Resistencia antimicrobiana: Amenaza de salud pública y un llamado a la reflexión para un futuro saludable

Prevenir la resistencia a los antibióticos, requiere de un esfuerzo colectivo de los profesionales de salud, de los que hacen las políticas públicas, y de la población en general.

Dr. Jorge Santana Bagur y Dra. Heydee Fournier

    Resistencia antimicrobiana: Amenaza de salud pública y un llamado a la reflexión para un futuro saludable

    Introducción

    El descubrimiento accidental de la penicilina por el científico escocés Alexander Fleming en el 1928, sin lugar a duda, revolucionó la medicina, salvando innumerables vidas y permitiendo el tratamiento exitoso de infecciones que antes eran mortales. Sin embargo, la emergente resistencia a los antibióticos trae a la luz, la necesidad del uso responsable de estos, y el desarrollo de nuevos antibióticos para enfrentar los presentes y futuros desafíos de la medicina moderna. 

    ¿Cuántos de ustedes han utilizado un antibiótico no prescrito cuando se sienten mal, asumiendo que acortará el periodo de enfermedad? ¿O han ido al doctor pidiendo un antibiótico para sentirse mejor?, ¿o peor aún, han compartido o recibido antibióticos del vecino? Es de pleno conocimiento y común creencia que los antibióticos pueden tratar cualquier tipo de infección o enfermedad. O que, incluso, pueden aliviar o tratar los síntomas. Es importante tener presente que son medicamentos dirigidos a enfermedades infecciosas causadas solamente por bacterias. No tienen actividad alguna para mejorar los síntomas, bajar la inflamación o acortar el curso de cualquier enfermedad que no sea de origen bacteriano, o viral. Tampoco son efectivos en contra de infecciones virales tales como la gripe y los resfriados comunes. Sin embargo, su uso desmedido e inapropiado es cada vez más frecuente, aumentando la exposición y variabilidad genética de las bacterias y con ello, su resistencia.

    ¿Pero por qué ocurre esto? Existen razones multifactoriales a considerar. Una de ellas, y no es el motivo de este ensayo, recae en el uso excesivo de antibióticos en las sociedades agrarias para proliferar la cantidad, maduración y desarrollo de pollos, cerdos y ganado vacuno, alterando la genética intestinal de los mismos. En relación con este renglón, ya muchos países, en especial en Europa, han abandonado esta práctica y se está contribuyendo a aminorar los efectos y la posible transmisión de bacterias resistentes en la alimentación derivada de los mismos. (Ver Fig. 1)

    Hay que recordar, entonces, que los microorganismos tienen la capacidad de adaptarse y desarrollar resistencia cada vez que se exponen al medicamento, haciendo que sean menos efectivos o inefectivos a través del tiempo. Es un proceso natural de evolución para la supervivencia que ocurre cuando la bacteria se adapta y desarrolla mecanismos para soportar los efectos del antibiótico, los cuales son diseñados para matar o inhibir el crecimiento de estas. Cuando no son utilizados adecuadamente, las bacterias tienden a mutar, pueden sobrevivir y multiplicarse, llevando al desarrollo de cepas resistentes. Este fenómeno de forma repetitiva y sostenida amenaza nuestra habilidad de tratar infecciones efectivamente y puede aumentar el riesgo de complicaciones e incluso la muerte.

    Y es que, los antibióticos no solo juegan un papel crucial en las prácticas de la medicina moderna para tratar infecciones bacterianas, sino que también se utilizan para evitar complicaciones infecciosas en cirugías, durante tratamientos de quimioterapia, y trasplantes de órganos; y ayudan a prevenir y tratar infecciones durante procesos que comprometen el sistema inmunológico.

    Discusión

    No hay duda de que los antibióticos salvan vidas, pero cada vez que los utilizamos, nos exponemos a sus efectos secundarios, y a alterar la flora natural de bacterias en nuestro cuerpo y contribuir al desarrollo de bacterias resistentes. Como hemos señalado. Este uso desmedido de antibióticos ha causado una proliferación emergente de resistencia, lo que representa una amenaza urgente a la salud pública a nivel global, causando al menos 1.27 millones de muertes en personas.

    Según las más recientes estadísticas del Centro de control y prevención (CDC por sus siglas en inglés) de los Estados Unidos (EU), en las oficinas médicas y unidades de sala de emergencias del país, al menos el 28% de los antibióticos recetados cada año, son innecesarios. Mientras, se reportaron más de 2.8 millones de infecciones resistentes a antibióticos en el año, y 35,000 muertes a consecuencia de ello.

    Cuando a esa cifra se le añaden infecciones por Clostridiodes difficile, una bacteria que típicamente es parte de nuestra flora intestinal y no es resistente, pero puede mediante sobrecrecimiento selectivo causar una diarrea en ocasiones mortal que está directamente asociada al uso de antibióticos, esa cifra en los EU excede los 3 millones de infecciones y 48,000 muertes. Lo que nos lleva a hacer de ello una prioridad nacional, para mejorar su prescripción y uso.

    Tanto el CDC, como la Organización Mundial de la Salud (OMS), han unido esfuerzos en el desarrollo de programas para movilizar la cooperación internacional, combatir la resistencia de antibióticos y preservar su efectividad para las presentes y futuras generaciones. Esto a través del uso correcto de antibióticos, en la dosis y duración correcta, y en el momento indicado. Mejorar la manera en que prescribimos el uso de antibióticos, es crítico para efectivamente tratar las infecciones, proteger a los pacientes del daño causado por antibióticos innecesarios, y por consiguiente minimizar esa resistencia.

    El significado de la resistencia a los antibióticos recae en su impacto en la salud pública, en mayor riesgo se encuentran las poblaciones más vulnerables, como los pacientes geriátricos, infantes, e individuos con el sistema inmunológico comprometido, como lo son pacientes de cáncer, enfermedades autoinmunes, trasplantados, entre otros. Además, no solo afectan al paciente expuesto al antibiótico, pues las bacterias resistentes pueden transmitir la resistencia a otras a través de su material genético. De esa manera, se pueden diseminar dentro y fuera del hospital, afectando también la comunidad. 

    Estas infecciones a menudo son un desafío para tratar, requieren de un mayor cuidado, y contribuyen a la carga fiscal del sistema de salud. Esa carga tiene un significativo impacto económico, con aumento de los gastos de cuidado de salud por estadías extensas, alternativas de tratamiento costosas, y perdidas de productividad, por enfermedades más prolongadas.

    El desarrollo de bacterias resistentes no solo afecta al individuo enfermo, también impacta el sistema de salud y las consecuencias de la resistencia a antibióticos son de amplio alcance y hay que tener en cuenta que son infecciones más desafiantes para tratar, resultan en prolongada enfermedad, aumentan los costos de salud, y tienen una tasa más alta de mortalidad.

    Prevenir la resistencia a los antibióticos, requiere de un esfuerzo colectivo de los profesionales de salud, de los que hacen las políticas públicas, y de la población en general. Cada individuo puede contribuir al esfuerzo colectivo de combatir esta amenaza a la salud pública.

    Conclusión

    ¿Qué podemos hacer, como podemos ayudar? Como señalado anteriormente, el hacer un uso apropiado de ellos, educar a la población, creando el desarrollo de consciencia y promoviendo el uso responsable de antibióticos. Hable con su médico sobre el mejor tratamiento para su enfermedad y no lo presione a recetar antibióticos de no ser indicados. 

    Tome antibióticos solamente cuando sean recetados por un médico, en la dosis y duración precisa. No comparta medicamentos ni use sobrantes. El curso debe ser completado según sea indicado, incluso cuando empiece a sentirse mejor. Parar el tratamiento de manera prematura puede permitir que algunas bacterias sobrevivan y desarrollen resistencia. Siempre consulte a un profesional de la salud para un diagnóstico y tratamiento adecuado. 

    ¿Cómo podemos contribuir y proteger los nuestros? Practique buena higiene, tal y como lavarse las manos con agua y jabón regularmente. Recuerde que el uso de agentes con alcohol no debe remplazar el lavado de manos. Siga las prácticas de seguridad para la preparación y almacenamiento de los alimentos. Asegúrese de tener su récord de vacunación al día para prevenir infecciones y reducir la necesidad de antibióticos. Diseminar la información y voz de alerta sobre la resistencia a los antibióticos en su comunidad. 

    Eduque a su familia, amigos y colegas sobre la importancia del uso responsable de antibióticos y las consecuencias de su mal uso. Como hemos visto, el "issue" de resistencia antimicrobiana es una amenaza de salud global que no conoce límites y precisamente por esa globalización puede diseminarse fácilmente a través de viajes e intercambio internacional. Es imperativo la intervención y desarrollo de una política de cooperación internacional, vigilancia, y esfuerzos coordinados. Dado la gravedad del asunto, es crucial promover su uso responsable, desarrollar nuevos antibióticos, invertir en investigación, e implementar estrategias que prevengan o mitiguen esa diseminación. 

    Queda en nuestras manos adoptar comportamientos responsables para ayudar a preservar la efectividad de los antibióticos y por esta acción colectiva, podemos mitigar las consecuencias nefastas de la resistencia a los antibióticos y salvaguardar su efectividad para las actuales y futuras generaciones.

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