Su llegada a la medicina no fue accidental. Según el galeno, desde muy pequeño le gustaba hacer disecciones.
Tener que escoger entre el baloncesto y su educación universitaria encaminó al futuro doctor Aníbal Lugo Rosas en lo que años más tarde se convertiría en una destacada trayectoria en el campo de la salud, con especialidades en Medicina Interna y Cardiología.
Y aunque en su momento fue una decisión difícil, hoy el cardiólogo de San Germán, le agradece al coach que lo ayudó a definir qué era lo que realmente quería hacer con su vida. “En el baloncesto me iba muy bien porque gracias a Dios tenía mucha destreza. Pero recuerdo que tuve problemas para un examen departamental de química y el coach se molestó conmigo porque yo no podía ir a un torneo y me dijo que tenía que decidir entre los estudios y el baloncesto. Y eso me encarriló. Ahí me di cuenta de que el baloncesto no era lo mío. Yo jugaba baloncesto porque me gustaba, pero no era lo que yo quería hacer”, rememoró el doctor Lugo Rosas, quien en sus inicios estudió Química, con un minor en Educación Física.
Sus inicios en la medicina
Posteriormente, cursó estudios en el Colegio de Agricultura en Mayagüez (siguiendo los pasos de su padre quien era ingeniero agrónomo, graduado del mismo colegio), hasta que entró a la Escuela de Medicina de la Universidad Nacional Pedro Henríquez Ureña en República Dominicana.
Su llegada a la medicina no fue accidental. Según el galeno, desde muy pequeño le gustaba hacer disecciones (técnica en la que se dividen los cuerpos muertos de una planta, animal o ser humano para examinar sus anatomías). “En la escuela cuando había que hacer las disecciones de animales, que bregábamos con los sapos y otras cosas pues yo casi siempre era el voluntario para hacerlo. Y cuando estuve en la Escuela de Medicina me fascinó la disección de cadáveres. El profesor de anatomía humana decía que yo era un anatomista innato y siempre me estuvo curioso”, explicó el médico que lleva más de 25 años en su práctica privada en su natal San Germán, desde el Hospital la Concepción, atendiendo pacientes de la zona sur y suroeste de Puerto Rico.
La cardiología intervencional
Al terminar sus estudios en la isla vecina, regresó a Puerto Rico a realizar internados y estudiar medicina interna en el Centro Médico de Mayagüez. En su último año de medicina interna comenzó a interesarse por la cardiología y en 1992 llegó al Recinto de Ciencias Médicas y al Centro Cardiovascular en Río Piedras donde hizo el programa de Cardiología y Cardiología Intervencional.
“Estando allí haciendo mi cardiología general uno de mis maestros me dice ‘tú tienes destrezas manuales increíbles y no le tienes miedo a las cosas. Por qué no te dedicas a la cardiología intervencional’, que es la reparación de las arterias del corazón, en aquel tiempo de las coronarias. Y yo le dije ‘pues definitivamente me gusta el campo y se me hace fácil’. Entonces empecé a hacer cardiología intervencional y tuve la suerte de hacer unas rotaciones que me ayudaron mucho porque en aquel tiempo el programa de cardiología intervencional como existe hoy no era parte del currículo”, dijo quien también funge como Director Médico del Laboratorio de Cateterismo del Hospital de la Concepción.
Sigue las enseñanzas de sus padres
Sus padres, ya fallecidos, le enseñaron a trabajar desde pequeño, a labrar la tierra y a estudiar. Y es que el deporte, la educación y el trabajo siempre han sido importantes para el cardiólogo, tal y como aprendió de su padre. “Siempre me decía que el deporte, la enseñanza y el trabajo iban de la mano. Que uno podía combinar todo eso y lograr buenos resultados”, recordó este profesional de la salud, quien también disfruta de montar a caballo, hacer ejercicio y realizar actividades en el mar.
La familia en su vida
A la familia la describió como “la base de la formación de una persona” y a sus dos hijas e hijo intenta enseñarles los mismos valores y educación que aprendió de sus padres. “Que estudien, hagan ejercicio, que practiquen deporte, que tengan buenas amistades y que conserven siempre sus valores y sean lo mejor que puedan”, les aconsejó.
Hacer las cosas por vocación
Su mensaje a futuras generaciones es que hagan las cosas por vocación. “Como les digo a los médicos residentes y médicos internos que entreno uno debe hacer las cosas por vocación y porque va a hacer algo que va a ser gratificante por el resto de vida. Siempre hay muchas dudas en cuanto al dinero, pero si uno hace las cosas bien, trabaja y se dedica a lo que le gusta, va a ser siempre un buen proveedor. Van a surgir las oportunidades. Lo que uno tiene que saber es qué oportunidades son las que tiene que seguir”, puntualizó.