La inteligencia artificial podría ayudar a identificar patrones de riesgo de suicidio en poblaciones

La inteligencia artificial (IA) está revolucionando el campo de la salud mental al identificar patrones de comportamiento que podrían indicar riesgo de suicidio.

Laura Guio

    La inteligencia artificial podría ayudar a identificar patrones de riesgo de suicidio en poblaciones

    El suicidio sigue siendo una de las principales causas de muerte a nivel mundial, y aunque existen diversas investigaciones que buscan desentrañar sus causas, aún es un fenómeno difícil de predecir.



     Según expertos, no hay una sola razón que explique por qué una persona decide tomar esta drástica medida, sino que se debe a la interacción entre factores biológicos, psiquiátricos, psicológicos y psicosociales. 

    En palabras de la experta María A. Oquendo, jefa del departamento de Psiquiatría de la Universidad de Pensilvania, afirma que: "las causas son multidimensionales, por eso es tan difícil pronosticar quién va a quitarse la vida".

    Genética y ambiente: el vínculo no es determinante

    Uno de los temas recurrentes en el estudio del suicidio es la influencia de la genética. Aunque se han identificado ciertos genes más comunes en personas que intentan suicidarse, estos no son definitivos.

     La genética, tal como se explica en estudios recientes, puede predisponer a algunas personas a la ideación suicida, pero no garantiza que lo vayan a intentar. Oquendo aclara que "la genética sí puede predisponer a alguien que está expuesto a ciertas situaciones, pero no es la causa única". 

    De hecho, alrededor del 20% de las personas que intentan suicidarse no presentan trastornos psiquiátricos evidentes, lo que complica aún más la tarea de identificación del riesgo.

    El papel emergente de la inteligencia artificial en el diagnóstico

    La inteligencia artificial (IA) está ganando terreno como herramienta para identificar patrones de comportamiento que puedan predecir la ideación suicida. 

    A través del análisis de datos de comportamiento digital, como las interacciones en redes sociales o los patrones de uso de dispositivos, se podrían identificar señales tempranas de riesgo.

     "Estamos investigando si el comportamiento digital puede ofrecernos indicios que nos ayuden a identificar a personas en riesgo antes de que la situación empeore", explica Oquendo. Los avances en IA también permiten analizar grandes volúmenes de datos médicos, lo que podría facilitar la detección de personas vulnerables.

    De igual forma, entre sus investigaciones destaca la utilización de tomografía por emisión de positrones para visualizar anomalías cerebrales en el comportamiento suicida. 

    "Hay cambios serotoninérgicos en aquellas personas que han intentado suicidarse, y la severidad de esos déficits está correlacionada con intentos futuros. O sea, que podría prever las tentativas", explica.

    El papel clave de la atención primaria en la prevención

    Los expertos coinciden en que la detección temprana del riesgo de suicidio es crucial para prevenir futuros intentos. 

    Si bien los psiquiatras juegan un papel esencial, el trabajo en el primer nivel de atención es fundamental. "Es en la atención primaria donde mejor podemos identificar a las personas en riesgo, prevenir que empeoren y evitar que les falte tratamiento", sostiene Oquendo.

    La complejidad del suicidio requiere que los médicos de atención primaria estén capacitados para identificar señales tempranas y que las intervenciones sean lo más oportunas posible.

    De igual forma, una de las estrategias de prevención más efectivas es limitar el acceso a los métodos más comunes utilizados en el suicidio.

     En países como India o Pakistán, el uso de pesticidas es uno de los métodos más frecuentes para llevar a cabo el suicidio. En estos contextos, restringir el acceso a estos productos ha demostrado ser eficaz para reducir las tasas de suicidio

    De un modo similar, en muchos países europeos se ha limitado el acceso a medicamentos potencialmente letales. Las políticas que obstruyen el acceso a métodos letales tienen un impacto directo en la reducción de las muertes por suicidio.


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