Aunque pueda sorprender, la glucosa en sangre no solo depende de lo que comemos o de la cantidad de ejercicio que realizamos, sino también del clima donde estemos.
Las temperaturas de cada estación juegan un papel fundamental en la regulación de la glucosa en sangre puede verse afectada por los cambios estacionales, por lo que debemos estar atentos a cómo varían los niveles de azúcar con el clima.
De hecho, los cambios de temperatura a lo largo del año son uno de los factores clave a tener en cuenta para gestionar adecuadamente la diabetes. En invierno, las bajas temperaturas pueden dificultar la absorción de la insulina en la zona de la inyección.
La vasoconstricción de los vasos sanguíneos a causa del frío hace que la insulina se absorba más lentamente. Sumado a eso, el cambio en los hábitos alimenticios propios de la temporada invernal y la menor actividad física derivada de las condiciones climáticas también contribuyen a un aumento en los niveles de glucosa.
El riesgo de complicaciones circulatorias y nerviosas
Los efectos del frío no solo afectan a la absorción de la insulina, sino que también pueden empeorar las complicaciones de la diabetes, sobre todo en quienes padecen problemas circulatorios.
Las personas con diabetes y alteraciones en el riego sanguíneo pueden sufrir dolor o malestar en las zonas distales de su cuerpo, como manos y pies, debido a la vasoconstricción provocada por el frío. En estos casos, la falta de flujo sanguíneo adecuado en extremidades puede generar isquemia, una condición que afecta a los tejidos por la falta de oxígeno y nutrientes.
De igual forma, quienes padecen neuropatía, una afección que afecta los nervios, se encuentran ante un riesgo aún mayor en invierno. Debido a que las personas con neuropatía pueden no sentir adecuadamente el dolor o las temperaturas extremas.
Por lo mismo, el contacto con fuentes de calor intensas como estufas o braseros puede resultar en quemaduras graves, ya que no pueden percibir el riesgo de manera efectiva.
Recomendaciones para el cuidado de la diabetes en invierno
En primer lugar, es fundamental cuidar las extremidades, especialmente manos y pies, utilizando calcetines térmicos y guantes que no comprimen la piel. La hidratación de la piel también juega un papel esencial para evitar úlceras y heridas. Además, se deben observar cualquier cambio de color en la piel o signos de daño.
En cuanto al tratamiento y la alimentación, la especialista aconseja un seguimiento cercano de los niveles de glucosa, ya que pueden variar debido a los cambios estacionales. Es vital que la persona con diabetes esté atenta a estas alteraciones y las comunique de inmediato a su equipo médico para ajustar el tratamiento si es necesario.
Las estaciones del año tienen un impacto significativo en el control de la diabetes, y la adaptación del tratamiento y la atención a las condiciones climáticas son esenciales para evitar complicaciones graves.
Fuente consultada aquí