La artritis psoriásica no impide que las manos de Lourdes cultiven la tierra en Puerto Rico

Pocos conocen de la enfermedad que ataca la piel de Lourdes Flores Franco, pero esto no ha sido un impedimento para sacar adelante a su familia y sus proyectos personales.

Redacción MSP

    La artritis psoriásica no impide que las manos de Lourdes cultiven la tierra en Puerto Rico








     
    Ser hija de un artesano, cultivar la tierra y trabajar en una empresa empacadora de frutos no han permitido que sus manos sigan siendo tan delicadas como las obras que su padre, el artesano y maestro de artes industriales de su pueblo, convertía en piezas únicas de arte.
     



     
    Lourdes Flores podría tener la excusa perfecta para no tener una vida laboral y personal productiva. Sin embargo, no permitió que ni la psoriasis ni la artritis psoriásica le quitaran el poder a sus manos. 
     



     
    Esta madre de dos hijas profesionales de la salud, una enfermera y repostera y la otra con un bachillerato en Tecnología Cardiovascular no Invasiva de la Pontificia Universidad Católica, es oriunda de Santa Isabel, un hermoso pueblito costero sentado al sur de la isla,  conocido como la capital de los Frutos Menores y también como el acuífero de Puerto Rico, por sus aguas puras de la cual dependen miles de familias del sur y los mejores terrenos cultivables del país. Un ochenta por ciento de las hortalizas que se consumen en Puerto Rico salen precisamente de las tierras donde creció y donde ha residido toda su vida.
     



     
    Flores Franco comienza su día laboral a las 4 y 30 de la madrugada.  “Comienzo mis labores poniendo mangos en temperaturas de 116 grados para matarles la larva y estén listos para el consumo humano. Muchas veces se me abre la piel y se me despinta. La inflamación me comienza por las manos y se me corre hasta los pies. Mi primer diagnóstico fue de psoriasis pero con el tiempo las manos y los huesos se me fueron hinchando hasta que recibí el diagnóstico de artritis psoriásica”, nos narra con una valentía admirable.   
     



     
    “La mayoría de las veces tengo que manejar el dolor hasta cumplir con mi jornada laboral que se puede extender hasta las cinco de la tarde, porque algunos medicamentos me causan sueño y tengo que estar cien por ciento atenta”, cuenta sobre la manera que lleva a cabo sus labores. 
     



     
    “Me encantaría serle útil a muchos otros pacientes de psoriasis que no tienen a quien recurrir. En ese sentido uno se siente desamparado pero gracias a la ayuda de mis médicos puedo manejar la situación y ser una mujer productiva tanto en la fuerza laboral como en las labores de la casa, como madre, abuela y esposa.  En mi casa me enseñaron que el trabajo es honra y gracias a mis padres soy la mujer de valores que soy”,  terminó diciendo esta valiente mujer, hija del artesano Raúl Antonio Flores Rodríguez y Margarita Franco Hernández. 



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