El estudio refleja la necesidad urgente de mejorar la atención materna, especialmente en países de ingresos bajos y medianos.
A pesar de los avances en la atención materna en las últimas décadas, la mortalidad materna sigue representando un desafío crítico para la salud pública a nivel mundial. Un estudio reciente, publicado por la Organización Mundial de la Salud (OMS) en The Lancet Global Health, señala que la hemorragia posparto y los trastornos hipertensivos, como la preeclampsia, continúan siendo las principales causas de muerte materna.
En 2020, estas afecciones provocaron aproximadamente 80,000 y 50,000 muertes, respectivamente. Estos datos reflejan las deficiencias en el acceso a servicios médicos oportunos y de calidad, especialmente en países de ingresos bajos y medianos.
Este informe constituye la primera actualización global de la OMS sobre las causas de mortalidad materna desde la adopción de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) en 2015. Además, destaca que enfermedades infecciosas y crónicas, como el VIH/SIDA, la malaria, la anemia y la diabetes, representan cerca del 23 % de las muertes relacionadas con el embarazo y el parto. El presente artículo examina los hallazgos del estudio, el impacto de estas complicaciones y las estrategias necesarias para reducir la mortalidad materna.
Según un estudio de la OMS, en 2020 se registraron 287,000 muertes maternas, lo que equivale a una cada dos minutos. Las principales causas directas fueron:
Además, como indica el portal Consultorsalud, factores indirectos como VIH/SIDA, malaria, anemia y diabetes agravan el riesgo de mortalidad materna, especialmente cuando no se diagnostican ni tratan oportunamente.
El informe subraya que la mayoría de las muertes maternas ocurren en países de ingresos bajos y medianos, donde los sistemas de salud enfrentan dificultades para garantizar una atención adecuada antes, durante y después del parto. La falta de controles prenatales, atención obstétrica de emergencia y seguimiento posparto son factores clave en esta problemática.
Según la OMS, una de cada tres mujeres no recibe controles básicos después del parto, lo que aumenta el riesgo de complicaciones no detectadas. En los países de ingresos bajos, la mortalidad materna es casi 100 veces mayor que en los desarrollados. Además, la falta de datos sigue siendo un desafío, ya que solo 12 países informan sobre suicidio materno y la mayoría no registra muertes tardías, ocurridas hasta un año después del parto.
El estudio destaca la necesidad de adoptar estrategias integrales para mejorar la salud materna. Entre las principales recomendaciones de la OMS se incluyen:
En 2024, la OMS y sus aliados lanzaron una hoja de ruta global para combatir la hemorragia posparto, priorizando estrategias para reducir esta principal causa de muerte materna. Además, en 2025, la Asamblea Mundial de la Salud dedicará el Día Mundial de la Salud a la salud materna y neonatal, con el objetivo de fortalecer la inversión en atención de calidad, especialmente en países con altas tasas de mortalidad materna.
La Dra. Jenny Cresswell, investigadora de la OMS y coautora del estudio, destacó la importancia de un enfoque integral en la salud materna, "la preeclampsia, por ejemplo, puede aumentar el riesgo de hemorragia y otras complicaciones incluso después del parto. Adoptar un enfoque más integral permitiría mejorar los resultados del embarazo y la calidad de vida de las madres a largo plazo".
A nivel global, la mortalidad materna sigue siendo un desafío que requiere acciones urgentes y sostenibles. Mejorar el acceso a atención de calidad y garantizar intervenciones oportunas puede marcar la diferencia en la vida de millones de mujeres en todo el mundo.