De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud la población obesa se ha incrementado en todo el mundo desde 1975 hasta el 2019 un 39% en las personas adultas.
La obesidad se define como un alto nivel de grasa corporal en relación a la estatura, esto significa que el peso de alguien es mayor del que se considera saludable para su estatura. De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud la población obesa ha aumentado un 39% en las personas adultas en todo el mundo desde 1975 hasta el 2019.
Cuando inició la pandemia de COVID-19, y con ella los primeros contagios, los médicos notaron que las personas que se enfermaban gravemente de COVID-19 en su mayoría eran obesas. Por esto el vínculo se volvió más claro a medida que el COVID-19 se propagó por el mundo, dando lugar a la acumulación de datos. Los investigadores aún siguen tratando de determinar la razón exacta detrás de esto.
Sin embargo se sabe que el sobrepeso impulsa las probabilidades de desarrollar varios problemas de salud que incluye padecimientos cardíacos y respiratorios, estos están entre las principales enfermedades que pueden hacer que los pacientes de coronavirus tengan mayor riesgo de afectarse gravemente.
Las causas que están detrás de este aumento exponencial del sobrepeso y la obesidad son, por un lado, el consumo excesivo de alimentos altos en calorías y ricos en grasa y por otro lado la baja actividad física como consecuencia de la sedentarización de trabajo, los nuevos medios de transporte y la urbanización.
Según datos de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) del 2017, los países que presentan mayor población con obesidad o sobrepeso es América con Chile, México y Estados Unidos siendo el que tiene mayor población obesa, estos tres países superan el 70%. Los países mejor posicionados son los asiáticos en específico Corea del Sur y Japón. Los datos extraídos también demuestran que, a excepción de Estados Unidos e Israel, es Europa donde la proporción de personas que reconoce tener sobrepeso es más próxima a la cifra real.
Existe evidencia que la obesidad en sí puede aumentar las probabilidades de complicaciones severas del virus COVID-19. Un estudio realizado en más de 5200 paciente infectados de coronavirus evidenció que el 35% de los afectados eran obesos y se encontró que las probabilidades de hospitalización subieron para personas con un índice de masa corporal elevado, incluso teniendo en cuenta otros problemas que pudiera ponerlos en riesgo. Los científicos aún siguen estudiando cómo la obesidad afecta el sistema inmunológico.
La obesidad puede ser la razón por la que algunos países o comunidades han sido más afectados durante la pandemia que otros, afirman algunos estudios realizados. En Estados Unidos, la tasa de obesidad entre los adultos ha subido durante décadas, ahora es de 42% y esta es aún mayor entre las personas de raza negra y los hispanos.
Los científicos sugieren que múltiples factores dificultan que las personas obesas combatan el coronavirus, ya que daña los pulmones. El peso excesivo causa presión al cuerpo y ese exceso de grasa corporal puede limitar la capacidad de que los pulmones se expandan y de respirar.
Otro de los problemas que resaltan los científicos es la inflamación crónica que a menudo va acompañada con la obesidad. La inflamación es una forma natural del cuerpo de combatir intrusos dañinos como los virus, pero una inflamación extensa no es saludable y puede debilitar las defensas del cuerpo cuando aparece una amenaza real.
“Es como arrojar gasolina al fuego” afirma el doctor Dariush Mozaffarian, decano de la Escuela de Nutriología de la Universidad Tufts, Boston. “Incluso si personas obesas no tienen un diagnóstico de diabetes o enfermedades cardíacas la salud no podría ser óptima” concluye el doctor.
La forma en la que está distribuida la grasa en el cuerpo puede tener un papel importante, pues un estudio comprobó un riesgo elevado de muerte por COVID-19 en personas con obesidad severa, pero solo entre los hombres. Esto puede reflejar el hecho de que los hombres tienden a tener exceso de lípidos en el área del estómago, afirmó la doctora Sara Tartof quién es coautora del estudio de enfermedades infecciosas para Kaiser Permanent en California.
“Este tipo de grasa está más asociado con la producción de una hormona que puede contribuir a una enfermedad más grave” finaliza.
Los investigadores exploran la posibilidad de que haya algo específico en el virus de COVID-19 que hace que las personas obesas sean más susceptibles a enfermarse severamente.
“El virus infecta las células al acoplarse a los receptores en la superficie de algunas células, este receptor es abundante en células adiposas y los expertos estudian si eso hace un buen nido para el virus” afirmó el doctor Francois Pattou quien ha trabajado en estudios sobre el nexo de la obesidad y manifestaciones severas de COVID-19.
También puede haber complicaciones en la atención médica una vez que el paciente es hospitalizado. Para ayudar con la respiración, los médicos colocan al paciente con coronavirus boca abajo en las camas, pero esto puede resultar difícil para los pacientes en estado de obesidad por lo que es probable que sean conectados a respiradores artificiales.
Una preocupación adicional es que la vacuna para el coronavirus puede no ser igualmente efectiva para las personas obesas como ocurre con las vacunas para la influenza y otras enfermedades. “La razón aún es desconocida, pero una posibilidad es que la obesidad obstaculice un aspecto del sistema inmunológico que tiene que ser activada para que funcionen las vacunas”, finalizó la doctora Nancie MacIver de la Universidad Duke.