente. Y si no se lo trata, eso se llama penalmente “No Asistencia a Persona en Peligro”. En cambio en otros países, como EE. UU., si no tiene una carta de crédito el paciente no pasa de la guardia. Considero que la medicina debe estar organizada por instituciones abiertas, solidarias y al servicio de todos. 

    Medicina preventiva

    A la vez, se debe privilegiar la medicina preventiva, no esperar a que el paciente esté grave, privilegiar las vacunas. Las campañas antivacunas que aludían a que las vacunas de plataforma ARN mensajero no habían sido lo suficientemente investigadas, pecaban de desconocimiento. Porque en ARNm ya estaba siendo investigado por un grupo alemán para el cáncer desde hace años. Y después, cuando apareció la COVID-19, se empleó para eso. 

    Ahora que la COVID disminuyó un poco, se está volviendo a su uso para el cáncer, porque hoy, cuando no se puede extirpar con cirugía o la enfermedad está avanzada, la primera opción es hacer inmunoterapia antes que radioterapia o quimioterapia. Y la inmunoterapia está basada en lo mismo que la vacuna. La prevención en medicina sigue siendo prioritaria: la nutrición, las reglas sanitarias y sobre todo el control de la población periódico. Siempre va a salir mucho más caro el tratamiento que la prevención.

    Conocimiento de la enfermedad cardiovascular vs prevalencia

    Se conoce y se trata de hacer prevención, de que la gente no fume, no tenga vida sedentaria, controlar la diabetes. Pero existen porque el ser humano envejece, cada vez mueren más tarde y esas arrugas que uno ve en la cara al exterior también están en el interior, las arterias tienen arteriosclerosis, el corazón también se fibrosa y tiene arrugas, es la cardiosclerosis. Y el corazón nunca duerme, es una máquina que está exigida todo el tiempo, en especial cuando hay emociones y estrés y algún día termina por envejecer. 

    Por eso hay más prevalencia, porque la esperanza de vida aumenta y algún día el corazón termina por fallar. El otro problema es el cáncer, que en la sociedad hay elementos cancerígenos, en agronomía los herbicidas o plaguicidas; los organismos genéticamente modificados. O también la manera de preparar los alimentos; la irradiación por el sol; las nanopartículas de los caños de escape de los autos en el aire; fumar. Por ende, si una persona no se murió de otra cosa, termina falleciendo por cáncer o enfermedades cardiovasculares.

    Fuente consultada aquí.

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