Inyecciones de bótox en la frente podrían alterar el procesamiento de emociones faciales en la amígdala

La amígdala cerebral forma parte del sistema límbico y su papel principal es el procesamiento y almacenamiento de reacciones emocionales ante rostros u objetos.

Valentina Diaz Ospina

    Inyecciones de bótox en la frente podrían alterar el procesamiento de emociones faciales en la amígdala

    Los beneficios del bótox como tratamiento estético, son amplios siempre y cuando sea realizado por un profesional acreditado y en las condiciones sanitarias requeridas, pero, aún así, es una práctica que no está exenta de riesgos.

    Un grupo de científicos de la Universidad de California han hecho público esta semana un estudio que establece una relación entre las infiltraciones de toxina botulínica en los músculos prefrontales y la inhibición en la función de la amígdala cerebral, donde nuestro cerebro procesa las “caras emocionales” a través de la experienciación, es decir, a través del reflejo de los gestos de otra persona en uno mismo, lo que se conoce como hipótesis de retroalimentación facial en psicología.

    Hipótesis de retroalimentación facial: “feedback” facial

    La “hipótesis de la retroalimentación facial” propone que la memoria muscular en la cara interactúa con las regiones emocionales del cerebro, particularmente la amígdala, y que esta señalización es bidireccional, es decir va y viene para comprender mejor las emociones del otro.  Específicamente, el modelo propone que las señales de retroalimentación aferentes de los músculos faciales influyen en cómo procesamos y experimentamos las emociones, mientras que las conexiones eferentes del cerebro son responsables de producir expresiones faciales emocionales.

    Procesamiento de las emociones faciales con bótox

    En el estudio participaron un grupo de 10 mujeres entre 33 y 40 años a las que le inyectaron bótox para inducir parálisis temporal en el músculo prócer de la region glabelar, responsable de fruncir el ceño.

    A las participantes se les midió su actividad cerebral mientras observaban imágenes de emociones faciales y los investigadores encontraron que la actividad en la amígdala, centro del cerebro responsable del procesamiento emocional, mostró signos de cambio al ver caras felices y enfadadas después de las inyecciones de bótox.

    A su vez, los investigadores descubrieron afectaciones en la circunvolución fusiforme, una estructura clave para la percepción de los rostros, el reconocimiento de objetos y la lectura.

    "Es posible que no podamos interpretar a otras personas tan intensa o vívidamente como queremos", comentó Fernando Marmolejo-Ramos, experto en cognición en la Universidad de Australia del Sur.

    Inyecciones de bótox como procedimiento estético

    El bótox reduce o elimina de forma temporal las arrugas faciales y de ahí su uso para reducir la apariencia de las líneas del entrecejo, los pliegues de la frente o las llamadas patas de gallina alrededor de los ojos. 

    Dichas inyecciones también provocan botulismo, una enfermedad causante de debilidad y fatiga, así como visión borrosa, párpados caídos y dificultad para tragar.

    Conclusiones del estudio y acción del bótox en las terminaciones nerviosas del rostro

    La actividad del músculo corrugador y prócer se detecta a través de los nervios faciales que inervan las fibras propioceptivas de la rama óptica del nervio trigémino. El núcleo mesencefálico del trigémino alimenta el locus coeruleus y la amígdala, que tiene conexiones directas con la corteza prefrontal, donde ambas estructuras son críticas para la regulación emocional.

    Por lo tanto, la desactivación de la región glabelar a través de la acción del bótox puede tener un efecto posterior en el circuito neuroanatómico involucrado en el procesamiento de emociones faciales.

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