Por lo general, la depresión puede manifestarse a través de malestares y dolencias físicas que pueden generar diagnósticos erróneos.
Los científicos tienen cada vez más claro que los trastornos de salud mental tienen una gran influencia decisiva en un buen número de funciones corporales diferentes. De hecho, con ciertas enfermedades puede suceder que los primeros síntomas, o los más evidentes, no sean de tipo psicoemocional sino más bien fisiológicos.
Un ejemplo de ello, es la depresión, donde suele presentarse a menudo como un cuadro con predominio de signos somáticos, antes que emocionales (en este caso, se denomina depresión enmascarada o silenciosa). Entre las diferentes manifestaciones que puede tomar la enfermedad, algunas de las más habituales son las de naturaleza gastrointestinal.
Cólicos, náuseas y problemas de tránsito
Se ha evidenciado que varias formas de malestar estomacal, como los cólicos (dolor punzante y móvil que parece moverse por el abdomen), la hinchazón y las náuseas se consideran posibles indicadores de mala salud mental.
La relación entre los dos fenómenos aún no está del todo clara, pero lo cierto es que cada vez más se entiende que desórdenes como la depresión tienen un componente inflamatorio que podría dar lugar a estos síntomas. Ligado a esto, se ha demostrado que ciertos desequilibrios en el microbioma digestivo están asociados con síntomas de trastornos de ansiedad o depresivos.
Sea como sea, ambos fenómenos podrían explicar igualmente por qué las personas con trastornos de ansiedad o del estado de ánimo reportan con más frecuencia que la población general padecer diversas alteraciones en el tránsito intestinal normal, como diarrea o estreñimiento (a menudo alternadas).
Frecuentemente, estos síntomas llevan a pacientes y a profesionales a confundir el problema de fondo con otros como infecciones víricas o bacterianas o incluso con intolerancias alimentarias, retrasando el diagnóstico y el comienzo del tratamiento del trastorno de salud mental.
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