Entre las sustancias químicas se encontraban ingredientes de productos de cuidado personal como tintes para el cabello, retardantes de llama químicos en materiales de construcción y mobiliario, y una serie de pesticidas.
Para identificar estos factores de riesgo químico, Rudel y Bethsaida Cardona, científica del Instituto Silent Spring, examinaron los datos de más de 2.000 sustancias químicas generados por el programa ToxCast de la Agencia de Protección Medioambiental de Estados Unidos.
El objetivo de ToxCast es mejorar la capacidad de los científicos para predecir si una sustancia química será perjudicial o no. El programa utiliza tecnologías automatizadas de cribado químico para exponer células vivas a sustancias químicas y luego examinar los distintos cambios biológicos que provocan.
Rudel y Cardona identificaron 296 sustancias químicas que aumentaban el estradiol (una forma de estrógeno) o la progesterona en las células del laboratorio. Se descubrió que 71 sustancias químicas aumentaban los niveles de ambas hormonas. Entre las sustancias químicas se encontraban ingredientes de productos de cuidado personal como tintes para el cabello, retardantes de llama químicos en materiales de construcción y mobiliario, y una serie de pesticidas.
Este nuevo estudio muestra que varios centenares de sustancias químicas comunes, entre ellas pesticidas, ingredientes de productos de consumo, aditivos alimentarios y contaminantes del agua potable, podrían aumentar el riesgo de cáncer de mama al hacer que las células del tejido mamario produzcan más cantidad de las hormonas estrógeno o progesterona.
Los investigadores aún no saben cómo estas sustancias químicas hacen que las células produzcan más hormonas. Podría ser que actúen como activadores de la aromatasa, por ejemplo, lo que llevaría a niveles más altos de estrógeno, dice Cardona.
"Lo que sí sabemos es que las mujeres están expuestas a múltiples sustancias químicas de múltiples fuentes a diario, y que estas exposiciones se suman", precisan.
Los investigadores esperan que este estudio sea una llamada de atención para los reguladores y los fabricantes en cuanto a la forma en que prueban la seguridad de las sustancias químicas. Por ejemplo, las pruebas actuales de seguridad en animales no tienen en cuenta los cambios en los niveles hormonales de las glándulas mamarias de los animales en respuesta a una exposición química.
Aunque las pruebas de alto rendimiento en células se han utilizado para identificar sustancias químicas que activan el receptor de estrógeno, imitando al estrógeno, las pruebas no se han utilizado para identificar sustancias químicas que aumentan la síntesis de estrógeno o progesterona.
"Este estudio muestra que una serie de sustancias químicas actualmente en uso tienen la capacidad de manipular hormonas que se sabe que afectan negativamente al riesgo de cáncer de mama", afirma Sue Fenton, editora asociada del estudio y experta en el desarrollo de la glándula mamaria en el Instituto Nacional de Ciencias de la Salud Ambiental de Estados Unidos.
Considera "especialmente preocupante es el número de sustancias químicas que alteran la progesterona, el potencial actor malo de la terapia de sustitución hormonal. Las sustancias químicas que elevan los niveles de progesterona en la mama deben reducirse al mínimo", advierte.
Los investigadores esbozaron una serie de recomendaciones en su estudio para mejorar las pruebas de seguridad de las sustancias químicas con el fin de ayudar a identificar posibles carcinógenos mamarios antes de que acaben en los productos, y sugieren encontrar formas de reducir la exposición de las personas, especialmente durante los periodos críticos del desarrollo, como durante la pubertad o el embarazo, cuando la mama experimenta cambios importantes.
"La conexión entre el estrógeno y la progesterona y el cáncer de mama está bien establecida -recuerda la coautora Ruthann Rudel, toxicóloga y directora de investigación del Instituto Silent Spring (Estados Unidos)-. Así que deberíamos ser extremadamente cautelosos con las sustancias químicas de los productos que aumentan los niveles de estas hormonas en el cuerpo".
Por ejemplo, en 2002, cuando el estudio de la Iniciativa de Salud de la Mujer descubrió que la terapia de sustitución hormonal combinada estaba asociada a un mayor riesgo de cáncer de mama, las mujeres dejaron de tomar los medicamentos y las tasas de incidencia descendieron.
"No es de extrañar que una de las terapias más habituales para tratar el cáncer de mama sea una clase de fármacos llamados inhibidores de la aromatasa, que reducen los niveles de estrógeno en el cuerpo, privando a las células del cáncer de mama de las hormonas que necesitan para crecer", añade Rudel en un artículo publicado en Environmental Health Perspectives.