Expertos y nutricionistas concuerdan en que un consumo moderado de carne, especialmente si se opta por cortes magros, no necesariamente conlleva riesgos significativos para la salud.
Una de las tradiciones católicas más establecidas, es la vigilia; es decir la costumbre de no comer carne durante la Cuaresma, el periodo de 40 días, que arranca el Miércoles de Ceniza y finaliza el Jueves Santo.
Pero más allá de eso, existen impactos tanto positivos, como negativos, en la ingesta de carne roja en el ser humano.
Durante mucho tiempo la carne ha sido una fuente importante de proteínas, vitaminas y minerales en la dieta humana. Sin embargo, los estudios más recientes sugieren que reducir, e incluso eliminar, su consumo, especialmente la carne roja, podría tener efectos positivos para la salud a largo plazo.
Si bien la carne proporciona nutrientes esenciales como las vitaminas del complejo B, el hierro y el zinc, también se ha vinculado su consumo excesivo con un mayor riesgo de enfermedades del corazón, diabetes y otras patologías, según advierte la Organización Mundial de la Salud (OMS).
Sin embargo, expertos y nutricionistas concuerdan en que un consumo moderado de carne, especialmente si se opta por cortes magros, no necesariamente conlleva riesgos significativos para la salud. Aún así, surgen preguntas sobre los efectos de dejar de consumirla por completo.
En el marco de un proyecto de generación de guías alimentarias basadas en la evidencia (NutriRECS), se evaluaron los resultados de múltiples revisiones sobre el consumo de carne. Se concluyó que reducir el consumo de carne roja y procesada en hasta tres raciones podría tener una leve reducción en el riesgo cardiovascular y la mortalidad por cáncer, aunque la certeza de estas pruebas es baja o muy baja.
Aunque algunos estudios también sostienen que una dieta sin carne podría carecer de ciertos nutrientes esenciales, otros argumentan que una alimentación basada en plantas puede ser igualmente nutritiva y beneficiosa para la salud.
Un estudio publicado en la Revue Scientifique et Technique, destaca que el consumo moderado de carne puede ayudar a evitar la deficiencia de nutrientes esenciales, ya que contiene proteínas, hierro, zinc, selenio, vitamina D y vitamina B12. No obstante, la misma investigación sugiere que dejar de consumirla podría reducir el desarrollo de diversas enfermedades crónicas y tener efectos beneficiosos en la seguridad alimentaria mundial, considerando la creciente preocupación por la sostenibilidad de la producción de animales de granja.
Ante estas consideraciones, expertos sugieren un consumo moderado de carne, privilegiando cortes magros y combinando con una variedad de alimentos vegetales para garantizar una dieta equilibrada y nutritiva.
Aumentar el consumo de alimentos de origen vegetal, incluyendo frutas, hortalizas, legumbres, cereales de grano entero, frutos secos y semillas oleaginosas.
Limitar a no más de 3 veces al mes la ingesta de carnes rojas y procesadas.
Consumir al menos 5 raciones entre frutas y hortalizas al día.
Ingerir al menos 3 o 4 raciones de legumbres a la semana.
Priorizar los cereales integrales y evitar los alimentos ultra procesados.
Realizar cualquier tipo de actividad física para combatir el sedentarismo.
Apostar por la compra de alimentos de proximidad y de temporada.
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