Se presentó el caso de una paciente con carcinoma epidermoide cuyo único factor de riesgo identificado fue la exposición frecuente a radiación ultravioleta (UV) a través de lámparas de manicura.
El carcinoma de células escamosas de la piel es un cáncer común que se origina en las células escamosas, localizadas en las capas externa y media de la piel.
Aunque generalmente no es mortal, si no se trata, puede crecer y diseminarse a otras partes del cuerpo, causando complicaciones graves. La principal causa de este tipo de carcinoma es la exposición excesiva a la radiación ultravioleta (UV).
El caso de una paciente de 26 años
La paciente se trataba de una mujer de 26 años, sin comorbilidades, consultó por cambios en el color y desprendimiento de la uña del cuarto dedo izquierdo, persistentes durante un año. La prueba micológica fue negativa y los tratamientos tópicos no fueron efectivos. Tras realizarse una biopsia y un estudio histopatológico, se diagnosticó carcinoma epidermoide.
"Esto se da en gente que está expuesta mucho [tiempo] al sol, que tiene inmunosupresión postrasplante o [está en] tratamiento con corticoides, pero es muy raro que alguien tan joven lo padezca si no tiene una predisposición muy fuerte genética o iatrogénica", comentó el Dr. Luis Mazzuoccolo, jefe del Servicio de Dermatología del Hospital Italiano de Buenos Aires.
La paciente, que no usaba camas de bronceado, informó que se hacía las uñas con gelish (sistema de esmaltado semipermanente) cada 15 días durante dos años, exponiéndose a lámparas UV sin protección solar. El equipo realizó una cirugía micrográfica de Mohs con buenos resultados.
Según el Dr. Mazzuoccolo, el caso destaca la necesidad de investigar más sobre carcinomas en personas jóvenes sin otros factores de riesgo, pero con exposición continua a luz UV para secado de uñas.
Este caso ha reavivado el debate sobre la seguridad del uso de lámparas UV en los salones de belleza. Aunque las autoridades sanitarias, como la Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA) de EE. UU., ya han advertido sobre los riesgos de cáncer relacionados con la radiación UV de fuentes artificiales como las camas de bronceado, no se ha emitido una recomendación explícita sobre los secadores de uñas. Sin embargo, especialistas como el Dr. Mazzuoccolo señalan que el caso podría no ser aislado.
El equipo médico que atendió a la paciente no se aventuró a afirmar que la exposición a las lámparas UV sea la causa directa del carcinoma, pero sí consideraron la relación como altamente sugestiva. "Es un área que merece más estudio", añadió Mazzuoccolo, destacando que, en un corto período de tiempo, se han reportado más casos similares en Buenos Aires, lo que refuerza la hipótesis de un riesgo potencial.
En respuesta al creciente interés sobre el tema, la Sociedad Argentina de Dermatología (SAD) emitió un comunicado en el que recomienda limitar la frecuencia de los procedimientos con lámparas UV, especialmente en personas con enfermedades fotosensibles o que tomen medicamentos que aumenten la sensibilidad al sol. También sugieren medidas de protección, como el uso de protector solar (FPS 30 o mayor) en manos y muñecas antes del procedimiento, o el uso de guantes UV.
"Es fundamental que los profesionales de la salud informen al público sobre los riesgos potenciales de estos dispositivos", señaló Lauby-Secretan, quien también pidió que se implementen etiquetas de advertencia en los dispositivos, como se hace con las camas solares.
Este caso ha generado controversia, especialmente en el ámbito de la cosmetología. Al presentarse en congresos médicos, algunos profesionales acusaron a los investigadores de crear un pánico innecesario contra la industria del cuidado de las uñas. Sin embargo, Mazzuoccolo enfatizó que el objetivo no es atacar a la cosmetología, sino señalar una posible amenaza para la salud pública que requiere más investigación.
La evidencia aún es preliminar, pero el debate está abierto. Mientras tanto, expertos coinciden en la necesidad de estudiar más a fondo los riesgos de las lámparas UV utilizadas en manicuras y poner en marcha medidas de prevención para proteger a los usuarios de estos dispositivos de posibles efectos adversos a largo plazo.
El caso argentino ha puesto sobre la mesa una nueva preocupación sobre la salud pública: ¿estamos ante una nueva amenaza cancerígena derivada del uso rutinario de lámparas UV en salones de belleza? Solo el tiempo y la investigación más profunda podrán responder con certeza.